La amenaza del crudo
Editorial El País
El precio del petróleo ha irrumpido con una violencia inusitada en el complejo entramado económico internacional y en las tensas líneas geoestratégicas de Oriente Próximo y Ucrania. El barril de brent se ha desplomado casi un 30% desde junio debido al efecto combinado de una caída de la demanda en los países industrializados (clima benigno, estancamiento económico, freno en el crecimiento de China) y un exceso de oferta, propiciado por la escalada de la producción en Estados Unidos gracias al fracking u otras extracciones en aguas profundas. Pero el movimiento que ha sacudido a los mercados es la decisión de la OPEP, impulsada por Arabia Saudí y Kuwait, de aceptar una táctica de petróleo barato manteniendo la producción.
Pero, además, el petróleo barato inflige una herida profunda en las rentas petroleras de países como Irán, Venezuela o Rusia, complicándoles su sostenibilidad financiera. Arabia Saudí y Kuwait pueden asfixiar a los productores no amigos, pero también existe un riesgo de que se fracture el cartel debido a estas tensiones.La explicación es política. Si el barril se mantiene por debajo de los 80 dólares, la inversión en fracking y otras producciones competidoras del petróleo convencional es menos rentable. Se produciría a medio plazo un reajuste del mercado por la vía de corregir el exceso de oferta. Por otra parte, es probable que saudíes y kuwaitíes calculen que la demanda se recuperará en 2015 y no tenga sentido cortar la producción. El caso es que esta decisión estratégica debe manejarse con mucho tacto y en periodos estrictamente controlados. En primer lugar, porque una expectativa de exceso de oferta induce a ventas precipitadas de petróleo y se inicia una espiral de depresión que puede ser difícil de corregir en un entorno de exceso potencial de producción.
Los efectos sobre la economía global son complejos y no pueden ser despachados solo con parabienes porque baje el precio de las gasolinas y haya una transferencia de rentas de los países productores a los consumidores. Porque, además de que los precios de los carburantes no siempre caen a la misma velocidad que el crudo, un abaratamiento persistente de las gasolinas y otros combustibles intensifica el riesgo de deflación: para la zona euro, esa amenaza es más grave que las ventajas que se puedan obtener de un crudo barato. El cartel (Arabia Saudí y Kuwait) debe modular con precisión hasta dónde está dispuesto a mantener una estrategia de precios bajos.
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