sábado, 14 de diciembre de 2013

ELECCIONES DE ALCALDES:BALANCE FINAL


             Alonso Moleiro


etropolitana, Libertador, Maracaibo y Sucre-, la oposición obtuvo tres. El trofeo de la Alcaldía Metropolitana, como el de Barinas, Valera, Valle de la Pascua y Maturín, son haberes políticos con una entidad especialmente significativa. La oposición es una realidad abrumadoramente mayoritaria en estados como Táchira, Lara, y, también, retiene con claridad Miranda y Carabobo. La MUD da de forma inequívoca un paso: obtiene 78 alcaldías, casi todas enormemente pobladas, que superan las 54 del lustro anterior. De las diez ciudades más importantes de este país, siete son de la MUD. 

Nada de esto nos impide apreciar el envés de la moneda: La tarjeta del PSUV, y la de sus aliados, superó nuevamente los números de la MUD. Uno de los grandes logros de la consulta del 15 de abril consistía en la circunstancia de que la tarjeta de la MUD había superado por primera vez la del PSUV. Eso, entre otros detalles objetivos, hizo suponer a mucha gente que la ventaja de Capriles sobre Maduro en la simpatía popular ­una realidad todavía hoy viva en las encuestas­ se había consumado. El apuro del PSUV por salir del tema, y la renuencia del CNE a contar las papeletas de votación para honrar la confianza pública, sembraron la idea del fraude en muchas personas, y con toda razón. 

El PSUV tiene en su poder unas 240 alcaldías, junto a un puñado más de sus aliados; retuvo el municipio Libertador; ciudades grandes, como Maracay y Ciudad Guayana, Barcelona y Puerto La Cruz; el municipio San Francisco y la mayoría de las ciudades de mediano tamaño del país, incluidas Los Teques, La Victoria, Puerto Cabello, San Carlos, Coro o San Felipe. Un amargo testimonio que da fe de que la dolorosa decadencia de la nación no termina de fisurar la fe en el chavismo en un parte del país decreciente, pero todavía muy grande. El recado de cómo ha decaído nuestra sociedad. 

Un curioso ocho por ciento con vida propia, distanciado de ambos bloques, un particular cacho que le sale a la polarización, integra el ítem "otros" en estas elecciones de Alcaldes: partidos políticos regionales e independientes, liderazgos específicos, que decidieron en esta ocasión caminar por su cuenta, integrados a la órbita cultural de la oposición, aunque de manera clara desobedeciendo los dictados de la MUD. La oposición tiene alentadores haberes, pero la conquista más codiciada, que consistía en el enfrentamiento entre los dos bloques políticos, con sus tarjetas, y con sus aliados- (44 a 40 a favor de los rojos, en el primer caso, y 49-43, también, en el segundo) se la lleva de nuevo el chavismo. 

Una realidad electoral que no contradice a otra, política y aritmética: el 8 por ciento desobediente es una mutación, que, sobre todo, vive en los espacios de la oposición. El resultado es una réplica, con algunas aristas nuevas, de la realidad electoral del 15 de abril. La consagración del empate vigente, el dato más relevante de las elecciones. El que demuestra que la baja de votos de las elecciones de gobernadores tuvo motivos estacionales. De alguna forma, también, eso lo estaban diciendo las encuestas. 

El resultado puede ser digerido por la ciudadanía, que toma lo bueno de lo sucedido, y en virtud de ello, entre la población opositora no cunde la depresión. 

La oposición, sin embargo, necesitaba la victoria política para tomar el 2014 como se lo había propuesto: en sus términos. 

Ese objetivo, medianamente pospuesto, ahora está en entredicho. El chavismo tiene argumentos formales para suponer que lo que quiere hacer lo podrá hacer, si bien el poderío político y la autoridad sobre la nación de Nicolás Maduro es muy modesta si la comparamos con la de Hugo Chávez. El gobierno chavista tiene un gravísimo problema económico gracias a sus estúpidas decisiones y medidas y eso cada vez podrá ser menos disimulado. Esa circunstancia le resta capacidad de maniobra. Lo cierto es que, aún a pesar de eso, intentará remar en la dirección que todo el mundo conoce y se detendrá sólo si la determinante mayoría de la nación le pide que lo haga. 

Por eso es que la reingeniería de la MUD es en este momento técnicamente una emergencia. La oposición subsiste sobre el mar de fondo de un poderoso descontento popular y tiene algunos liderazgos que ya están interpretando con inteligencia y talento sus angustias y objetivos. En particular, tiene uno: el de Henrique Capriles, el dolor del cabeza del chavismo, el cual lo odia y le teme, al cual, ya que nadie en particular puede negar la pertinencia de su arraigo, se le ataca con injusticia o se le demoniza de forma deshonesta y grotesca. 

La precariedad de la estructura y la naturaleza de las alianzas de los factores internos de la coalición opositora, junto a un pobre trabajo de agitación y opinión pública, demandan una recomposición urgente de su estructura. Independientemente de que sea cierto de que el papel cumplido por la MUD hasta la fecha tiene méritos innegables y presenta logros de consideración. A la MUD es necesario recrearla. 

Nos espera un 2014 lleno de contrariedades y complicaciones. De la capacidad organizativa y agitadora de la oposición y el descontento social para hacerse oír ante el país dependerán muchas cosas a futuro. Las posibilidades y la fuerza social se mantienen. Vendrán nuevos escenarios y hay cosas que se pueden precipitar en el país. Entre otras, la crisis económica. No muy lejos se aproximan nuevos escenarios electorales y oportunidades. 

Mantener la paz pública, los procedimientos pacíficos y el camino constitucional deberá seguir siendo, como hasta ahora, un norte fundamental y una prioridad. 

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