Fausto Masó
Respetamos al que no cedió frente a la tortura, nos preguntamos cuál hubiera sido nuestra actitud frente a tamaña prueba, admiramos al que no denunció a sus compañeros, arriesgó su vida por salvar la de otros; pero tal actitud nos impresiona más al conocer por sus memorias el caso de un Américo Martín que nunca miró por encima del hombro a los que fallaron en esa hora, y confiesa que le repugna despreciar a los derrotados por la tortura, porque entiende el dolor moral que soportan toda la vida, un Jean Mery se suicidó por no soportar el recuerdo de la humillación que le infligió la Gestapo. La tortura convierte a la víctima en un trapo moral. Ese no fue el caso de Américo, porque no se quebró y porque prefirió comprender antes que reprochar a los que fueron débiles ante el dolor.
Todo esto lo cuenta Américo en sus memorias con un pudor que habla muy bien de él como persona. Casi obligadamente describe por primera vez la experiencia inhumana que sufrió; la narra para ser fiel a su pasado y escribir sus memorias poniendo su corazón al desnudo, y de esta forma vuelve sus memorias un documento fundamental para comprender el pasado, y el presente, de Venezuela.
Dice Martín en sus memorias: “…Será la primera y última vez en hablar pormenorizadamente de la dura prueba a que me sometió el régimen militarista, como lo haré a continuación. Me ha costado enormemente tratar este tema, dar detalles más allá de algunas referencias sueltas hechas por mí en el pasado. Aparte de satisfacciones íntimas por la conducta que asumí, me resulta doloroso recrear esos episodios, y repugnante mirar altivamente a quien no haya podido resistir la tortura, algo tan difícil, esa mezcla de horror, impotencia y soledad”.
Américo se refiere a la posición que asumió a los 19 años de edad frente a sus torturadores de la Seguridad Nacional, mientras era sometido al ring, las palizas y la corriente aplicada en la ingle para hacerlo delatar a sus compañeros de lucha; la alegría con la que recibieron los presos el fin de la dictadura de Pérez Jiménez.
Ahora es cuando y La terrible década de los 60, los dos tomos de sus memorias, rescatan la continuidad de la lucha democrática entre el perezjimenismo, la guerrilla y su batalla actual frente al militarismo del siglo XXI.
El libro estará en la calle en los próximos días, en dos tomos que se editan al mismo tiempo, algo poco usual en el mundo editorial pero que agradecerá el lector.
Nicolás Maduro quisiera reducir la historia de Venezuela a la guerra de Independencia y al chavismo, ignorando de paso a los próceres civiles, a los verdaderos fundadores de la patria, a aquellos que soñaron con una democracia civil y se opusieron al militarismo naciente; intenta olvidar que los principales dirigentes de la guerrilla reconocieron su error político y hoy están luchando contra el militarismo.
Américo combate por el derecho de votar. Si vamos a votar, los votos se contarán: todavía ni un testigo de mesa ha dicho que el conteo posterior de las papeletas de votación le arrojó un resultado distinto al de las máquinas. Hay que votar, pues. No votar es rendirse. La verdadera trampa de este traidor CNE es ocultar que el voto es secreto, ayudar de mil formas al gobierno porque sabe, perfectamente, que si los venezolanos votan, los votos se contarán.
Ahora es cuando hay que ir a votar.
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