viernes, 20 de diciembre de 2013

LA REUNIÓN DE MADURO CON LOS ALCALDES DE LA OPOSICIÓN

Simón Bocanegra

Talcual

Al César lo que es de él. Hay que reconocer que el gesto de Nicolás Maduro de reunirse con los alcaldes de la oposición posee una real significación positiva. Ojalá que no sea resultado del espíritu de la navidad sino que indique una real voluntad de contribuir a sacar al país de esta asfixiante confrontación perpetua, que ha neurotizado a la sociedad venezolana. Desde luego, este es un juego a dos y la oposición debe tomar nota de la actuación del presidente. Desde mi humilde puesto de observación, creo que aquella debe salir al encuentro de la postura de Maduro, y lo que potencialmente ella implicaría. Al país le hace falta una buena dosis de espíritu conciliatorio y la ocasión la pintan calva. Normalizar, dentro del natural ámbito de la confrontación política, el modo como se enfrentan los rivales, reviste una singular importancia. No existen razones objetivas que impidan que el país recupere los modos tradicionales de hacer política y que vuelvan por sus fueros aquellos tiempos en que las naturales rivalidades políticas no comportaban un juego suma cero sino uno de ganar-ganar. Naturalmente, lejos de este minicronista la idea de que cese toda confrontación. Eso equivaldría a proscribir la política. 


Los enfrentamientos políticos son consustanciales a las sociedades democráticas. El punto es que no desborden los límites de la convivencia civilizada. Puesto que iniciativas de este tipo corresponden esencialmente al gobierno, la disposición que parece haber mostrado Nicolás Maduro no debe echarse en saco roto. Desde luego, la prueba del pastel es comérselo. Ahora falta concretar las buenas intenciones anunciadas. Que se restituyan las facultades arrebatadas a las alcaldías, que el situado llegue a tiempo, que los "protectores" desaparezcan. El balón está en la cancha del Gobierno.


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