CARLOS MACHADO ALLISON |
EL UNIVERSAL
Hace algo más de un siglo era un delito oponerse a un gobierno autoritario y para la época, la mayoría tenían ese carácter. Cárcel o exilio, pantomimas judiciales, sin pruebas, jueces complacientes. En Francia (1894) Dreyfuss, un oficial de origen judío, fue condenado por espionaje, pero antes del juicio el ministro de Guerra ya había señalado públicamente que era culpable. En 1906, 12 años después fue encontrado inocente. Simonovis y otros policías encarcelados son nuestros análogos de Dreyfus, declarados culpables por el gobierno antes del juicio, como ocurrió con la jueza Afiuni.
Ha pasado más de un siglo y nuestro gobierno lo ignora. A comienzos del siglo XX las jornadas laborales eran largas y eso que llamamos prestaciones sociales no existían. Tampoco antibióticos, vacunas preventivas o programas sociales. Las protestas obreras eran liquidadas con violencia, la tortura era un método común. Entre el 60 y 70% de la humanidad sufría hambre, miseria y enfermedades. Época de mandarines en China y mandamás en América Latina, la Rusia del Zar y el África colonial. Los sistemas educativos públicos no existían o eran vistos como una amenaza. Persisten, como reliquias del pasado, gobiernos atrasados como el de Cuba, la dinastía de Corea del Norte o fuera del ritmo de los tiempos como Venezuela. A veces pienso que estamos como en los tiempos en que Víctor Hugo escribió Los Miserables (1862) mientras vivía en el exilio en Jersey y Guernsley (1852-1870).
Nivel de vida
El mundo es otro. El 99% de todos los inventos, artefactos, medicinas, universidades, y servicios surgieron en ese siglo y lo hicieron en el mundo occidental democrático. Más del 80% proceden de Inglaterra, Alemania, Francia y Estados Unidos. Que hubo injusticias y horrores como las dos guerras mundiales, cierto, pero sus habitantes le dieron prioridad a la educación, al respeto a la ley, la separación de poderes y la seguridad social en todos sus elementos. Hoy viven tiempos civiles y su nivel de vida es muy elevado.
En el siglo XXI más de media humanidad vive más y mejor gracias a héroes civiles, desde Leonardo, pasando por Leibnitz, Flemming, Darwin, Einstein, Watson, Pasteur o Beethoven. Pertenecemos a la cultura occidental con sus filósofos, científicos, inventores, literatos y artistas que hicieron un mundo mejor. Aquí le rendimos homenaje a Fidel, Mugabe, Zamora, Lukashenko y otras reliquias, a quienes nadie les debe otra cosa que desgracias.
El 2014 llega con la economía averiada, corrupción sin límites, una sociedad fragmentada y millones pensando, lo que en otras naciones sería absurdo, que los tiempos pasados fueron mejores. Los ancianos añoran a Medina, el trienio adeco y hasta a Pérez Jiménez; las personas maduras recuerdan con afecto a Betancourt, Caldera y Leoni; los niños no entienden porque sus abuelos podían circular con libertad y todos se refugian al atardecer para no ser víctimas del hampa. El 2014 en China será el año del caballo, aquí será otro más del malandraje.
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