domingo, 3 de noviembre de 2013

PERFECTOS IDIOTAS
              Ibsen Martínez
El   adversario no es el neopulismo militar caudillista de extrema izquierda premoderna, vulgo chavismo, sino la estupidez humana.
Siendo así, y estoy seguro de que es así, no son muchas las posibilidades de que los resultados del 8D cambien el curso de las cosas. Al contrario: la estupidez humana  es omnipresente y, en ciertas condiciones de presión y temperatura, es omnímoda y omnipotente.
Me apresuro a decir que, en mi caso al menos, esta observación no resulta melancólica; al contrario, obra como   acicate para optar jubilosamente  por el llamado “exilio interior”, mientras llega la hora del apaga y vámonos, con o sin dólar Cadivi.
Mi exilio interior favorece el trato frecuente con Bach, Prokofiev y Monteverdi, los libros de Richard Ford,  la colección  de mitologías irlandesas recogidas y glosadas por el gran W.B.Yeats en traducción de Javier Marías y, last but not least,  la soberbia novela de Juan Gabriel Vásquez, Las reputaciones.
Y apartarse del embrutecedor hábito de antologizar con  pasmo las  cotidianas asnadas de Nicolás Maduro et alii para satirizarlas gozosamente en un articulito de fin de semana y renovar con ello el fútil esfuerzo de predicar entre conversos que plena las páginas de opinión venezolanas.
2.-
Un episodio reciente me mueve a escribir lo que llevo dicho sobre la omnipotente estupidez de los humanos. Figurará en mi autobiografía intelectual como “el día que fui a unos  almacenes a comprar tela para unas cortinas”.
Un día fresco y soleado de principios de octubre me fui caminando hasta el centro comercial que alberga los almacenes, llevando en el bolsillo las medidas que había  tomado una  señora que vive en Los Manolos y cose e instala cortinas.
Como tenía clara idea del color y la textura, fui derechito y encontré lo que buscaba. En el proceso trabé conversación con una guapa y amabilísima dependiente. Me resisto, para describirla,  a usar voz tan burocrática como  “afrodescendiente”.
Imparto, pues, sin melindres, que hablo de una negrona muy buenas tardes, cuarentona y suculentamente rolliza, no muy tetona pero con un culamen  sobre el que se podrían cascar nueces  y, para colmo de encantos,  dicharachera y simpaticaza.  Invito ahora al lector a sentirse más cómodamente en la escena.
Todo fluía, todo iba razonablemente bien, hasta que pregunté el precio por metro de la tela escogida. La negresse  se santiguó y antes de darme el precio se lamentó de lo caro que está todo, sin eximir el consabido “yo no sé, señor, adónde vamos a llegar; esto está que ya no es posible” et cétera.
El objeto de sus lamentaciones pasó de los textiles suntuarios la cesta básica y entonces me contó, horrorizada,  del motin que el día anterior se habia suscitado en el Central Madeirense del centro comercial cuando llegó un lote de leche La Pastoreña y hubo que llamar a la Guardia del Pueblo.  Entonces, creyendo estar haciéndome el empático, dije en tono zumbón: “Así es, chama, pero no te quejes: tenemos patria”. Contra lo que esperaba, a la Mulata de Tal no le gustó nada el chistecito.
Su musculatura toda se tensó; el ceño y   su voz, hasta  ese momento cantarina,  se oscurecieron. Arrugó la nariz como si le hubiese dado a oler un container de Pudreval.  Y me espetó, minuciosamente,  su personal versión del mundo según Maduro & Arreaza : Sí hay una guerra económica, no hay dólares para la leche  porque todos se los llevan los viajeros “raspatarjetas”, los portugueses, en especial los madeirenses, son genéticamente acaparadores de papel higiénico y, en fin,  todo ese jazz.
¿Una talibana poschavista ? ¿Una líder integrista del Psuv? Lo dudo, pese al tono de telepredicador pentecostal, tan chavista-madurista,  con que me puso en mi sitio. Más bien me inclino a pensar que la buena mujer, su formidable culo y sus creencias, engastan  todos en lo que los doctos investigadores Mendoza & Montaner & Vargas Llosa describieron, ya desde 1996, como el perfecto idiota latinoamericano.
3.-
Esta cepa de idiota cultiva un  victimismo,  muy propio de la región, que achaca  todos sus males a los Estados Unidos y a los ricos,  al tiempo que cree poder alcanzar el bienestar general repitiendo siempre el mismo proceso que acaba irremediablemente empobreciendo la sociedad: acrecentando el poder de Estado ( en nuestro caso, una satrapía militar, nigerianemente forajida) y entregándole  ese poder a un caudillo igualmente idiota o a sus herederos.
Este tipo de victimismo colectivista es mayoritario en el continente y explica la pervivencia de aberraciones estatistas como el posperonismo polimórfico y el madurismo procubano.
Tiene una característica que lo hace bastante inexpugnable: su tasa de natalidad es superior a la de la gente sensata.
Al respecto, termino con una máxima de Carlo Cipolla, historiador  económico de renombre mundial, autor de un modélico estudio sobre la estupidez humana, vertido en máximas o “leyes” de fácil recordación.
Dicho estudio se titula, precisamente, Las leyes fundamentales de las estupidez humana, y  recomiendo calenturientamente su lectura.
La ley fundamental que rige la estupidez humana reza: “Siempre, e inevitablemente, cada uno de nosotros subestima el número de individuos estúpidos que circulan por el mundo”.
Una definición crucial define a la persona  estúpida como aquella que “causa daño a otra persona, o grupo de personas, sin obtener, al mismo tiempo, provecho para sí, o incluso obteniendo un perjuicio.”
La Cuarta Ley Fundamentalde Cipolla dice: “ Las personas no-estúpidas  subestiman siempre el potencial nocivo de las estúpidas.”
La Quinta Ley tiene un corolario: “El estúpido es más peligroso que el malvado”.
Sígamos riéndonos de Maduro y su denuncia victimista de una guerra económica.
A ver qué tal nos va el 8D;  a ver cuál de los idiotas reirá de último y mejor.

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