Pedro
Luis Echeverría
Nací y crecí en un hogar cristiano; fui
educado y formado bajo los preceptos de esa religión, no soy practicante de ella, por tanto, no asumo dogmáticamente
la defensa de las acciones y/u omisiones de la iglesia católica y sus
dirigentes.
Dicho esto, debo reconocer que la gira
por Cuba y Estados Unidos del Papa Francisco ha sido un verdadero éxito. Su
mensaje tanto en lo ecuménico, lo político y diplomático ha logrado plenamente
los objetivos de la visión y rol que, a juicio del Pontífice, debe observar y
jugar la institución que dirige y representa. Durante su gira, con
responsabilidad y acierto y usando un lenguaje persuasivo y firme, abordó los grandes
y graves problemas que confrontan la humanidad como un todo y particularmente
las sociedades modernas, igualmente, ofreció sus apreciaciones sobre los mismos
y demandó de las autoridades, parlamentarios, organizaciones sociales y público
en general la asunción, con absoluta transparencia y tolerancia, de las
responsabilidades que les correspondan para paulatina y conjuntamente tratar de
encontrar eventuales soluciones a las dificultades que enunciara, en beneficio
de la dignidad del hombre, especialmente, de los más necesitados y desposeídos.
Durante su periplo, ha tenido especial
relevancia, y así ha sido destacado por los medios y redes sociales, la
condición de "buen oficiante" del Papa para la normalización de las
relaciones USA-Cuba. Es evidente que ambos países, se han exigido mutuamente la
adopción progresiva de determinadas acciones que faciliten y conduzcan a la
esperada normalización; tales acciones no son de fácil aceptación e
instrumentación política, por tanto, la participación del buen oficiante,
en esas ocasiones, resulta clave para
desanudar entuertos negociadores y respaldar y fortalecer con su fuerza moral
las diligencias, para su puesta en práctica, que realicen las autoridades e
institucionalidad de ambos países.
El
adecuado desempeño de tan delicada y compleja función,le exige al Papa actuar con mucha cautela y estar consciente que su imparcialidad y la
percepción que de ella tengan sus
interlocutores, son el mejor respaldo para hacer efectiva su participación. En
tal sentido, conversar con los hermanos Castro, obviando pública y
transitoriamente sus crímenes y no conversar con la disidencia al régimen
pareciera que fueron acciones políticas del Papa, contempladas en su estrategia
y realizadas con miras a facilitar al gobierno cubano la adopción de las
medidas exigidas por los Estados Unidos para levantar el embargo. Las críticas
y reacciones negativas sobre las referidas acciones pontificias que han
manifestado algunos grupos e individualidades, representan el costo político de
la estrategia que el Papa consideró conveniente instrumentar para que no
sufriera menoscabo el inconmensurable servicio que está prestando al sufrido
pueblo cubano para contribuir a aliviar
sus carencias materiales y falta de libertades. Asimismo, el Papa sabe que Raúl
Castro detenta nominalmente el poder y que la influencia y capacidad de
coacción de su hermano mayor en las decisiones del estado cubano, aún siguen
vigentes; de allí, que las iniciativas papales para que la distención con USA
resulten positivas y convenientes, necesitan de la anuencia de los hermanos y
por ello, debe conversar y negociar con cada uno de ellos. Nadie, salvo los
actores involucrados, conoce el contenido y orientación de las conversaciones
que, en esta etapa de las negociaciones, sostuvo el Papa con la "nomenklatura"cubana,
por tanto, resulta injusta y desventurada la especulación que le atribuye al
Pontífice determinadas falencias u omisiones para descalificar su accionar
político.
En cuanto a los Estados Unidos, la
cálida, multitudinaria, amplia y alegre recepción al tiempo del gran apoyo
logístico que la administración Obama le ha dispensado a la visita del Papa
Francisco, hacen evidente la aceptación y el respeto que le merecen el
personaje y la intermediación de éste, en las conversaciones que mantienen con
Cuba para normalizar las relaciones bilaterales. La satisfacción del Presidente
Obama de haber podido contar con tan importante y eficiente aliado en el
desarrollo y consecución de las metas establecidas para sus políticas interna y
exterior, lo ha expresado de diversas
formas durante la visita del Papa. No cabe duda alguna que durante las
conversaciones privadas que el Papa ha sostenido con el Presidente Obama, le ha
transmitido a éste las más recientes posiciones de la Cuba castrista sobre el
tema bilateral, al tiempo, que le ha hecho saber el pensamiento y recomendación
papal sobre las mismas. Igualmente, las reflexiones del Pontífice sobre los
derechos de los inmigrantes y la preservación del medio ambiente han sido
coincidentes con la visión del Presidente Obama sobre esos acuciantes temas de
la política norteamericana y de la agenda de la actual administración de ese
país.La amplia cobertura que los medios norteamericanos han dispensado a las
actividades programadas en la agenda del Papa, resaltan la importancia que le
han asignado al ilustre visitante y destacan el interés que la opinión pública de ese país le ha otorgado
al contenido de su discurso; esto, contrasta fuertemente con la escasa atención
que el referido conglomerado mediático le ha brindado a la visita oficial, que
durante estos mismos días, realiza el Presidente de la República Popular China.
Por otra parte, las organizaciones que
agrupan al movimiento disidente cubano, tanto en aquel país como el residenciado en USA, han hecho algunas
críticas a las supuestas omisiones incurridas por el Papa durante su visita a
Cuba, no obstante, han expresado confianza en la gestión realizada y en la que
realizará en el futuro inmediato, el jefe de la iglesia católica y
abrigan esperanzas que éstas lleguen a feliz término para facilitar la
reconciliación y el reencuentro de las familias cubanas.
Hagamos votos que los buenos oficios papales realizados y por realizar por el Papa
en Cuba y USA fructifiquen y, más pronto que tarde, se alcance el insoslayable entendimiento
recíproco que no solo favorecerá a los países involucrados y a sus pueblos sino
que también extenderá sus positivos influjos al resto de nuestro continente.
Las
calles y avenidas de La Habana, Washington,D.C, Nueva York y Filadelfia se
colmaron de personas ávidas de ver y escuchar al representante de Dios en la
tierra y aclamaron con gran fuerza y entusiasmo al portador de un mensaje diferente,
pletórico de amor, sentido de equidad, esperanzas y de exigencia de un
tratamiento digno y justo para los individuos y los pueblos. Sus detractores,
que los hubo, fueron una minoría poco significante.
La
acción política de los Papas constituye una parte fundamental de sus mandatos.
En muchas oportunidades tiende a solaparse tal función con la parte espiritual,
de pastoreo de almas y de acción social que también deben realizar; esta
yuxtaposición de funciones a veces confunde y genera juicios de valor, desde la
vertiente ideológica de los opinadores, sobre la prioridad que los Pontífices
deben asignar a su gestión.
Pero,
por sobre cualquier otra consideración, Jorge Mario Bergoglio, el Papa Francisco,
durante su gira, con gran estilo y asertividad dio al César lo que es del César
y a Dios lo que es de Dios.
pedroluis.echeverria33@gmail.com
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