Entre dialogantes te vea
Jean MANINAT
Que alguien que ha hecho
parte importante de su prédica política la descalificación moral de
quienes han intentado dialogar con el gobierno -para encontrar salidas
de difícil acuerdo- admita públicamente que ha tenido sus conversas con
representantes del entorno gobernante es ya ganancia. Quienes se
mostraban irreductiblemente opuestos a cualquier tipo de diálogo -que no
fuera para pautar el desalojo inmediato de Miraflores- se estarán
rascando la cabeza, preguntándose a qué se debe el súbito cambio de
seña. Otros, más dispuestos, se dirán que hay diálogos buenos y diálogos
malos y el confesado recientemente tendría olor a santidad.
La política, como cualquier otro emprendimiento humano, transmite su know-how
a cuenta gotas, a medida que los traspiés y resbalones enseñan que hay
que avanzar un pie primero y luego el otro. Suponer que se podría
establecer una transición -en este caso rotundamente hipotética- sin
tener que entrar en el toma y dame de toda negociación es de una
ingenuidad conmovedora. Pero, albricias, aun cuando se trata de un
ejercicio de gran imaginación -pues una “transición” no parece estar en
los planes inmediatos de la nomenclatura gobernante- que se reconozca
que dialogar con el oponente puede ser necesario, es un brinquito para
la humanidad, pero un gigantesco salto en la evolución política del
sector más intransigente de la oposición venezolana.
Todos
tenemos derecho a redimirnos, de hacer votos de nueva vida, (de hecho
solemos ser muy comprensivos con nuestras propias caídas, e inclementes
con las de los demás), incluso a denegar mérito alguno a quienes ya hace
un buen rato habían descubierto el agua tibia que ahora recién se
descubre. Lo que hasta hace nada era motivo de anatema, de las más
terribles condenas morales, hoy es absuelto de sanción alguna por los
mismos que ejecutaban reputaciones en nombre de la integridad política. Such is life.
Convengamos
que tiene su lado divertido, no se hagan los duros. Veremos a sus
valedores intelectuales dando pataditas en el vacío, colgados de la
brocha, tratando de explicar su propia incongruencia política: ¡Ese sí
que es un diálogo no jose! ¡Así se impone la transición, caracha!
Quienes disparaban a granel colaboracionistas, vendidos, comprados,
como argumento intelectual, tendrán una ardua tarea para explicarse y
explicar tan inesperada deriva. Pero lo lograrán, sin duda alguna, son
expertos en la materia.
Tan solo esperamos
que el reconocimiento de la necesidad de dialogar -en algún momento-
sea el síntoma de una evolución política y no una picardía más a las que
nos tienen acostumbrados. Suponemos que los encuentros seguirán, y en
algún momento -cuando se juzgue apropiado- se informará de sus
resultados, ya que no son secretos ni personales, ni de Estado. ¿O no?
¡Entre dialogantes te vea!
@jeanmaninat
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