martes, 14 de enero de 2014


Calamidad persistente
  Marta de la Vega

Discriminación grave: no hay activación de tarjetas de crédito ni divisas en efectivo para viajeros terrestres al exterior. Así me informó el banco al ir a llevar la carpeta de solicitud
La escasez, agudizada en los últimos meses, no sólo toca bienes básicos, a pesar de medidas efectistas y demagógicas. También servicios comerciales de transporte. Resulta de la calamidad económica de quince años en el régimen actual por falta de respuestas idóneas de un gobierno terco, paralizado, no por "guerra económica" ni por fidelidad ideológica a un supuesto socialismo del siglo XXI, pretexto anunciado hasta el hartazgo en muros, fachadas, instituciones, papelería, vehículos oficiales, pancartas y ropa de trabajadores públicos de los más recónditos lugares del país, ni por buscar igualdad, sino por corrupción, sumadas la ignorancia crasa de las leyes de la economía y del bien común.
Tal es la lección de la pseudorrevolución venezolana. Falsa igualación, sin división de roles, produce anomia y ésta genera impunidad. Pérdida de jerarquía y de mérito en las funciones provoca anarquía y ésta, discrecionalidad arbitraria. Así estamos en el país de las maravillas del pseudosocialismo bolivariano. Ni democrático ni humanista, inspirado y moldeado por la dictadura castrista, es farsa siniestra, de cuño militarista y autocrático.
Nada más lejos de la equidad que la dinámica sectaria y excluyente de participación basada en la estructura amiguista y clientelar del populismo, radicalizado y exacerbado con abundantes recursos para incrementar mecanismos utilitarios y acomodaticios de adhesión.
Lo prolonga el sucesor del finado, dominado por militares al servicio de intereses bajos. Y el pueblo raso, por ignorante, manso. Por desesperado, resignado. Así lo presencié el 19 y 20 de diciembre de 2013, en un viaje de muchas horas por tierra, después de múltiples idas al terminal de Oriente, hasta finalmente conseguir pasaje en Amerlujo, que con Brasilia, son las empresas de transporte terrestre a Colombia, como extrema solución por falta de cupos aéreos, por billetes inconseguibles o por desmesuradamente caros para viajar por avión.
Discriminación grave: no hay activación de tarjetas de crédito ni divisas en efectivo para viajeros terrestres al exterior. Así me informó el banco al ir a llevar la carpeta de solicitud. Carta y audiencia pedida al presidente de CADIVI. José Kahn no se dignó contestar ni acuse de recibo. "Por numerosos ilícitos cambiarios", me explica un funcionario. ¿Acaso no ha habido ilícitos cambiarios en viajes aéreos? Indefensión total para los que menos tienen y desconocen sus derechos: en los terminales terrestres no son revisados los equipajes como sí en los aeropuertos.
Consecuencia: extorsión, bajo la amenaza constante de "bajar los equipajes para revisión" de los guardias nacionales y funcionarios del Saime en la frontera, con complicidad de los choferes de los buses, quienes desde el comienzo piden "colaboración" para los militares, seguro con "tajada" para ellos. De Caracas, Barquisimeto, El Venado, Río El Limón, a Paraguachón, "colaboraron" las víctimas con 17.000 Bs. contantes y sonantes pedidos de peaje en peaje.
¿Hasta cuándo tal impune abuso de poder? Todos callan. Unos por miedo, otros por trampa. La ley no se cumple, muchos intereses creados y una cadena de beneficiados a costa de los más vulnerables.

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