LAS INSIDIAS DEL
DIÁLOGO
Emilio Nouel V.
"Nunca se debe atacar por cólera y con prisas. Es
aconsejable tomarse
tiempo en la planificación y coordinación del
plan."
Sun Tzu
Unas cuantas cosas se han dicho y escrito acerca de entablar en
el país un diálogo gobierno-fuerzas democráticas, habida cuenta de la crisis
político-económica-social, cuyo agravamiento se hace cada día más patente.
Los polos políticos que rivalizan prácticamente están igualados,
pero uno de ellos, que se apropió de las palancas de mando institucionales y de
los recursos, desequilibra la contienda. Y es un dato de la realidad que son
utilizados de forma autoritaria y desde una concepción ideológica totalitaria.
A pesar de que ha hecho todo lo posible, el poder establecido no
ha logrado aplastar a los sectores democráticos.
Vivimos una situación en que dos grandes porciones están
enfrentadas, que en lo electoral se equilibran, aunque el poder de una de
ellas, en lo institucional, no se reconoce.
La oposición ha venido predicando desde hace varios años la
necesidad de concertarse frente a los grandes problemas, lo cual pasa por su
reconocimiento en las distintas instancias públicas, y sin que ello implique
rendir banderas, todo dentro de una estrategia constitucional, democrática,
electoral y, sobre todo, pacífica.
Es sólo en estos últimos tiempos que pareciera que ese llamado
tiene alguna resonancia en sectores del gobierno. Las posiciones impermeables a
esa necesidad estarían cediendo, no tanto porque haya una vocación allí para el
compromiso democrático civilizado, como porque las circunstancias los obligan.
Los enemigos del diálogo están a ambos lados de la calle.
No sólo en el campo opositor se han manifestado posiciones
contrarias a que el diálogo tenga lugar. Como siempre, en estos casos en que la
política y no los hígados debe tomar la batuta para los necesarios acuerdos
mínimos, los extremismos afloran. Son los que enloquecidamente buscan un
enfrentamiento definitivo, suma cero, incluso violento, no importándoles las
consecuencias.
Las aberraciones de estos inconscientes son tales que hace poco
un opositor se preguntaba hasta cuándo se iba a posponer las muertes, si
después de todo han sido asesinados por el hampa durante este gobierno, 200.000
personas. ¿Estará en sus cabales este señor cuando se aventura a plantear este
tema de manera tan monstruosa? ¿Se habrá detenido a pensar que en esas muertes
que “estaríamos” postergando al no salir a la calle a tumbar el gobierno,
podría estar su hijo, hermano o él mismo?
Un eventual diálogo no puede ser abordado desde posiciones
cerradas e inconmovibles, de “tómalo o déjalo”. Cada una de las partes tiene
sus aspiraciones e intereses, y también toda parcialidad anida problemas y
contradicciones a su interior.
Pero por encima de ellos están los problemas de la sociedad como
un todo, sobre los cuales, obviamente, hay distintas visiones.
Cierto, hay temas en los que no habrá acuerdos. Las ideologías
enfrentadas no conciliaran. Hay talantes que serán difíciles de avenir, y no
estamos lidiando con un gobierno democrático.
Si éste pretende reforzar su autoritarismo y deseo de borrar del
mapa político a la oposición, será muy dificultoso cualquier regularización de
los antagonismos. Si la oposición plantea, de arrancada, que sólo se puede
hablar a partir de que el gobierno deje de ser lo que es o que se vaya de una
vez, tampoco podrá haber diálogo.
Desde la oposición organizada se sabe a qué nos enfrentamos. Se
equivocan de medio a medio los que llaman de forma insidiosa comeflores, ingenuos,
entregados o claudicantes a quienes nos representan en la contienda política
nacional porque están abiertos al diálogo.
Sin un esfuerzo que apunte a poner de acuerdo los dos polos
enfrentados, la alternativa es el choque frontal, el caos, que a nadie
favorecerá.
La oposición ha tenido la oportunidad de hablar y de hacer
planteamientos concretos en las reuniones realizadas. Eso no significa
necesariamente que los problemas estén en vías de solución o de que el gobierno
cumpla lo prometido. Aun hay mucho trecho por recorrer, y el escepticismo no
nos abandona todavía.
Los que no ven más que salidas definitivas de manera perentoria,
es decir, la caída del gobierno ya, obviamente estarán en contra del diálogo.
Los impacientes e irreflexivos que insultan y escarnecen por la
redes sociales y en artículos de opinión kilométricos, farragosos y en tono de
Venezuela Heroica, a la dirigencia opositora; los del “todo o nada”, llenos de
amargura y odio, que se ufanan de ser “radicales” y supuestamente
“principistas”, son, por suerte, minoritarios.
A ellos les recuerdo un pasaje de El Padrino en el que Michael
Corleone (Al Pacino), le dice a su sobrino Vincent (Andy García), muchacho
impetuoso, inexperto e imprudente, un “radical”, pues, palabras más, palabras
menos, que la ira hace cometer muchos errores.
El sobrino de marras tenía un pronto, como dicen los españoles,
que lo hacía caer en atolondramientos reiterados. La “sabiduría” y paciencia
que había aprendido Michael de Don Vito, lo tenía en la cima del poder. Para
él, no había que apresurarse en la toma de decisiones, el mismo resultado se
podía lograr sin desbocarse, con cálculo y premeditación; al final el
adversario sería barrido.
Obviamente, no es aquella, la de la paciencia y la cabeza fría,
una enseñanza exclusiva para el crimen. Es máxima también en la lucha por el
poder político, desde que el mundo es mundo.
En la compleja política venezolana, abundan inmaduros temerarios
como Vincent, que se dicen puros, por contraste con supuestos traidores que se
arrodillan en lugar de enfrentar sin dar cuartel al adversario. Provistos de
una retórica maniquea, apocalíptica y fundamentalista, no pueden ver con
claridad las opciones reales de salir de la crisis que vivimos.
A casi ninguno de estos comecandela se les ve organizando un partido o un
movimiento. Su activismo de teclado se reduce a echar sombras de manera
obsesiva sobre la honorabilidad de los dirigentes políticos que todos los días
hacen cosas, acertando o errando, pero, en definitiva, actuando sobre la
realidad.
Ojalá, más pronto que tarde, comprendan de qué trata la
política.
EMILIO NOUEL V.
@ENouelV
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