domingo, 27 de septiembre de 2015

Fraudes, tontos y mercados financieros
 
Photo of Robert J. Shiller
ROBERT J. SHILLER
 
PREMIO NOBEL en economía en 2013, es profesor de economía en Yale University.
 
NEW HAVEN – Adam Smith escribió su célebre frase sobre la “mano invisible”,  la misma que conduce a que la búsqueda del logro del interés propio de las personas dentro de mercados libres y competitivos lleve a que la sociedad avance en su conjunto. Y, Smith estaba en lo correcto: los mercados libres han generado prosperidad sin precedentes, para las personas y las sociedades, por igual. Sin embargo, debido a que podemos ser manipulados o engañados e incluso pasivamente tentados, los mercados libres también nos persuaden a comprar cosas que no son buenas, ni para nosotros, ni para la sociedad.
Esta última observación representa una importante adenda a la visión legada por Smith. Y, es una que George Akerlof y yo exploramos en nuestro libro: Phishing for Phools: The Economics of Manipulation and Deception.
La mayoría de nosotros hemos sido víctimas del “phishing”, conocido también como “suplantación de identidad”: hemos recibido llamadas telefónicas y correos electrónicos no deseados que se diseñaron para estafarnos. Un “phool”, es decir un “tonto”, es cualquier persona que no entiende plenamente la ubicuidad del phishing. Un phool ve ejemplos aislados de phishing, pero no aprecia el grado de profesionalismo dedicado a esta actividad, ni hasta qué punto dicha profesionalidad afecta la vida de las personas. Lamentablemente, muchos de nosotros nos hemos comportado como phools – incluidos Akerlof y yo, y es por esta razón que escribimos este libro.
El phishing rutinario puede afectar a cualquier mercado, pero nuestras observaciones más importantes están dedicadas a los mercados financieros – ya era hora de estudiar este tema, dado que desde el año 2009 existe un auge masivo en los mercados de acciones y bienes raíces, y desde el mes pasado hay turbulencia en los mercados mundiales de activos.
Tal como señala la lección aprendida por una gran cantidad de optimistas tras que sufrieron perjuicios, los precios de los activos son muy volátiles y ello involucra  un mar de phishes. Los prestatarios son seducidos y se los lleva a embarcarse en préstamos hipotecarios inadecuados; las empresas son despojadas de sus activos; los contadores inducen al error a los inversores; los asesores financieros diseminan narrativas sobre riquezas inexistentes a los cuatro vientos; y, los medios de comunicación promocionan aseveraciones extravagantes.
Sin embargo, los perdedores en las recesiones no son sólo aquellos que fueron engatusados. Se produce una cadena de pérdidas adicionales cuando se compraron dichos activos inflados con dineros prestados. En ese caso, las quiebras y el miedo a la quiebra generan una epidemia de nuevas quiebras, lo que a su vez refuerza el miedo. A continuación, el crédito se agota y la economía colapsa. Este círculo vicioso descendente que afecta a la confianza empresarial incluye habitualmente phishes que se descubren solamente después de que finaliza el período de exuberancia irracional– un ejemplo de esto es lo ocurrido con las víctimas del esquema Ponzi de Bernard Madoff.
Las epidemias, tanto en la economía como en la medicina, exigen una respuesta inmediata y drástica. La respuesta que dieron las autoridades a la Gran Crisis del año 1929 fue pequeña y lenta, y la economía mundial entró en una “Edad Oscura" que se prolongó a través de la Gran Depresión de la década de 1930 y la Segunda Guerra Mundial. La crisis financiera del período 2007-2009 presagiaba un resultado similar; sin embargo, esta vez los gobiernos y los bancos centrales de todo el mundo intervinieron con prontitud, de manera coordinada y, acertadamente, con un volumen alto de estímulo. La recuperación ha sido débil; pero, estamos muy lejos de ingresar a una nueva Edad Oscura.
Por esto deberíamos estar agradecidos. No obstante, algunos ahora argumentan que las autoridades fiscales y monetarias no deberían haber respondido tan rápidamente o con tanta fuerza cuando la crisis 2007-2009 entró en erupción. Ellos creen que la causa principal de la crisis fue lo que los economistas denominan como el riesgo moral: debido a que los tomadores de riesgos preveían la intervención de las autoridades para protegerlos en caso de que sus apuestas financieras salieran mal, ellos tomaron aún mayores riesgos.  
Por el contrario, nuestro punto de vista (respaldado por una gran cantidad de datos) es que los precios en rápido aumento, por lo general, reflejan la exuberancia irracional, con la ayuda y complicidad de los phishes. Quienes se comportaron con exuberancia irracional no estaban pensando en las ganancias que acumularían si las autoridades intervenían para mantener la economía y el flujo de crédito (o, en casos extremos, si realizan acciones para rescatar a su banco o empresa). A tales posibilidades se las consideraba como marginales dentro de la euforia que antecedió a la crisis de 2007-2009: aquellos que vendían a precios inflados obtenían ganancias; y, los compradores “sabían” que estaban haciendo lo correcto – incluso cuando no estaban haciendo lo correcto.
La renuencia en cuanto a reconocer la necesidad de una intervención inmediata durante una crisis financiera se basa en una escuela de economía que no tiene en cuenta la exuberancia irracional que yo he explorado en otros lugares. Dicha escuela ignora el marketing agresivo y otras realidades que afectan a los mercados de la era digital, que son aspectos que se examinan en el libro Phishing for Phools. Pero, se debe tener en cuenta que la adhesión a un enfoque que pasa por alto dichos aspectos es similar a que se proceda a la supresión de los departamentos de bomberos, con el argumento de que dicha supresión conduciría a que las personas sean más cuidadosas – y por lo tanto, los incendios dejasen de ocurrir.
Hace muchos años nos dimos cuenta, para gran pesar del mundo, lo que sucede cuando se permite que una epidemia financiera continúe su curso. Nuestro análisis indica que no sólo hay fuerzas endémicas y naturales que hacen que el sistema financiero se convierta en altamente volátil; sino que, también, se hace necesaria una intervención rápida y eficaz cuando se está frente a un colapso financiero. Tenemos que dar rienda suelta a las autoridades fiscales y monetarias para que tomen medidas agresivas cuando una turbulencia financiera se convierte en una crisis financiera. Una Edad Oscura más, es una Edad Oscura demás.
 
Traducido del inglés por Rocío L. Barrientos.

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