domingo, 20 de septiembre de 2015

MALANDROS 

RAMON PEÑA  
                                                                           
 
 
 
 
 
El arbitro electoral cohonesta la truculencia de colocar en el tarjetón de votación, a los lados de la tarjeta de la Unidad Democrática, otras tarjetas con denominación y color similares, con la palpable intención de confundir al votante. Se viola el Articulo 178 del Reglamento General de la Ley Orgánica de Procesos Electorales, el cual establece explícitamente que, para la constitución de un grupo de electores, “La denominación debe ser diferente a la que corresponda a las organizaciones con fines políticos ya inscritos o en proceso de inscripción”. De este modo, a su antojo, el organismo electoral se hace cómplice de una trampa, más propia de malandrines que de una institución de la República.
Los directivos del Banco Central de Venezuela no han publicado en lo que va de año una sola cifra sobre indicadores de precios al consumidor, Producto Interno Bruto, inversión o empleo. El articulo 31 de la Ley del Banco Central de Venezuela establece que “La gestión del BCV se guía por el principio de transparencia…debe mantener informada…a la población de manera oportuna y confiable… de las estadísticas que permitan disponer de la mejor información sobre la evolución de la economía venezolana…”. Pues no, a lo macho y porque no les da la real gana de revelar la miseria del país, ocultan los números haciéndose cómplices de los bribones responsables del desastre actual.
Sirvan ambos hechos para recordar que estas fueron dos respetadas instituciones democráticas. Aquel Consejo Supremo Electoral presidido por Carlos Delgado Chapellín o Manuel Rafael Rivero, de tal imparcialidad, que bajo su rectoría, de nueve elecciones presidenciales, siete las ganó la oposición. Recordar también aquel Banco Central que presidieron Benito Raúl Losada o Alfredo Machado Gómez, ente autónomo en la administración de la política monetaria y transparente en informar, periódica y oportunamente, los resultados de la gestión e investigación que realizaban sus calificados  profesionales.
Ahora, entre malandros nos vemos.
 

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