VENEZUELA: ¿EL CRIMEN NOS DEVORARÁ?
LUIS UGALDE SJ
EL UNIVERSAL
El horrendo asesinato de
Fernando Albán -privado de libertad sin orden de detención, violando la
ley y arrastrado y empujado a la muerte en el SEBIN- ha sobrecogido al
país y al mundo, que ya venían alarmados con el crimen que anda suelto
en Venezuela. Testimonios de alta credibilidad vienen informando de
detenciones ilegales, violaciones sistemáticas de procesos judiciales
con detenidos incomunicados de sus familiares y abogados, ejecuciones
extrajudiciales, órdenes de excarcelación burladas, extorsiones de miles
de dólares para salir de la injusta prisión, etc. Parece incomprensible
que algunos que en otro tiempo reclamaban derechos humanos y que
todavía hoy quieren ostentar el título de sus “defensores”, sean los
primeros encubridores. Son más que alarmantes las informaciones que
llegan sobre militares detenidos, incomunicados y maltratados. No es
menos preocupante la persecución selectiva de líderes de partidos que el
régimen ha decidido descabezar. Y cínicamente hablan de elecciones
libres y de diálogo con esos mismos perseguidos y encarcelados.
¡Dialogar con una pistola al pecho! y con la condición previa de
reconocer a una tiranía que se auto prorroga por seis años más, para
castigo de millones de venezolanos.
Pero
el crimen no está solamente en las cárceles y en la manipulación de la
justicia, sino que se ha generalizado en las diversas áreas económicas,
sociales y políticas, donde actúa el gobierno y sus armados, legales e
ilegales: contrabando de gandolas en las fronteras, tráfico millonario
de droga, robo sistemático en las alcabalas a quienes transportan
víveres, chantaje a los comercios, extorsión a quienes necesitan sus
documentos, trasiego multimillonario de dólares preferenciales, niños
comiendo en la basura… La inseguridad reina entre los productores del
campo y los vecinos de la ciudad. Tan grave es el cinismo y la
complicidad, que muchas bandas se sienten autorizadas, e incluso,
invitadas a vivir del crimen y del abuso, imitando a los corruptos de
más arriba.
El Libertador, cuando ya las
tropas enemigas iban en retirada y amanecía la República, decía alarmado
“la anarquía nos devorará”. La anarquía y el crimen reinan hoy cuando
impunemente se violan los derechos de los otros y se usa la ley para
eliminar a los rivales. Hoy de la República no queda sino el nombre, y
el Estado no es garantía para ningún ciudadano, solo es sinónimo de
abuso y botín privado.
No es de extrañar
que al régimen le suene a denuncia el par de primeros artículos
anti-dictatoriales que definen el alma de la Constitución de 1999:
Artículo
2 “Venezuela se constituye en un estado democrático y social de derecho
y de Justicia, que propugna como valores superiores de su ordenamiento
jurídico y de su actuación, la vida, la libertad, la justicia, la
igualdad, la solidaridad, la democracia, la responsabilidad social y, en
general, la preeminencia de los derechos humanos, la ética y el
pluralismo político”.
Artículo
3 “El Estado tiene como fines esenciales la defensa y el desarrollo de
la persona y el respeto a su dignidad, el ejercicio democrático de la
voluntad popular, la construcción de una sociedad justa y amante de la
paz, la promoción de la prosperidad y bienestar del pueblo y la
garantía del cumplimento de los principios, derechos y deberes
reconocidos y consagrados en esta Constitución. La educación y el
trabajo son los procesos fundamentales para alcanzar dichos fines”.
Los hechos hacen que estos artículos suenen a una burla cínica y cruel. En
vista de que ni quieren ni pueden convertir en vida la Constitución de
1999, deciden eliminarla e imponer otra constitución tiránica como
lápida de la sociedad muerta. Ejecutarán este crimen a no ser que
nos pongamos de pie y unidos todos: las diversas agrupaciones,
asociaciones, organizaciones y partidos, asumiendo el deber ciudadano y
la obligación de conciencia de defenderla. Si no queremos que el crimen
termine devorando al país, todos tenemos que levantar- como nos lo manda
la Constitución en el artículo 333- con una voz unida que clama ¡basta
ya!, y actuar de modo eficaz para frenar la muerte en todas sus formas y
restablecer el orden constitucional.
Con
ello estaremos honrando la memoria y el sacrificio de la vida de
Fernando Albán y de muchos más, perseguidos, asesinados y maltratados;
de millones a quienes el crimen en sus múltiples formas les ha
arrebatado su vida digna, en libertad y justicia. ¡Dios bendiga a
Venezuela y nos dé ánimo con su “Levántate y camina”!
fernandamujica@gmail.com
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