martes, 28 de junio de 2016

¿De qué se trata el proyecto sobre Venezuela que está haciendo Harvard?



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Desde finales de 2015, el Centro para el Desarrollo Internacional (CID) de la Universidad de Harvard ha venido desarrollando un proyecto de investigación sobre la difícil situación económica que atraviesa Venezuela. El objetivo del proyecto es generar la información y el conocimiento necesario para diseñar una estrategia de salida a la crisis. Ingresé a Harvard como profesor en el año 2000 y desde 2005 dirijo este centro. Durante ese tiempo he tenido la oportunidad de liderar proyectos similares para muchos países.
Entre los más de sesenta profesionales que trabajamos en el CID y los más de cien profesores externos afiliados, seis somos venezolanos: Douglas Barrios, Alfredo Guerra, Dan Levy, José Ramón Morales, Roberto Rigobon, Miguel Ángel Santos y yo.  Todos estamos participando en este proyecto con entusiasmo. Además, hemos pedido el asesoramiento de un grupo de reconocidos economistas internacionales, entre los que se encuentran Andrés Velasco, Larry Summers, Olivier Blanchard y Erik Berglof.
Todo proyecto de investigación debe construirse sobre la base del conocimiento que ya existe y la mejor información disponible. Por eso hemos afiliado a este proyecto a más de una docena de destacados científicos sociales venezolanos, a quienes hemos pedido nos escriban documentos de investigación, opiniones y consejos en sus distintas áreas de especialidad.
Una de las grandes dificultades que existe a la hora de pensar en una estrategia para superar la crisis es la falta de información sobre la situación del país. El Banco Central de Venezuela, el Ministerio de Finanzas y el Instituto Nacional de Estadística han escondido sistemáticamente información básica y clave sobre la economía venezolana. No existe información actualizada sobre las cuentas consolidadas del sector público, las cuentas nacionales, la inflación, la escasez o la balanza de pagos. El INE no ha publicado la Encuesta de Hogares por Muestreo (EHM) desde el 2014.
Una enorme proporción del sector público venezolano escapa a cualquier mecanismo formal de rendición de cuentas y no existen reportes ni balances auditados acerca de su gestión. Son casos como Bandes, FONDEN, los préstamos relativos al Fondo Común China Venezuela (FCCV), entre otros vehículos parafiscales que administran muchos recursos con gigantesca opacidad.
Los investigadores del proyecto han realizado grandes esfuerzos para arrojar luces sobre estas áreas y aclarar algunas de estas lagunas, utilizando su experticia y fuentes alternas de información, como el CENDAS-FVM para datos de precios, la Encuesta de Condiciones de Vida desarrollada por UCAB, USB y UCV para datos de pobreza y contribuciones de funcionarios públicos que, asumiendo riesgos personales importantes, han compartido la información que poseen.
Como sucede con todos los proyectos del CID, los resultados y reportes del conjunto de investigaciones serán puestos a la disposición del público, algo que constituye un aporte para quienes estén interesados en entender mejor la situación de Venezuela y pensar en estrategias para superar la crisis, independientemente de su orientación política.
Otra restricción en el manejo de este proyecto es la falta de democracia y de libertad en el país. Esto no es un exceso de precaución ni algo que me hayan contado. Ya van dos veces que el gobierno actual ha actuado en mi contra contra por hacer cosas tan “criminales” como escribir una columna de opinión o hablar por teléfono sobre los problemas del país y sus posibles soluciones. Es comprensible que, en este contexto, los participantes del estudio, particularmente quienes residen en Venezuela, prefieran mantener cierta discreción. Lo que en cualquier país democrático sería motivo de orgullo profesional y reconocimiento académico y social, en Venezuela ha sido criminalizado.
¿Cuáles estudios estamos haciendo? Una parte importante del esfuerzo está dirigido a tener la mejor comprensión posible de la situación de la balanza de pagos y las cuentas del sector público. Cosas fundamentales para entender la magnitud de los desequilibrios y sus causas.
En cuanto al déficit fiscal, las lagunas de información son inmensas. Por ejemplo: no tenemos la menor idea de qué se hizo con los más de 135.000 millones de dólares que se gastaron en el Fonden ni con los 54.000 millones de dólares que circularon por el Fondo Chino. ¿Cuáles proyectos se ejecutaron? ¿Cuáles están terminados? ¿Cuánto falta para terminar los proyectos en curso? Es algo impensable en cualquier democracia donde exista independencia de poderes y el Poder Ejecutivo tenga la obligación de pedir autorización y rendir cuentas al Poder Legislativo y a la Nación. No conocemos tampoco el presupuesto por ministerio ni por programa dentro de cada ministerio, lo que sería necesario para ajustar el presupuesto para asegurar que los recursos se dirijan a las prioridades establecidas.
Tampoco tenemos confianza en nuestras medidas del déficit fiscal. Creemos que puede rondar la estrambótica cifra de 15 a 20% del PIB, pero como el gobierno maneja este tema con tanta opacidad nadie puede estar seguro de la cifra exacta. Este déficit es la razón por la cual la emisión monetaria es tan alta y, como consecuencia, la depreciación de la moneda es tan acelerada. Y es importante determinar las causas de este déficit y los impactos fiscales de las medidas que se pudieran tomar.
Algunos economistas han sugerido que este déficit principalmente es consecuencia de las distorsiones cambiarias. Es decir: producto de vender los dólares del petróleo a un tipo de cambio muy bajo. De acuerdo con esta visión, si se unificara el cambio también desaparecería o se reduciría drásticamente el déficit. Otros opinan que ése no es el caso, porque los ingresos y gastos en divisas del sector público tienen magnitudes comparables y la devaluación los encarece a ambos, teniendo poco impacto neto sobre el hueco fiscal. Esta diferencia de opinión no debe ser vista como un problema ideológico, sino empírico y técnico. No es una pregunta sobre cómo debería ser el mundo sino cómo es en realidad. Y estamos tratando de aclararlo.
Otro tema importante es entender la balanza de pagos: la entrada y salida de divisas. Es muy importante para comprender lo que hay detrás del colapso de las importaciones. ¿Por qué colapsaron así las importaciones durante este año, al punto que se cerrara la producción de cerveza y de Coca-Cola? ¿Por qué PDVSA, una empresa supuestamente tan rentable, no tiene divisas con las cuales pagar insumos tan esenciales como los diluyentes para el petróleo de la Faja Petrolífera del Orinoco o los servicios de perforación? Son claros síntomas de una crisis extrema de divisas. El análisis de este tema es lo que me llevó a escribir en diciembre y en enero sobre la catástrofe humanitaria que se nos venía encima y que, desafortunadamente, el gobierno decidió no evitar.
Y aquí, una vez más, las diferencias entre economistas no deben ser vistas como ideológicas: son sencillamente preguntas sobre la naturaleza de la realidad que nos confronta y sus consecuencias. Los errores que se cometen en estos cálculos pueden resultar muy costosos para el país.
También estamos estamos estudiando la deuda pública de Venezuela, otra área donde aún tenemos dudas muy  grandes, en especial sobre la deuda “no financiera” de los distintos entes públicos. Esta deuda no financiera abarca, entre otras cosas, los retrasos en las cuentas por pagar, las deudas de PDVSA y otras empresas públicas con contratistas, proveedores, bancos nacionales y socios, los pasivos de los distintos fondos parafiscales que ha creado el Estado, las opacas deudas con China,  las autorizaciones de liquidación de divisas con importadores privados de bienes y servicios y los juicios contra el Estado en el CIADI. De igual manera, estamos analizando si dadas las necesidades del país y su precario acceso al financiamiento internacional podemos honrar la deuda en los términos pactados. Porque, de no ser este el caso, es necesario entender cuál sería el tipo de reestructuración que necesitaríamos acometer para recuperar el bienestar del país y su solvencia.
Para algunos economistas, el hecho de que tengamos reservas petroleras cuantiosas es una indicación indudable de nuestra solvencia. Pero desde hace tiempo los mercados nos consideran insolventes y nos tratan como tal. Y, mientras lo hagan, no vamos a tener acceso al financiamiento voluntario de esos mercados. Para entender por qué el mercado nos ve tan mal es bueno recordar que nuestra deuda externa hoy es equivalente a más de 5 años de exportaciones de bienes y servicios, lo que representa el índice de endeudamiento más alto del mundo.
Otros economistas piensan que el problema que tenemos se pueden resolver con una gran expansión de la producción de petróleo, pero eso requerirá más capital y no es fácil levantar fondos para invertirlos en un país sobre-endeudado.
Para avanzar en este tema, nuestro equipo cuenta con un grupo de expertos petroleros que están trabajando para entender la razón por la cual la producción de PDVSA sigue cayendo tan estrepitosamente durante este último año, más rápido de lo que preveían hasta los más pesimistas. ¿Se debe a causas técnicas, económicas o financieras? Esto es fundamental para entender cómo revertir esta situación y saber cuándo y en cuánto se podría recuperar la producción de petróleo y qué contribución fiscal podría hacer esta actividad.
Estamos explorando todas las vías de solución de nuestro problema de financiamiento internacional, incluyendo los nuevos mecanismos denominados “de acceso extraordinario” en el Fondo Monetario Internacional, que ya se han utilizado en los casos de Grecia y Ucrania. También estamos estudiando todos los mecanismos de financiamiento bilateral (es decir: de gobierno a gobierno) que se han movilizado en crisis anteriores y las distintas estrategias de reestructuración de deuda que se han utilizado en crisis anteriores. En esto nuestros asesores han sido invalorables.
También estamos tratando de entender la dinámica de los precios y de la escasez. ¿Cuán alta es la inflación en Venezuela? ¿Qué relación existe entre el nivel de precios de los productos y su escasez? ¿Qué tipo de cambio está siendo expresado implícitamente en el nivel de precios de cada producto en Venezuela? A falta de datos del BCV, estamos usando los datos de precios del CENDAS y complementándolos con precios de productos equivalentes de otros países, para así ver cuál es el tipo de cambio al que estos precios se igualan. ¿Reflejan los precios el tipo de cambio oficial o el libre? ¿O es más bien algo intermedio? ¿Cuáles productos se han ido a cuál nivel? ¿Qué relación tiene esto con la escasez de dichos productos?
Son preguntas urgentes para entender qué podría ocurrir en un escenario de unificación cambiaria con liberación de precios, tal como lo han propuesto muchos economistas: ¿cuánta inflación se generaría en un contexto de unificación cambiaria y cuáles serían los impactos de los cambios en precios sobre distintos segmentos de la población?
Toda esta información es fundamental para el equipo que está trabajando sobre el diseño de una política social que auxilie a las familias venezolanas ante esta catastrófica situación. La antes mencionada Encuesta de Condiciones de Vida da cuenta de un aumento sin precedentes de la pobreza en Venezuela. Estamos analizando las causas de dicho aumento para poder revertirlo y, además, usando ésa y otras fuentes de información para identificar la población más vulnerable para poder llegarle con una nueva política social de transferencias directas, que subsidie a las personas en lugar de subsidiar a los bienes.
También estamos tratando de entender la situación del sistema financiero, que lleva años operando con tasas de interés reales super-negativas y con carteras dirigidas que están a tasas bajas y fijas. ¿Cómo se adaptaría el sistema bancario si las tasas de interés fueran determinadas de una forma más libre y menos represiva?
Nuestro estudio tiene también un capítulo donde analizamos las regulaciones que le están haciendo más daño al aparato productivo para identificar cuáles serían las formas más eficaces de ayudar a crear un marco regulatorio que propicie la recuperación de la producción, del empleo, el abastecimiento y aumente el bienestar de todos.
Las preguntas que nos hacemos en estos estudios son fundamentales para definir una política económica alternativa. Nos motiva profundizar la comprensión de nuestra situación y explorar todas las vías para superarla, con la intención de que, llegado el momento en que el gobierno opte por cambiar de rumbo y dadas las circunstancias específicas de ese momento, el país pueda utilizar nuestros resultados para entender mejor las opciones que tiene por delante. Con esto estamos tratando de contribuir a solucionar la catástrofe en la cual ha caído Venezuela.

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