Calma y cordura
Maruja Tarre
Nunca he creído que Chávez sea un gran estratega o un brillante discípulo de Maquiavelo. Pero entre las enseñanzas que recuerda de la Escuela Militar, está sin duda la idea de provocar al adversario y llevarlo a cometer errores irreparables. Esta táctica bastante primitiva la ha empleado repetidas veces y, hay que reconocerlo, ha tenido éxito hasta ahora. Por eso en este momento, cuando interna y externamente Chávez está sin duda debilitado, es preocupante oír voces impacientes que sugieren atajos no democráticos para salir del autócrata. Chávez es el peor gobernante que ha habido en la Venezuela moderna. Su Gobierno no es democrático y él mismo ha hecho todo lo que está a su alcance para acabar con la democracia. Pero la oposición sí es democrática. Los más viejos nos formamos y crecimos en democracia. Los jóvenes están en la calle valientemente buscando el restablecimiento de la democracia perdida. No se puede permitir que su lucha abierta y franca sea opacada por voces que reclaman intervención de los militares y critican continuamente la actuación de los líderes políticos. A nivel internacional a Chávez se le considera ya un esperpento en vías de desaparición. Creo que esta apreciación no toma en cuenta el poder que todavía acumula el caudillo criollo. Pero esa opinión pública mundial cambiaría totalmente si Chávez logra presentarse, como lo hizo después del 11 de abril, como víctima de una oposición golpista, militarista, que no cree ya en las elecciones para lograr cambios. Esa posición de víctima, que tan buen resultado le dio en ocasiones anteriores, es exactamente lo que él está buscando. ¡Bajo ningún respecto debemos complacerlo! A pesar de las provocaciones, a pesar de las inevitables trampas, lo nuestro es la vía electoral.
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