martes, 19 de enero de 2010

Desarrollo e historia: visiones alternativas
Elizabeth Burgos

Domingo, 17 de enero de 2010

Amartya Sen, premio Nobel de Economía (1998), nació en 1933, en Santinikitán, actual provincia de Bengala, es uno de los intelectuales indios más conocidos y respetados en el mundo. En la actualidad es profesor en Oxford y en Harvard, en donde ocupa una cátedra de economía y otra de filosofía. Vive entre la India, Gran Bretaña y Estados Unidos. Actualmente de visita en Francia con ocasión de la publicación en francés de su obra, La idea de justicia, cuya temática y la manera poco conformista y original de abordar el tema, está en fase de convertirse en un acontecimiento literario del momento.

Uno de las grandes novedades de la obra, dedicada al pensador John Rawls, son precisamente sus fuentes de inspiración y las referencias a pensadores provenientes de diferentes culturas, y pertenecientes a diferentes épocas. Una manera de proceder que ilustra al pensador capaz de abordar el tema humano desde la perspectiva de su globalidad histórica. Al igual que su compatriota, el historiador Sanjay Subrahmanyan, especialista de la historia de los imperios, forjador de la noción de “conneted histories” (historias conectadas), comparte la visión de enfocar su lente de pensador, de lo local a lo universal, sobrepasando el marco estrecho de las historias nacionales, al mismo tiempo que pone en su sitio al eurocentrismo que ha erigido la versión de que Europa es la única depositaria de los valores universales, como por ejemplo, el de la democracia. Al provenir ambos de una cultura milenaria, en donde puso pié el imperio británico, abriéndoles así las puertas de la cultura occidental, y además de poseer una inmensa erudición, ambos navegan con gran facilidad, entre las diferentes corrientes de pensamiento que han forjado el pensamiento universal, tanto de aquí como de allá.

Sanjay Subrahmanyan se rebela contra una visión lineal de la historia que estipula que conocer la historia de Europa significa conocer la historia del mundo lo que atribuye a un sobresalto de “nostalgia imperial”. Pero al mismo tiempo, rechaza el “mito” impuesto por los estudios post-coloniales que estigmatizan la historia y la conciencia histórica que consideran atributos negativos de la “modernidad” y le atribuyen todos los males que aquejan las sociedades contemporáneas. La centralidad que le otorgan al papel de Europa, los lleva a reducir el resto del mundo no europeo, al estado de víctima, configurándolos en el papel de subalternos, que reaccionan al ritmo de las iniciativas europeas. Al final, forjan una visión exótica de todo cuanto no es considerado como Occidente, que al final consiste en una imagen invertida de Europa, postura que plantea la escritura de la historia en los países que han sido sometidos al régimen colonial. Para los países ex colonizados, la historia se reduce a la historia colonial, y a las gestas independentistas, como si nada hubiese existido antes, y como si ese antes, no tuviese incidencia en la historia contemporánea. El papel de víctima, exige simplificar los hechos, e idealizar el pasado.

En cuanto a Amartya Sen, en su obra magistral La idea de justicia, la perspectiva de su mirada, lo llevan a desbordar el marco de su disciplina, la economía, y deambular por la filosofía, para poder definir los parámetros culturales planetarios en los que vivimos actualmente. Sen somete a crítica la tendencia de definirse según los parámetros estrechos de la religión o de la pertenencia nacional. Proceso que él califica de “reducción de los seres humanos que obliga a optar por un ser unidimensional, opuesto a todo cuanto provenga del exterior”. Identificarse con una cultura o una pertenencia nacional, no es que sea un mal en sí mismo, al contrario, significa poseer un “capital social”. Sin embargo ello no debe impedirnos definirnos en términos más amplios, pues pertenecemos simultáneamente a muchas gamas de categorías.

Él mismo se define como “asiático, ciudadano indio, bengalí de origen bengladí, ciudadano americano o británico, hombre feminista”. Pertenecer a una sola categoría, vuelve vulnerable ante la manipulación provenientes de los partidarios del chauvinismo étnico, causa de tanto derramamiento de sangre a través de la historia. Es su propia historia lo que lo incitó a interesarse por la relación entre identidad y violencia. En su infancia, fue testigo en la India de enfrentamientos violentos sucedidos entre comunidades. De igual manera se interesó por el estudio de la pobreza por haber presenciado en su infancia en Bengala, la hambruna que azotó a población.

Para él, se trata de una actitud que se desprende de una interpretación errónea de la historia según la cual la sociedad moderna es sinónimo de la cultura occidental. Un ejemplo son las ciencias matemáticas consideradas como invención occidental, mientras que en el siglo V, el matemático indio Aryabhata poseía conocimientos de trigonometría, y experimentaba modelos de atracción y de gravitación y creaba teorías acerca de la rotación de la tierra, mucho antes que en occidente en donde se debe recordar que Giordano Bruno fue quemado vivo en el siglo XVI, coincidiendo esa fecha con la codificación jurídica del gran emperador mongol, Akbar, de los derechos jurídicos de las minorías, incluyendo la libertad de religión. De igual manera, la noción de democracia y de libertad individual, tema que trató en su obra, La democracia no es un invento de occidente, existía en la India desde el siglo IV antes de la era cristiana. En definitiva, la “historia de los valores de los que se nutre el euro centrismo es relativamente reciente”, afirma sin inmutarse.

Su visión planetaria de la cultura, se contrapone a la teoría del “choque de civilizaciones” propuesta por teóricos occidentales, como también a la de los integristas islamistas, que rechazan en bloque los valores occidentales.

Pero es en el estudio de la pobreza y de cómo resolver los problemas del desarrollo que Amartya Sen se ha distinguido en los últimos tiempos.

A grades rasgos, la evolución de su pensamiento económico se encamina hacia lo social y político a la lectura de John Rawls la que le inspiró una postura crítica acerca de la evaluación común del bienestar a partir de lo cual, forjó su propia visión de la distribución de la riqueza.

La evolución de su pensamiento lo conduce a abandonar el ámbito “utilitarista” inspirado de Rawls, y se orienta hacia la noción de entitlements, los bienes que se poseen susceptibles de ser canjeados, que amplía hacia el concepto decapabilidad, que serían las posibilidades reales que poseen los individuos de ser y de hacer aquello que aspiran. La pobreza y el hambre son analizadas como una incapacidad de procurarse medios de control sobre sus dotaciones, impidiendo convertir esas fuentes en fines. Las características personales cuentan, (mentales, físicas, sexuales), como también las oportunidades sociales que rodean al individuo y que definen so posición en el seno de su comunidad que Sen llamafunción de utilización.

La evolución de su pensamiento económico se orienta, del concepto decapabilidad al de libertad. Su visión del desarrollo se vuelve liberal: la libertad constituye tanto un medio como un fin del desarrollo el cual refuerza las libertades esenciales, y no solamente el simple crecimiento de la riqueza. Su postura se vuelve política al proponer el modelo democrático como el terreno político del desarrollo, al mismo tiempo que va más allá de ese marco, orientándose hacia una postura que otorga la centralidad a lo humano.

Para Sen, la economía es ante todo una ciencia social y moral, que incita a una reflexión de una teoría económica de la justicia. Tomando como fuente de inspiración, La riqueza de las naciones, ha contribuido a rehabilitar a Adam Smith y a eximirlo de la acusación de neoliberal que se le ha adjudicado, acusándolo de indiferencia ante la sociedad y los conflictos políticos.

Las políticas que consisten en la ayuda o en la incitación al consumo, no conllevan la salida de la pobreza. Se trata de dotar a las personas de un poder de decisión y de utilización de sus recursos para que los pongan al servicio de su bienestar y de la vida que desean llevar. Sólo así las políticas del desarrollo son susceptibles de transformarse en crecimiento económico.

Cuánta falta haría se conociera el pensamiento de estos ilustres indios que ayudarían a salir del encierro neurótico de las historias nacionales y de las aberraciones de economías mesiánicas.

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