miércoles, 3 de diciembre de 2014

JÓVITO, HÉROE CIVIL



Ramon Guillermo Aveledo

El heroísmo que reconocemos requiere virtud, soledad y martirio. El héroe, escribe Savater, “es la visión ética por excelencia”.
Omar Pérez, defensor del lector de estas páginas, hizo justicia a un héroe venezolano en su biografía de Jóvito Villalba, a cuyo homenaje acaba de invitarme el Concejo de Pampatar.
Entre nosotros, la manera de contar y aprender la historia, trenzada con retórica de ocasión y propaganda, tiene mucho de Venezuela heroica de Eduardo Blanco, novela romántica, epopeya marcada por hipérboles y epítetos. Y de la gesta por la Independencia pasamos a cualquier batalla, real o imaginaria, aunque sea en la tragedia de las guerras civiles. 
No desmerezco al guerrero pero Convit, Gabaldón, Prieto Figueroa, Fermín Toro, Cecilio Acosta, Pérez Alfonzo, Gallegos, Aparicio, Michelena, Narváez, Calvani, Teresa Carreño y Mendoza Fleury han construido más patria que toda la pólvora y la polvareda. 
Exaltamos el heroísmo bélico y subestimamos el heroísmo civil de los que educan, investigan, crean, hacen, informan, emprenden y, por cierto, de los que lideran o aspiran a liderar. Los del oficio más denostado, los políticos. 
Dejó Villalba constancia de su comprensión de la naturaleza intensamente contradictoria de la vocación que ejerció con entrega vital y elegancia en los modos: “El quehacer político, la política es pugna de intereses y competencia de ambiciones, pero es también, paradójicamente, trabajo por el entendimiento entre los hombres y la unidad de las fuerzas sociales. En esta aparente o real contradicción de sus fines residen su interés y su grandeza. Gracias a esta contradicción, en el tablero de la política se encuentra y alternan el rufián con el apóstol, el demagogo con el estadista y el tirano con el libertador; y la historia, que es en gran parte el discurrir de la política, nos presenta la sucesión de angustiosos momentos de violencia y caos con sublimes horas de afirmación e integración humanas…”.
Su vida nos pone cara a cara con la conciencia. Luchó sin descanso, defendió su manera de querer a Venezuela y su sueño de verla convertida en una sociedad pacífica, democrática, próspera y justa. Enfrentó tiranías y arbitrariedades sin otra arma que su palabra, sin disparar un tiro ni tirar una parada. Si eso no es ser valiente, que alguien me explique qué es el valor. Jóvito es un héroe civil. 

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