LA NUEVA OLA
LUIS MANUEL ESCULPI
Una nueva ola recorre América latina. No precisamente la que hasta
hace poco era consigna voceada en los actos del oficialismo. No es la
del mal llamado “socialismo del siglo XXI”. Tampoco la espada de
Bolívar.
La proyección de las calamidades que sufrimos los venezolanos se ha
expandido por esta parte del continente, el éxodo masivo de venezolanos
hacia los países vecinos ha ejemplificado la tragedia venezolana,
sensibilizando a la opinión pública y a la comunidad democrática
internacional.
El tema de Venezuela ha estado presente en los recientes procesos
electorales en Brasil, Argentina, Chile, Colombia y Méjico, el contenido
de las campañas ocupo un destacado lugar la situación que se confronta
en nuestro país. Importantes aliados del régimen no sólo han sido
derrotados electoralmente, varios de ellos tienen en común que han sido
denunciados por hechos de corrupción.
El escándalo de los Kischner, la pareja presidencial, donde se han
señalado cantidad de sobornos con empresarios contratistas del estado y
el manejo descarado de millones de dólares en efectivo, hechos por los
cuales está siendo procesada Cristina Kischner; recientemente un alto
exfuncionario argentino Claudio Uberti, visitante frecuente a nuestro
país y quien operaba como una especie de enlace entre el gobierno
argentino y el venezolano, reveló que solo en una operación de compra de
bonos, obtuvieron 50 millones de dólares y que les correspondió 25
millones a los responsables de la acción en cada país. Este hecho está
relacionado con el famoso caso de la maleta de Antonini Wilson.
El caso de Lula condenado a 12 años de cárcel por corrupción, quien
tenía una limpia trayectoria como dirigente obrero (obrero de verdad,
verdad) es emblemático por los rasgos comunes, de los gobiernos que más
se identificaron con el ” socialismo del siglo XXI”.
Una empresa de construcción brasileña Odebrecht si “recorría América
latina”con contratos y comisiones y según declaró el testigo Euzenando
Azevedo, Venezuela fue el segundo país donde se repartió más comisiones;
señalando que entregó 35 millones de dólares solo para una campaña
presidencial del oficialismo, no es de extrañar que sea así porque las
obras de construcción más importantes proyectada en el país fueron
asignadas a esa empresa, la mayoría de ellas no fueron entregadas en los
plazos previstos y no han sido concluidas.
El expresidente ecuatoriano también ha sido investigado en su país
por presuntos hechos de corrupción hasta el punto que señala: ” Soy
responsable político de la corrupción, pero no en lo judicial”.
Es destacar que en los casos mencionados, esos mandatarios -igual que
en Venezuela- llegaron al poder denunciando hechos de corrupción, y
también igual que acá luego desde el gobierno incurrieron en delitos
incluso más graves a los que antes denunciaron.
Cuando en las controversias electorales se menciona a Venezuela, es
porque no lo consideran un ejemplo a seguir, muy al contrario los
adversarios de quienes se asocian al modelo que se pretende implantar en
nuestro país, lo utilizan como una referencia de lo que no desean para
sus respectivos países.
Los resultados electorales recientes -con la excepción de Méjico-
muestran una tendencia pendular, frente a los fracasos de gobiernos
supuestamente de izquierda, tiende a favorecerse a las posiciones más
conservadoras. El desastre del gobierno de Maduro le ha hecho un gran
favor a las fuerzas que dicen combatir, perjudicando no sólo a la
izquierda que pretenden representar , aquella que Teodoro designa como
“borbónica” por lo de que “ni olvidan, ni aprenden”; sino también a las
opciones democráticas, progresistas y de avanzada que el imaginario
colectivo la vinculan con un modelo fracasado en todos los lugares donde
se ha intentado imponer.
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