FAUSTO MASÓ
Si como en Egipto saliéramos a la calle, terminaríamos como en Egipto, mal: los militares mandando, la amenaza de guerra civil, presos de la nostalgia por un Mubarak. Hay que salir a la calle con una organización, un proyecto y un líder. No hay vías rápidas. Ayer nos convencieron de la maldad de los políticos y de los partidos, ahora intentan la misma hazaña bajo la bandera de las soluciones rápidas; dicen que bastaría con un gesto para tocar el cielo. Cuento de camino que convence a los que no aguantan más abusos. Las cosas no son tan fáciles. Ya durante meses millones de venezolanos marcharon, pero mal dirigidos terminaron en el matadero.
Como buen Maquiavelo, Chávez provocaba a los impacientes hasta que logró el milagro de los milagros: la abstención masiva de la oposición. No hay tarea tan decisiva como arrasar en las elecciones de diciembre, lo que dependerá de que el país comprenda que la victoria se definirá por el número de votos, no por la cantidad de alcaldías que se ganen y sobretodo de que la clase media salga de su letargo derrotista.
Al ver a grupos paramilitares tomar la avenida Sucre parece urgente librarnos de Maduro a como dé lugar, ahora mismo, en agosto… y ¡falta tanto tiempo para diciembre! Los que asumen el discurso de la magia acusan a los jefes de la oposición de traidores en centenares de mensajitos, los ayuda que pasamos un período de bajamar y que sigue en Miraflores un presidente ilegítimo. A Carmona que sí sacó a Chávez de Miraflores lo dejaron solo cuando se viró la tortilla. Aquel sábado fatal por Altamira no se movía una mosca. Ahora sugieren que Capriles fracasó como líder porque Maduro sigue en Miraflores. ¡Qué locura!
No hay atajos para derrotar al chavismo que nos evite el arduo camino de reducirlo a 20% del país, antes, o después, de sacarlo del poder. Cuando esto ocurra el chavismo pasará a la historia: la verdadera victoria será volver el chavismo un recuerdo, o nos ocurrirá como con el peronismo que volvió a gobernar en Argentina. Hay ocasiones de protestar en la calle, pero resulta una locura despreciar los procesos electorales: el verdadero líder escoge el momento y el lugar para la última batalla. Los indignados no reconocen que Capriles redujo dramáticamente la ventaja electoral frente al propio Chávez, y en abril obtuvo una victoria: trabajan todo el día en acabar con la MUD y con Capriles. En realidad quieren acabar con Capriles. Pero, ¿hay otro líder a mano? No.
El canto de sirenas seduce frente al actual infierno; nos repiten que bastaría, para despertar de esta pesadilla, con tomar las calles, como en Brasil o Egipto: desprecian que Capriles haya sido recibido por Santos y por Piñera.
Los militares en 1948 fingieron complacer a los que no soportaban el sectarismo adeco. El remedio fue peor que la enfermedad. Medio siglo más tarde el país votó por un golpista confeso y llevamos 14 años soportando el chavismo.
¿Resucita la antipolítica? Sí, disfrazada, claro. Siembran vientos igual que en los años ochenta. ¿Quieren tropezar con la misma piedra? Fuera de los partidos y de la política no hay salvación, o el destino de Venezuela quedará en manos del azar Durante 14 años dijeron que faltaba un líder, surgió uno y se dedican a destruirlo. Están locos.
¿No aprendemos?
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