Editorial Tal Cual
No somos muy proclives a hacer pronósticos, mucho menos en la situación actual que lo menos que se puede decir es que es muy babosa. Pero hay una buena cantidad de registros y hechos que parecieran indicar que la salud política del señor Presidente no es muy estable.
Por ejemplo, dos importantes personajes de la historia chavista, y que en diverso grado habitan todavía su periferia, han sido verdaderamente apocalípticos en artículos recientes aparecidos en la muy oficialista Aporrea.
Felipe Pérez, ex ministro de Planificación, que aún se considera chavista, hace una crítica tan demoledora de las políticas económicas del gobierno que hasta piensa que Maduro, Merentes y Giordani deberían ir presos (sic) y concluye de esta manera terrible: “He conversado con militares de inteligencia, que monitorean estas cosas, tanto en el pueblo como en la fuerza armada, y me dicen que la cosa se cae.
El descontento generalizado no es solo en el pueblo, sino en la fuerza armada. Llega a grados inverosímiles de ira y rechazo. Ya no aguantan más. Y con razón”. El otro personaje es Heinz Dietrich, otrora primer teórico del reino y luego marginado, creador del remoquete de Socialismo del siglo XXI, que dice: “Si no toman medidas inteligentes y drásticas de manera inmediata en lo económico y político, tiene los meses contados”.
Duras premoniciones que no vienen, ciertamente, de la “ultraderecha amarilla”, “el triángulo del mal” y seres parecidos.
El muy agudo analista Fausto Masó en su último artículo sabatino, evocando los desvaríos animistas de Maduro, pájaros y rostros subterráneos verbigracia, llega a la conclusión de que “Maduro es el piloto enamorado de lo infinito en un avión que vuela en medio de rayos y truenos; nosotros somos los pasajeros. Cualquier día nos estrellamos porque a Maduro se le aparece Chávez en el cuadro de instrumentos. Ojalá que en el chavismo haya gente cuerda que acepte una salida política a esta situación de locos”. Lo cual suena muy tajante psiquiátricamente hablando y recuerda aquel antiguo slogan que voceaban manifestaciones enormes: “al loco le falta poco”.
Aparte de tan explícitas afirmaciones que son ya moneda circulante, hay muchos de esos síntomas menores que parecieran indicar, más allá de los grandes y aterradores guarismos de la crisis económica, un desajuste nacional bastante agudo. Cosas como esa especie de motines que se dan en los supermercados, hasta en los sifrinos, por hacerse desesperadamente de las mercancías escasas y que han ocurrido hasta en las Ferias gubernamentales, como esa que pagaron tres periodistas de 2001 que cayeron en las feroces manos de unos militares gorilas.
O esa quema del CICPC de Carúpano hecha por el pueblo, por Fuenteovejuna, a causa de cuatro muertos que consideraban víctimas inocentes del ente policial. O la propia policía atacando la Fiscalía y las mismas instalaciones policiales en Monagas por un exabrupto jurídico a propósito de un compañero asesinado, para citar situaciones muy anómalas aun para un país donde el delito impera por doquier y ha adquirido las más insólitas formas. Y podríamos seguir citando ejemplos de esos extraños signos de descomposición y conste que no creemos en pava ni nada parecido.
Esto es una cosa seria con la cual no se debería jugar si queremos seguir siendo demócratas y recordamos lo nefasto, para todos, que puede ser un gobierno militar, aunque el que tenemos se le parezca mucho más que lo primero que pareciera sugerirse. Por eso traemos a colación esta alarmante sintomatología. El gobernante iluminado por el que se fue debería tomarla muy en cuenta.
Por: Fernando Rodríguez
Politica | Opinión
Diario TalCual
lunes 05 de noviembre de 2013
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