Gonzalo Gonzalez A.
Se habla, se escribe,
se especula y también se calcula en algunos círculos y grupos sobre
una transición; más bien sobre La
Transición, por supuesto se trata del proceso (¿en marcha?) de la salida
acordada - ¿por quienes?, no se sabe - del régimen chavista.
Sólo, si poderes fácticos de mucha envergadura, léase presión
irresistible de la FAN y/o de los poderes internacionales es posible que esté
en marcha y de manera bastante discreta una negociación para facilitar “La
Transición”.
De no estar sucediendo lo arriba anotado estamos en presencia
de una especie de leyenda urbana o de un ejercicio teórico de escenarios o de
una sustitución de la realidad por unos deseos y deseos no empreñan, como se
sabe.
Al respecto es pertinente plantearse si el régimen tiene
incentivos para negociar su salida del poder, si percibe que la situación se lo
puede llevar por delante, si su vocación de poder y su voluntad de resistir (una de sus principales fortalezas) comienzan
a resquebrajarse sin remedio ni
remisión.
No pareciera ser éste
el posicionamiento de la nomenclatura chaviana. Saben que su situación es harto
complicada y difícil, que están sentados sobre un volcán, cabalgando un tigre,
pero dispuestos a quedarse.
La Dictadura confía en superar sus limitaciones y debilidades, de hecho lo ha
venido consiguiendo, por la concurrencia de varias circunstancias: el mundo
opositor- aunque mayoritario- es débil,
está disperso, sumido en una crisis de representatividad y liderazgo, con
algunos partidos perseguidos y parcialmente desmantelados, porque la creciente contestación
social no es todavía lo suficientemente fuerte, extendida y articulada para
amenazar la gobernabilidad. Porque el rechazo y las acciones de la comunidad
internacional democrática no son suficiente para poner en riesgo su permanencia
en el poder y porque saben que en el
corto plazo es improbable una intervención militar internacional.
En definitiva, como dicen algunos, el régimen disfruta de una
“estabilidad precaria” (pero estabilidad en todo caso), que para revertirse requiere
la modificación de algunas situaciones y
las mismas necesitan tiempo para madurar.
Vista las cosas así, es forzoso concluir que la verdadera
transición en progreso es hacia la conversión de Venezuela en una versión
endógena de la Cuba castro- comunista. Proceso que ha avanzado mucho y que el
oficialismo, en una nueva jugada política, pretende consolidar mediante la
constitucionalización de la dictadura.
Lo ocurrido con Fernando Albán y Loren Saleh es monstruoso.
Albán a todas luces asesinado por disentir y Saleh (injustamente privado de
libertad) desterrado para tratar de mitigar el rechazo internacional al
asesinato de Albán. Una prueba más de dos cosas: el chavismo está dispuesto a
hacer cualquier cosa para conservar el poder y de la cubanización del país.
Caracas, 16 de octubre de 2018
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