jueves, 3 de septiembre de 2015

No es posible plantear un divorcio entre pueblos tan unidos como el venezolano y colombiano
Esta deportación ha sido como un exabrupto dentro de los principios democráticos

Prensa Unidad Venezuela (Caracas, 2 de septiembre de 2015).- “Somos gemelos que nos damos la espalda” o “somos uno espejo del otro”.
Estos símiles recabados por la periodista Faitha Nahmens en su libro “Venezuela y Colombia. 20 testimonios” – ediciones de la Sociedad para la Cultura Urbana, 2013 -, traducen, allende cualquier teoría académica sobre la realidad socioantropológica, un sentimiento vivo y recíproco del pueblo que habita en la frontera binacional.
Comunicadora egresada de la Universidad Católica Andrés Bello y maestra de preescolar, la obra prima de la autora aglutina perfiles de personas completamente distintas en su devenir profesional y laboral, procedentes del territorio contiguo, convergentes en su amor por el país que los acogió en su seno.  
“En la selección de voces hay armonía, un coro de quienes al arribar a Venezuela se regaron en su quehacer. Desde, por ejemplo, Soledad Mendoza, siempre vinculada al diseño gráfico, hermana del conocido escritor Plinio Apuleyo Mendoza; pasando por Mariahé Pabón, la ‘dama del periodismo’; hasta Eduardo Carrillo, un albañil, ‘todero’, en fin, alguien mágico”, resume Nahmens, tras escudriñar, gracias a los testimonios, el amor por la patria de adopción en corazones que laten al compás de la misma historia.
Por ello, para esta polifacética creadora de los medios radial, impreso y digital, incurre en un “exabrupto”, tal cual lo califica o descalifica, la ejecutoria por parte del Ejecutivo de Miraflores de decretar Estado de Excepción en Táchira y cerrar la frontera, para abrir, al mismo tiempo, el drama que conlleva la deportación hacia suelo neogranadino.   
Mi percepción es que una persona que está vinculada a un principio democrático no es capaz de esto. Desde que ejerzo el periodismo estuve, por ejemplo, en muchas actividades complicadas en la ciudad: a veces, un edificio que iba a ser demolido para convertirse luego en una torre financiera. Esta cosa que es el debate de progreso y memoria – que tiene lugar en el mundo pero aquí no mucho - debe hacerlo la ciudadanía, pues es importante que haya una identidad y una fisonomía que nos caracterice”, manifiesta la declarante. 
Nahmens evoca, de su experiencia referencial, que cuando una vivienda iba a ser desalojada siempre ocurría que funcionarios de izquierda – aunque, confiesa, aprecia esa denominación como ‘demodé’ - eran los primeros que llegaban a defender los derechos de los propietarios originales.
“Entonces, yo pienso que si un gobierno toma también esta etiqueta para sí, debería tener un poquito de coherencia en su discurso y su discurso con lo que hace. Creo que ser compasivo o ser solidario no es algo que constituya una propiedad privada de un tipo de ideología o de política. Pero, si tú crees que es todo tuya o te abrogas el derecho de propiedad, pues no deberías incurrir en lo que de repente hace un gobierno dictatorial”, enfatiza Faitha Nahmens.
 
La paja en el ojo ajeno
 
En el diagnóstico de los hechos que hoy conmueven a propios y extraños, la intelectual prefiere abordar con profundidad las causas antes de proceder al examen de las consecuencias. “Si has descubierto unas razones que ameriten que algunas personas sean deportadas, es decir, si consigues que hay mil pillos, tienes que haber tenido, por ende, una mala policía, un mal sistema de investigación, una pésima justicia, unas fronteras no bien cuidadas; tienes que haber tenido también cómplices corruptos, que han recibido prebendas, dinero, que han recibido beneficios. Corruptos y cómplices, pues”, deduce. 
“Si tú piensas que la gente ha sido honesta, tú tienes que decir ‘qué asombroso que la gente tenga tanto poder, que haya logrado burlar un sistema judicial tan correcto y de investigaciones tan precisas, tan inteligentes y estratégicamente bien concebidas’ ”, comenta la flamante escritora, aduciendo que más que el desbordamiento de una situación, lo que acontece en los límites colombo-venezolanos revela, entre otras facetas oficiales, suma ineptitud.
“Un país donde se anuncia el vigésimo Plan de Seguridad, -a mí me daría pena anunciar el segundo, el tercero, mientras que el vigésimo me daría mucha vergüenza -, yo creo que se corresponde con una ineficacia, y no sé si tendrá detrás otras cosas porque ha sido tan asombrosamente fantástico y arrebatado, que yo no sé si hay una presión de gente que de verdad si está en cosas ‘malucas’, o simplemente se trata de un ‘show’ prelectoral”, expresa, dando cabida, inclusive, al concepto de hegemonía comunicacional en la incidencia de tal desconocimiento colectivo.
 “Eso te impide acercarte lo más posible a la verdad; nunca  se llega al 100 % de la verdad, porque, incluso, la verdad es algo continuo que se va produciendo, se va gestando, te vas dando cuenta; la verdad es como un río: va pasando”, subraya Nahmens. 
“Aquí hay algo ahí muy oscuro”, refiere la periodista, “muy oscuro y terrible, en la forma que se ha hecho: no es, de ninguna manera, ni humanitario ni tiene que ver con un sistema político, ni creo que tiene que ver con seguridad”, denuncia. 
“Tú estás preocupado por conversar con las Farc, eso es un tema humanitario que tienes entre ceja y ceja, pero no habías hablado con el país que está al lado, que va a estar al lado tuyo toda la vida. Como me decía un entrevistado, ‘somos la Gran Colombia, somos un solo país’. Mientras que otros opinaban sobre nosotros ‘Uds. los venezolanos saben vivir, tienen una tendencia a la alegría, una vocación por saber gozar que es fantástica’. A lo mejor es eso que llamaban desde Miranda el ‘bochinche’; a lo mejor no tiene solo que ver con la renta petrolera sino que tenemos ese espíritu. Pero de que estamos juntos lo estamos y lo vamos a estar”, dijo.
 
Frontera viva, frontera muerta
 
Considera inadmisible que si hace un mes “éramos los mejores amigos, hoy seamos adversarios”, y refuta la retórica que sobre la crisis entre Colombia y Venezuela han practica las autoridades de nuestro país. “Todas esas frases que se han dicho, arbitrarias, incómodas, poco diplomáticas, inmerecidas, innecesarias, nada políticas, no resuelven, esa no es la solución”, descartando por completo como opción para remediar los problemas de la zona limítrofe en referencia – contrabando, escasez, paramilitarismo – la expulsión de quienes han echado raíces “de este lado”. 
“No creo que no esté planteado un ‘divorcio’, eso no es posible. La frontera es tan viva y tiene tanto de Venezuela y de Colombia a la vez que yo no sé si el tachirense a lo mejor sabe más de lo que le pasa al pana del otro lado que al caraqueño o al cumanés”. 
La profesional es de la creencia que nada en la vida es definitivo. “Ni este Gobierno es definitivo ni la ruptura es definitiva, y seguimos juntos.  ¿Cómo vas a arrancar a Colombia como pedazo de tierra y llevarla a otro lado con los colombianos? No lo puedes hacer. Estamos condenados a ser vecinos y hermanos. Es un mal momento, pésimo, pero no va a ser duradero”, asevera, augurando que, por muchas razones, las circunstancias que provocaron el caos pueden superarse. 
“No que solo se solvente si hay irregularidades económicas y ‘marramucias’ y forajidos: estoy diciendo que este Gobierno también va a pasar. Por el contrario, del lado de allá ha habido una actitud bastante inteligente, paciente, considerada.  Si se trata de dos fanfarrones ya hubieran buscado un ring”, indica acerca del serio asunto.
 
Más allá de la frontera parlamentaria
 
Consultada sobre las expectativas de cara a las elecciones legislativas, Faitha Nahmens alega que “la vida no se termina el 6 de diciembre”. “La gente lo que quiere es tener una alegría y resulta que no es una fecha sino es el trabajo de cada quien lo que va a conseguir que esto mejore. Por primera vez, hay bastantes posibilidades, siempre las ha habido, posibilidades las hay siempre; ahora, que las hayamos encontrado, que hayamos, incluso, conquistado espacios, eso parece obvio, por primera vez, incluso en numeritos”, acota, destacando que con un resultado favorable en la contienda comicial por la Asamblea Nacional se concretará un paso fundamental por una democracia que está muy herida, golpeada, maltratada, pisoteada. 
Concluye dictaminando que cada quien tiene un trabajo por hacer, un compromiso que asumir, con organización, con debate y convicciones. “De repente, las malas noticias nos quitan las fuerzas, pero deberíamos tratar de ser más portadores de las ideas en las cuales creemos; vamos a organizarnos en nuestra plaza, en nuestra calle con los vecinos, aunque los muros hayan subido por la inseguridad y nos hayan separado”, en una etapa política, alude, que nos tiene invadidos la mesa, la cama, el corazón y la cabeza.
 
“Pero nos falta más que debatir y pensar, o quejarnos o buscar consuelo en el amigo con quien siempre conversamos “, insiste. “Yo creo que es parte de esa enfermedad en la que estamos de mucha habladera y mucho silencio: no podemos desvincularnos entre nosotros, hay es que tejer, es el momento de la costura fina y del hilo grueso. Si esto es 70 %, ya se puede hablar de que sí podemos tener más más acciones, pues las acciones no son solamente tirar piedras. Hay, definitivamente, mucho más que hacer, muchísimo”, sentencia la periodista y escritora Faitha Nahmens.    

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