Carlos Raul Hernandez
EL UNIVERSAL
21 de julio de 2013
De acuerdo con su nombre, los ruáfilos aman la calle con la pasión de Cleopatra a Marco Antonio y hasta se harían morder un seno. La calle encarna la lucha contra el mal, purga los pecados. Los caballeros medievales cargaban en la ropa trocitos de la "Vera Cruz", del manto de San Pablo, o esquirlas herrumbrosas de alguno de los clavos de Cristo. Se sentían protegidos por su relicario. Al calcular la proliferación de reliquias en la época, un investigador alemán afirma que se necesitó el equivalente de un bosque, incontables metros cuadrados de tela, y miles de clavos, para producir todas esas piezas auténticas. Los ruáfiloscomparten su culto a la calle con el hábito de desacreditar la oposición práctica, los hombres y mujeres que se dedican día y noche a que exista una alternativa. Es parte de su hobby político.
Nada más fascinante para un sicólogo que ver declaraciones donde el único mensaje es que hay unos inquebrantables, antishock e impermeables como los diamantes (imagínese a Mandela martillando eso). Lo hacen a nombre de una brumosa entidad que llaman la oposición verdadera, radical, dura. La 2.0. Al estilo de los penitentes de Bergman, para los ruáfilos solo la sangre lava los pecados, pero siempre que sea de los otros. Cualquier ejemplo tomado por las greñas sirve en su retórica hepática y superficial. Los acontecimientos de Brasil, Libia, Egipto o cualquier otro, también "el 350" y demás pamplinas cuya significación no entienden, llenan su caserina argumental. Y si alguien les señala su error, chillan porque les "niegan su libertad de expresarse". Reclaman el derecho a criticar, pero ¡cuidado con criticarlos!
Demencia radical
Tienen una visión pintoresca y doméstica del papel de "el pueblo en las calles". En la "primavera árabe" las tiranías caen por pronunciamientos militares o acciones bélicas extranjeras, no por manifestaciones ("¿cuántas masas hacen falta para detener un tanque?", preguntó Allende a Debray. Luego se supo). En Siria se dividió el aparato militar de Al Assad y sin embargo van 80 mil muertos y el régimen sigue ahí, porque China y Rusia impiden la intervención externa. En Venezuela también hubo una multitudinaria primavera de 2002 a 2003: "guarimbas", "megaplasta", "plazaltamira", éste último un caso de militares que dieron golpes pero de bragueta. El 12 de abril de 2002 las FFAA desobedecen a Chávez, que renuncia. El nuevo -fugaz- gobierno arremete contra el Congreso, gobernaciones y alcaldías, en ataque de demencia "radical", y se le disuelve el poder en las manos.
Allí Chávez pasa al control institucional casi completo, aunque continúa laprimavera: el paro petrolero de 2002 y enero 2003, que sacó millones de personas a las calles, y fracasó como era previsible. Luego la guinda fue el retiro de candidaturas a la Asamblea el 2005, que le entregó a Chávez unanimidad en el Congreso. Los "radicales" son responsables de eso. Hoy desde su sofá, chinchorro, mecedora, Twitter, o afín, se retuercen frente a su gigantesca pantalla plana porque "Capriles no mandó a salir la gente" o porque "la MUD no hace nada sobre el retraso del tribunal... ", como si ese cuerpo estuviera constituido de honorables juristas que sentencian a partir de la justicia, la verdad y la ley. "La MUD hace la oposición que le interesa al gobierno" dice alguien cuyo curriculum combatiente se limita a unas cuantas alegres marchas con gorra tricolor, bermudas y pitos, y las necesarias bailoterapias.
Se escabulleron como Houdini
Muchos de sus líderes duros desaparecieron de la escena al primer gruñido como Houdini, estrellas fugaces aterradas, mientras los líderes de la oposición real están ahí, agredidos física y moralmente a diario, amenazados de muerte, al borde de la cárcel, cada quien en lo que tiene que hacer. Gracias a las huestes de Capriles y Aveledo y la participación electoral de millones, la esperanza no desapareció ni el son se fue de Cuba, y ha logrado llegar a tercera base, después que los radicales se poncharon en todos los turnos al bate. Desde 37% del electorado que obtuvo la oposición en 2006 contra a 63% del gobierno, hoy las cosas están por lo menos empatadas en 50%. La última paparrucha es que no debe votarse en las municipales de diciembre para "castigar" al tribunal percusio por no sentenciar sobre el 14A.
Están bravos con el gobierno y su venganza es abstenerse para que todos los municipios del país pasen al gobierno. Una guacamaya tuerta en combate tiene razonamientos políticos más complejos: no se le ocurre sacarse un ojo para vengarse de que le sacaron el otro, ni que Maduro caerá porque no enseña la partida de nacimiento.
Si piensan que la oposición real no actúa debidamente, los líderes ruáfilosdeberían lanzarse a hacer lo debido, pero no les hacen caso los millones de opositores reales. La jefatura no consiste en maledicencia cascorva, mera intriguilla, sino en acción práctica, construcción de posibilidades, "hacer de las ideas fuerzas sociales". Luego de los desvaríos radicales, en 2006 la oposición real tomó el volante. Lo ocurrido cuando dirigieron los "inquebrantables" quedará registrado entre las más insólitas manifestaciones de ingenuidad conocidas. "No volverán".
@carlosraulher
Nada más fascinante para un sicólogo que ver declaraciones donde el único mensaje es que hay unos inquebrantables, antishock e impermeables como los diamantes (imagínese a Mandela martillando eso). Lo hacen a nombre de una brumosa entidad que llaman la oposición verdadera, radical, dura. La 2.0. Al estilo de los penitentes de Bergman, para los ruáfilos solo la sangre lava los pecados, pero siempre que sea de los otros. Cualquier ejemplo tomado por las greñas sirve en su retórica hepática y superficial. Los acontecimientos de Brasil, Libia, Egipto o cualquier otro, también "el 350" y demás pamplinas cuya significación no entienden, llenan su caserina argumental. Y si alguien les señala su error, chillan porque les "niegan su libertad de expresarse". Reclaman el derecho a criticar, pero ¡cuidado con criticarlos!
Demencia radical
Tienen una visión pintoresca y doméstica del papel de "el pueblo en las calles". En la "primavera árabe" las tiranías caen por pronunciamientos militares o acciones bélicas extranjeras, no por manifestaciones ("¿cuántas masas hacen falta para detener un tanque?", preguntó Allende a Debray. Luego se supo). En Siria se dividió el aparato militar de Al Assad y sin embargo van 80 mil muertos y el régimen sigue ahí, porque China y Rusia impiden la intervención externa. En Venezuela también hubo una multitudinaria primavera de 2002 a 2003: "guarimbas", "megaplasta", "plazaltamira", éste último un caso de militares que dieron golpes pero de bragueta. El 12 de abril de 2002 las FFAA desobedecen a Chávez, que renuncia. El nuevo -fugaz- gobierno arremete contra el Congreso, gobernaciones y alcaldías, en ataque de demencia "radical", y se le disuelve el poder en las manos.
Allí Chávez pasa al control institucional casi completo, aunque continúa laprimavera: el paro petrolero de 2002 y enero 2003, que sacó millones de personas a las calles, y fracasó como era previsible. Luego la guinda fue el retiro de candidaturas a la Asamblea el 2005, que le entregó a Chávez unanimidad en el Congreso. Los "radicales" son responsables de eso. Hoy desde su sofá, chinchorro, mecedora, Twitter, o afín, se retuercen frente a su gigantesca pantalla plana porque "Capriles no mandó a salir la gente" o porque "la MUD no hace nada sobre el retraso del tribunal... ", como si ese cuerpo estuviera constituido de honorables juristas que sentencian a partir de la justicia, la verdad y la ley. "La MUD hace la oposición que le interesa al gobierno" dice alguien cuyo curriculum combatiente se limita a unas cuantas alegres marchas con gorra tricolor, bermudas y pitos, y las necesarias bailoterapias.
Se escabulleron como Houdini
Muchos de sus líderes duros desaparecieron de la escena al primer gruñido como Houdini, estrellas fugaces aterradas, mientras los líderes de la oposición real están ahí, agredidos física y moralmente a diario, amenazados de muerte, al borde de la cárcel, cada quien en lo que tiene que hacer. Gracias a las huestes de Capriles y Aveledo y la participación electoral de millones, la esperanza no desapareció ni el son se fue de Cuba, y ha logrado llegar a tercera base, después que los radicales se poncharon en todos los turnos al bate. Desde 37% del electorado que obtuvo la oposición en 2006 contra a 63% del gobierno, hoy las cosas están por lo menos empatadas en 50%. La última paparrucha es que no debe votarse en las municipales de diciembre para "castigar" al tribunal percusio por no sentenciar sobre el 14A.
Están bravos con el gobierno y su venganza es abstenerse para que todos los municipios del país pasen al gobierno. Una guacamaya tuerta en combate tiene razonamientos políticos más complejos: no se le ocurre sacarse un ojo para vengarse de que le sacaron el otro, ni que Maduro caerá porque no enseña la partida de nacimiento.
Si piensan que la oposición real no actúa debidamente, los líderes ruáfilosdeberían lanzarse a hacer lo debido, pero no les hacen caso los millones de opositores reales. La jefatura no consiste en maledicencia cascorva, mera intriguilla, sino en acción práctica, construcción de posibilidades, "hacer de las ideas fuerzas sociales". Luego de los desvaríos radicales, en 2006 la oposición real tomó el volante. Lo ocurrido cuando dirigieron los "inquebrantables" quedará registrado entre las más insólitas manifestaciones de ingenuidad conocidas. "No volverán".
@carlosraulher
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