Estamos ganando, el futuro es nuestro
Pedro Luis Echeverria
Lo que podría haber sido impensable unos años atrás,
cuando el proyecto chavista se fundamentaba, en buena medida, en el aislamiento
de una parte la sociedad civil adversa al régimen, en su reclusión a un estado
de oposición permanente y en construirles la aureola de una imposible
alternativa de poder, pasó a ser la mejor salida posible ante las difíciles
circunstancias en que se encuentra el país. La conflictividad social y la
hecatombe económica que padecemos muestra la magnitud del problema que afronta
el gobierno y que solo puede resolverse con un radical cambio del modelo
socio-político que ha venido aplicando y el de sus conductores. La quiebra de
los servicios sociales, la marginación, el desempleo, el desabastecimiento, la
incontrolable inflación, la exorbitante corrupción, la forma perversa en que se
engaña al pueblo con falsas esperanzas de redención en estos tiempos de
desintegración social y el desmoronamiento del mito revolucionario, han
determinado que la otrora multitudinaria
adhesión popular al régimen muestre un inexorable e irrecuperable descenso. El
modelo del "socialismo del siglo XXI" ya no
se percibe como una alternativa para la cohesión social sino más bien como un
factor de exclusión y segregación dentro
de la sociedad venezolana. Representa, para el ciudadano común, un fracaso más
que no le compensa el castigo sufrido por las fracturas sociales y la pérdida
de su calidad de vida. Ese ciudadano ha entendido que es moralmente inaceptable
que la manera de gobernar del gobierno se fundamente en la exclusión ajena y se
pretenda clasificar a las personas e instituciones en dignas e indignas y en merecedoras
o no de la atención gubernamental, dependiendo del grado de adhesión y lealtad con
el ineficiente y diletante ocupante del palacio de Miraflores.
La posibilidad que tiene la oposición en los eventos que
se desarrollan, de conquistar democráticamente el espacio institucional y
político desde donde conducir una nueva alternativa para los destinos de la Nación avanza
sostenidamente. Estos tiempos de estancamiento económico, de pérdida del rumbo
que debe transitar el país, de amenazas y obstrucción a la decisión mayoritaria
de la ciudadanía de revocar el mandato de Maduro, el referido desprestigio del
régimen y la represión gubernamental a las ideas y valores modernizadores, han
creado la demanda ciudadana por un conjunto de valores alternativos a los que
sustentan los que asaltaron el poder
desde 1999. El ambiente es, por tanto, propicio para poner sobre la mesa una
revisión de todo lo acontecido hasta ahora, examinar la caducidad del sistema
operante, la falsedad de los fundamentos mismos del Socialismo del siglo XXI y
el fortalecimiento de la tradición venezolana diferenciada del marxismo. En
fin, una obligada rectificación a la irresponsable e inconveniente deformación
operada en los valores de nuestra sociedad.
Recuperada, como en efecto ha ocurrido, la autoestima de
la disidencia nacional y propiciada, desde posiciones ganadas en los comicios
del 6D, la capacidad para participar activamente en la orientación del país, el resultado previsible cuando se realice el
referendo revocatorio nos abre una magnífica oportunidad para rescatar y
reafirmar los valores de libertad e igualdad
de los venezolanos y el respeto a la dimensión universal de democracia y pluralidad que el régimen, sistemática y
perversamente, ha desconocido. Sin dudas, el futuro es nuestro.
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