jueves, 26 de diciembre de 2013

LOS DÉFICITS DEL NUEVO AÑO

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Luis Ugalde  sj

El NACIONAL

Cada uno de los dos bloques de votantes resaltó los éxitos obtenidos en las elecciones municipales y sus motivos de celebración. Ahora hay que ver con qué se cuenta para el largo desierto que Venezuela debe atravesar. De los más de 19 millones de electores, 30% votó por el gobierno y otro 30% por la oposición; hay un inamovible 20% de no votantes, que ni suma ni resta, y 20% eligió la abstención. Maduro por ahora salió fortalecido y ese fresquito le vendrá bien a la entrada del infierno de enero. Ya es hora de que unos y otros pasen a ver lo que les falta.
La oposición tiene que fortalecer la unidad, no disputarse el vaso medio lleno y establecer una estrategia sociopolítica para este tiempo de dos años sin elecciones previstas. Debe preocuparse por la lentitud de su avance en zonas como el oeste de Caracas, Oriente y Guayana, y fortalecer los triunfos en donde los ataques fueron más viles y mayor el abuso y la persecución del poder. Surgen, aquí y allá, en el territorio considerado chavista, alcaldías opositoras como prueba de que todo es permeable, si hay un buen trabajo sociopolítico con los más pobres.
Pasada la página electoral, al régimen le caerán encima los graves déficits del nuevo año. Tan graves que no puede afrontarlos solo con el apoyo de sus seguidores voluntarios; lo que acentúa su tentación de hacer uso pleno del poder dictatorial que tiene; pero este camino significa el fin del cuento de una Venezuela multitudinaria feliz con la “revolución”. 30% de electores es algo menos que el total de empleados y receptores directos de cheques gubernamentales, sumándoles un familiar. Ni el brutal uso de los poderes públicos, ni el control descarado de los medios de comunicación, ni el “dakazo”, dieron para más; lo que evidencia que con votos verdaderamente libres, solo 20% de los venezolanos apoyaría al gobierno y todavía menos respaldan el propósito de imponer el socialismo estatista a la cubana con los inconstitucionales Plan de la Patria, poder de las comunas atadas a la Presidencia, currículo escolar obligatorio para indoctrinar y fabricar socialistas-estatistas con una economía y medios de comunicación en propiedad exclusiva del partido de gobierno.
Hay muy poca agua para el largo desierto al que entramos en enero con los obligados aumentos de gasolina, electricidad, agua; reducción del déficit fiscal y una enorme devaluación del bolívar que empobrecerá aún más los salarios. Es imposible avanzar con una economía improductiva, con una grave escasez de dólares, traducida en carencia de productos. La prueba electoral pasada es un juego de niños al lado de lo que le espera ahora a Maduro. La oposición tiene que olvidarse un poco de lo electoral, del pase de pequeñas facturas mutuas y de las angelicales constituyentes, para dedicarse de lleno al trabajo socio-político constructivo con la población y su vía crucis diario.
Todo se agrava con un gobierno que carece de capacidad gestora y de autoridad moral para resolver los problemas y obligado a pagar el costo político. El único camino sensato y democrático sería que de verdad el gobierno renunciara al insulto, a la mentira, a la descalificación y a la pretensión de imponer una sociedad totalitaria, y abriera el diálogo de fondo con todas las fuerzas sociales, políticas, económicas y espirituales para ver cómo salimos con vida y esperanza de este laberinto. No se puede pedir que la Iglesia se preste a farsas de diálogo mientras el gobierno practica el apartheid político, excluyendo como leprosos a sus oponentes y cortando descaradamente las legítimas competencias de los gobernantes opositores; la Iglesia debe contribuir con el Evangelio y la verdad a una resurrección nacional. Las armas de la República solo se justifican para defender la democracia y no el abuso del poder y la implementación forzosa de un régimen de miseria, sin ciudadanos libres y sometidos a una minoría que usa el Estado como su propiedad privada.
Es patente la necesidad de subir la gasolina, pero es de necios aceptarlo sin exigir a cambio cuentas limpias, uso transparente del ingreso adicional para programas concretos. Pagar por el tanque de gasolina 40 bolívares en lugar de 4 es caminar en la dirección correcta, pero el ingreso adicional viene conectado con un ambicioso programa educativo para la población más pobre y con el mejoramiento de la salud pública en ambulatorios y hospitales y con una expresa auditoría social sobre ese ingreso adicional.
Con la bendición de Dios, será un feliz año nuevo si hay reconstrucción nacional, con reconocimiento mutuo, y con Simonovis y otros presos políticos en libertad.

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