Capriles, quien se desempeñó como presidente de la Cámara de Diputados y puede apuntar a una exitosa trayectoria tanto como alcalde de Baruta (municipio de Caracas) y, actualmente, el gobernador del estado de Miranda, sabiamente evitó enfrentar a Chávez en la campaña. Avanzó con un enfoque pragmático, no ideológico, y les dijo a los votantes cómo iba a abordar los problemas principales de Venezuela, especialmente una economía en problemas y la inseguridad. El desempeño de gobierno de Chávez ha sido pésimo y es su principal vulnerabilidad.
Capriles también dijo que algunas de las innovaciones políticas de Chávez, tales como las “misiones” que benefician a los venezolanos más pobres, no sólo deben ser preservadas, sino que en algunos casos deben expandirse. Durante 13 años de gobierno de Chávez, la oposición se ha resistido con frecuencia en reconocer algunos rasgos positivos en las políticas de Chávez. Esa insistencia ha sido una de las razones por las que han fracasado en repetidas ocasiones en derrotar a Chávez en las urnas.
A los 39 años, Capriles es un ejemplo de una nueva generación de políticos venezolanos que no pueden ser fácilmente acusados de pertenecer a la clase política tradicional, tan frecuentemente atacada por Chávez. Capriles fue miembro fundador y ha sido líder de Primero Justicia, un partido de centro derecha creado en la década de los 90.
Con los años Capriles se ha convertido en una figura política más hábil y madura. Ha aprendido de sus errores, y ha desarrollado un toque populista. Como era de esperar, los perdedores de la primaria han expresado su apoyo a Capriles en su intento de derrotar a Chávez.
La pregunta, sin embargo, es si ese apoyo será nominal o real. El hecho de que la oposición decidió llevar a cabo unas primarias abiertas y tener un solo candidato no significa que todas las facciones se activarán y trabajarán incansablemente para derrotar a Chávez. Tensiones y diferencias persisten y tendrán que ser reducidas.
Las ventajas de Chávez son bien conocidas. Controla todas las instituciones clave, tiene mucho dinero para gastar (gracias a altos precios del petróleo) para asegurar votos, y hacer campaña de manera formidable. Chávez mantiene una conexión emocional con muchos venezolanos pobres que ningún otro político -incluyendo Capriles- puede igualar. No se le debe subestimar.
De Chávez se puede esperar que retrate a Capriles como un candidato privilegiado que no entiende las preocupaciones cotidianas de los venezolanos pobres, que va a defender los intereses de las élites, y que tratará de restaurar el Venezuela antes de Chávez, marcado por crisis. También se vinculará a Capriles a una oposición que no siempre se ha comportado democráticamente.
En un país altamente polarizado, la campaña en los próximos ocho meses se centrará en tratar de ganar aproximadamente el 30 por ciento del electorado de Venezuela, alineados ni con Chávez ni la oposición. Estos son los llamados “ni-ni” los votantes que no están satisfechos con el desempeño del gobierno, pero tampoco están convencidos de que la oposición puede hacerlo mejor. Dentro de este segmento se librará la feroz batalla.
La situación en Venezuela sigue siendo incierta. La enfermedad de Chávez es un asunto oculto. El papel de las fuerzas armadas es también un misterio. Además, que Chávez acepte una derrota electoral y entregue el poder, es todavía una incógnita abierta y tema de intenso debate.
Este es el momento de Capriles y merece mucho crédito. Se enfrentó a candida tos competitivos y realizó una campaña inteligente. Pero Capriles sabe, mejor que nadie, que ahora viene la parte más difícil.
Publicado en El Colombiano.
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