jueves, 25 de julio de 2013

Resistencia política y fracaso económico

DIEGO BAUTISTA URBANEJA | 

 EL UNIVERSAL
25 de julio de 2013
Los años transcurridos desde 1998 pueden ser vistos como una especie de carrera entre la resistencia política democrática y el proyecto de control político del gobierno. El asunto en juego era si el fracaso económico se hacia una realidad patente e indomable antes de que el gobierno se hubiera puesto en condiciones de controlar sus consecuencias políticas, o si por el contrario, el fracaso económico llegaba demasiado tarde, cuando ya sus consecuencias políticas podían ser controladas sin mayor dificultad. La resistencia política ganó esa carrera. Los problemas económicos hicieron crisis antes de que se hubiera construido tan imponente aparato y el fracaso económico se ha hecho muy visible cuando todavía es posible que el sentir de la mayoría produzca cambios políticos en el país.
Se trataba para el gobernante fallecido de construir un aparato de poder lo suficientemente sólido, como para poder contrarrestar con su sola fuerza todos los problemas y descontentos que su equivocada política económica pudiera ocasionar en la mayoría de la población. En eso avanzó un buen trecho, pero no lo suficiente. La idea no era seguramente la de un puro aparato represivo. Se mezclaban más bien dos componentes: por un lado, una red de apoyo popular respaldada por el trío partido-gobierno-Estado que significara el soporte de una bien organizada minoría y por otro lado, una armazón represiva que pudiera controlar el descontento que el fracaso económico pudiera traer.
Posiblemente el gobernante fallecido no veía así eso del fracaso económico. Para él seguramente era un asunto temporal, el costo transitorio de un cambio económico profundo, cuyas manifestaciones en el sentir de la gente había que prepararse para controlar políticamente, de la forma que fuera necesaria. Todo ello, se suponía, con él en vida. 
El mismo fallecimiento del gobernante significó un elemento importante en esa situación en la cual el fracaso económico se manifestó "antes de tiempo". Por un lado, disminuyó grandemente la capacidad del gobierno que se quedaba para manejar los problemas amontonados. Por otro, detuvo la marcha del montaje del aparato de control total al que la misma personalidad y las mismas obsesiones del barinés imprimían un fuerte impulso.
Corresponde entonces traer a escena el otro elemento de este juego de poleas y destacar el crucial papel jugado aquí por la resistencia política llevada a cabo todos estos años, con enorme tenacidad, por una parte muy importante, cuantitativa y cualitativamente, de la población venezolana. Es esta resistencia la que obstruyó el camino de la construcción del mencionado aparato de poder, la que aminoró la marcha de ese montaje, la que en ocasiones llegó hasta detenerlo y hacerlo retroceder, llevándolo de esta manera a perder un tiempo que más tarde se revelaría como precioso. 
En efecto, es esa resistencia política la que permite que el fracaso económico se manifieste con toda su fuerza, antes de que se cuente con un sistema de control político que permita a los gobernantes enfrentar la descomposición económica y social que adviene cuando empiezan a estallar todas esas bombas de tiempo sembradas por los errores del comandante.
De modo que el fracaso económico llegó en condiciones en las que el gobierno no tiene más remedio que enfrentarlo como mejor pueda, mezclando medidas económicas que no tienen nada que ver con el sueño del hombre nuevo, con los ramalazos represivos que le vemos mostrar, y que son las que le permiten un aparato represivo y de control que no llegó a la plenitud de su desarrollo. 
Así le vemos, mezclando, por así decirlo, a Merentes con Rodríguez Torres. Tratando, por una parte, de apaciguar a un sector empresarial que se siente respaldado por los hechos incontrovertibles de la inflación, el desabastecimiento. Tratando, por otra parte, de amedrentar con juicios y persecuciones a una oposición democrática que siente que le llegó la hora de convertirse en mayoría contundente. Un gobierno indeciso y contradictorio en todo, insuficiente en todo, manga por hombro en todo. Es cosa de no amedrentarse, de no aflojar, en ese proceso de convertirse en alternativa válida y convincente para una amplia mayoría de venezolanos. 
La resistencia política democrática dio tiempo a la llegada "prematura" del fracaso económico que el mismo modelo que se quería implantar tuvo como efecto inevitable, al tiempo que alimentaba esa misma resistencia política que hizo que esa llegada fuese, a los efectos del gobierno, precisamente eso: "prematura".

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