LUIS VICENTE LEÓN
Si tuviera que apostar, diría que el decreto de emergencia es una estrategia que busca colocar el debate en un plano que le conviene más al gobierno que su situación previa, cuando todo el mundo hablaba sólo de inflación, desabastecimiento y devaluación y de su evidente responsabilidad en ello.
Las preguntas que surgen frente a la hipótesis de que el gobierno intenta tomar ventaja de esta acción son: ¿y cómo puede ayudarlo algo que afecta negativamente la actividad económica de la región? ¿Es que atacar a los bachaqueros no es contra la mayoría de los electores que participan en eso? ¿No es contraproducente con los colombianos que viven aquí y podrían sentirse heridos por el maltrato a sus connacionales? O, como mencionó un analista colombiano que participó conmigo en el programa de Cala en CNN: "no creo que los venezolanos sean bobos y se dejen convencer que los problemas de su país se deben al contrabando en la frontera".
Todas esas inquietudes lucen lógicas, pero no van al centro del problema.
Las estrategias de campaña tienen impactos positivos y negativos, pero lo relevante es obtener un neto favorable. Por supuesto que tirarse un conflicto en frontera tiene costos, algunos de ellos implícitos en las preguntas previas, pero el tema no es ver los costos de manera aislada, sino a la luz de los beneficios políticos que también genera esta acción.
Para el Presidente es útil llevar el debate a la frontera porque desvía la atención de la población a un tema donde, sin duda, habrá diferentes opiniones, pero encontrará algunos grupos que se sientan identificados, algo que no ocurre ya con la tesis de la guerra económica en abstracto, rechazada por más de 75% de la población. Si analizamos con detalle la estrategia del discurso presidencial, notarán que resalta la idea de culpables concretos. Es obvio que existe contrabando de extracción y mafias en frontera. Eso no es un invento oficial. Y es fácil construir en la mente de la población la película de los "mafiosos" sacando por la frontera la leche, el azúcar o el café que la gente no consigue en el resto del país. Este constructo se condimenta con un discurso potente: "esa leche la trajimos para ti y la subsidiamos para que la puedas pagar, pero los contrabandistas se la llevan a Colombia (donde hay leche pero la gente no la puede pagar) y se aprovechan de ti. No podemos dejar que siga pasando". En una parte de la población, sin capacidad de pensamiento abstracto (que no significa boba sino no formada y sensible ante su propio drama de abastecimiento), el mensaje puede correr. El discurso es, además, cuidadoso. No habla de los bachaqueros sino focalizadamente de los contrabandistas de frontera y evita contaminar la relación con los revendedores y sus clientes, que son casi todos. Finalmente, en el tema de los colombianos, el Presidente aparece con la bandera de ese país, señala los problemas sociales que han obligado a la gente a venirse y pone el acento en los paramilitares, un enemigo clásico para los colombianos que viven aquí. Todo esto en una nueva Venezuela que tiene mucho menos acceso a los testimonios gráficos del drama social que ahí se vive, porque ya no sale en TV.
¿Puede esto compensar los costos políticos de una crisis de gran dimensión, que sigue vivita y coleando mientras todo el mundo habla de la frontera? Intuyo que no, solo las encuestas podrán medirlo, pero que le ayuda a mejorar su margen de maniobra me parece que sí. Igual faltan tres meses muy largos para las elecciones y veremos de todo y para todos. La oposición sigue siendo favorita, pero necesita más que el voto castigo para ganar. Tiene que contar una historia que emocione a la gente... y un líder que la sepa contar.
@luisvicenteleon
Las preguntas que surgen frente a la hipótesis de que el gobierno intenta tomar ventaja de esta acción son: ¿y cómo puede ayudarlo algo que afecta negativamente la actividad económica de la región? ¿Es que atacar a los bachaqueros no es contra la mayoría de los electores que participan en eso? ¿No es contraproducente con los colombianos que viven aquí y podrían sentirse heridos por el maltrato a sus connacionales? O, como mencionó un analista colombiano que participó conmigo en el programa de Cala en CNN: "no creo que los venezolanos sean bobos y se dejen convencer que los problemas de su país se deben al contrabando en la frontera".
Todas esas inquietudes lucen lógicas, pero no van al centro del problema.
Las estrategias de campaña tienen impactos positivos y negativos, pero lo relevante es obtener un neto favorable. Por supuesto que tirarse un conflicto en frontera tiene costos, algunos de ellos implícitos en las preguntas previas, pero el tema no es ver los costos de manera aislada, sino a la luz de los beneficios políticos que también genera esta acción.
Para el Presidente es útil llevar el debate a la frontera porque desvía la atención de la población a un tema donde, sin duda, habrá diferentes opiniones, pero encontrará algunos grupos que se sientan identificados, algo que no ocurre ya con la tesis de la guerra económica en abstracto, rechazada por más de 75% de la población. Si analizamos con detalle la estrategia del discurso presidencial, notarán que resalta la idea de culpables concretos. Es obvio que existe contrabando de extracción y mafias en frontera. Eso no es un invento oficial. Y es fácil construir en la mente de la población la película de los "mafiosos" sacando por la frontera la leche, el azúcar o el café que la gente no consigue en el resto del país. Este constructo se condimenta con un discurso potente: "esa leche la trajimos para ti y la subsidiamos para que la puedas pagar, pero los contrabandistas se la llevan a Colombia (donde hay leche pero la gente no la puede pagar) y se aprovechan de ti. No podemos dejar que siga pasando". En una parte de la población, sin capacidad de pensamiento abstracto (que no significa boba sino no formada y sensible ante su propio drama de abastecimiento), el mensaje puede correr. El discurso es, además, cuidadoso. No habla de los bachaqueros sino focalizadamente de los contrabandistas de frontera y evita contaminar la relación con los revendedores y sus clientes, que son casi todos. Finalmente, en el tema de los colombianos, el Presidente aparece con la bandera de ese país, señala los problemas sociales que han obligado a la gente a venirse y pone el acento en los paramilitares, un enemigo clásico para los colombianos que viven aquí. Todo esto en una nueva Venezuela que tiene mucho menos acceso a los testimonios gráficos del drama social que ahí se vive, porque ya no sale en TV.
¿Puede esto compensar los costos políticos de una crisis de gran dimensión, que sigue vivita y coleando mientras todo el mundo habla de la frontera? Intuyo que no, solo las encuestas podrán medirlo, pero que le ayuda a mejorar su margen de maniobra me parece que sí. Igual faltan tres meses muy largos para las elecciones y veremos de todo y para todos. La oposición sigue siendo favorita, pero necesita más que el voto castigo para ganar. Tiene que contar una historia que emocione a la gente... y un líder que la sepa contar.
@luisvicenteleon
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