Acoso al ciudadano: cultura de la escasez
Marta de la Vega
Los
mejores economistas venezolanos han explicado hasta la
saciedad las causas de la inflación, agravada por controles de
precio generalizados que agudizan la escasez asociada a la producción
estancada y al exceso de dinero circulante. El gobierno arropa
con importaciones masivas la poca oferta de bienes por falta de
incentivos a la producción nacional y a la inversión. Y habla
de "guerra económica".
En busca de efectismo electorero, ordena bajar los precios de
los bienes suntuarios e incita a la población a satanizar a comerciantes
y empresarios, despectivamente llamados "burguesía
parásita", a quienes culpa de causar el deterioro económico
por la especulación y la usura, en vez de ver los efectos
devastadores de su actual política económica sobre el aparato
productivo interno, salarios y capacidad adquisitiva de las
mayorías.
Productos electrónicos y electrodomésticos sí; pero Maduro no
toca los bienes de primera necesidad, incluidos los medicamentos,
cuya escasez es irreversible y creciente, calculada hoy en más
de 20% por el Banco Central de Venezuela, porque sabe que no hay
cómo hacer "que los anaqueles queden vacíos" de
productos inexistentes, ni tampoco acusa a los revendedores informales
de los precios especulativos que sí ponen a productos regulados
de consumo, porque, en un país con más de 45% de desempleo
camuflado en la buhonería, son un importante mercado electoral.
No hay aún cartilla de racionamiento, como en Cuba. Pero de
facto, las largas colas ante supermercados o tiendas pequeñas,
bajo el sol o la lluvia inclementes, para comprar leche, pollo,
aceite, etc., o las romerías de farmacia en farmacia, son signos
de que los productos básicos están racionados y si se consiguen,
los comerciantes imponen restricciones en la cantidad comprada,
cual policías de control de consumo. Acoso al ciudadano.
No es con amenazas y persecuciones como se construye
convivencia democrática. No con declaraciones de guerra va a sanar
la economía. El gobierno tiene que empezar por entender que las
regulaciones de precio, el férreo control de cambio, la imposibilidad
de obtener divisas para insumos o bienes importados incrementan
el riesgo de los empresarios y generan una mentalidad
inmediatista que se desboca para recuperar la inversión. Así, el
sobreprecio y la ganancia exagerada. No por "malucos"
los vendedores, sino por las distorsiones y efectos perversos de
políticas económicas equivocadas.
Donde hay competencia se reduce la ganancia porque el riesgo
de nuevos competidores con precios más bajos sirve de barrera.
Donde hay libertad de consumo, crece la producción y se
diversifica. El peor acoso al ciudadano es la incesante renta
petrolera controlada por el gobierno, para dominar al ciudadano y
tapar el desastre económico
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