EL MERCENARIO EN CÚPIRA
Enrique Viloria Vera
Los vecinos de San José de Río
Chico se sorprendieron al ver bajar de
la buseta a ese catire enorme, de ojos
más azules que el mar, vestido
como si fuera el vaquero de Marlboro, con sendas botas puntiagudas de cuero sin
espuelas, chaqueta y pantalones de
bluyín, y una franela blanca que decía I
LOVE USA.
El bizarro personaje le preguntó a un lugareño dónde quedaba Cúpira
porque quería comer pescado frito con yuca y agua de panela; el vecino - haciendo gala de la proverbial
cortesía barloventeña – le informó del camino a seguir y del bus a tomar. Sin
embargo, le pareció rara la vaina porque en Cúpira lo que venden es conservitas
de coco y chicha con ajonjolí. Informó del asunto a la Comandancia de la Reserva Bolivariana ,
donde le respondieron que no se preocupara: ya sabes como son esos gringos del
carajo y que a lo mejor estaba tronao.
El rubio mercenario llegó al pueblo
de marras y prontamente se dirigió al
viejo y deteriorado puente para cerciorarse de que lo señalado en los
informes de inteligencia era cierto; confirmada la precariedad de la
instalación, realizó dos llamadas para que el sencillo plan destructivo se pusiese
en marcha.
En efecto, semanas antes funcionarios de la CIA y del MOSSAD habían
sobornado a gerentes y despachadores, y
a dos transportistas de materiales de las industrias básicas para que sobrecargaran
sus camiones. Así dos Carga larga y ancha
repletos de cemento uno y de cabillas el otro, salieron en direcciones
contrarias, al llegar al unísono a la mitad del puente de Cúpira recibieron la
orden de frenar en seco para que la estructura acusara el impacto, y ocurrió
como planeado, el puente se derrumbó sin más.
Buen ejemplo de la guerra asimétrica de 5to nivel en la que no se dispara un arma ni se activan
explosivos ni misiles; el Imperio se aprovecha de las debilidades
institucionales, de la ineficiencia gubernamental, de la corrupción y de la incompetencia
policial, para llevar a cabo atentados incruentos.
Las autoridades nacionales ya realizaron la captura de rigor en Lobatera
de un presunto americano de nombre Jairo Restrepo, mientras tanto un gringo
rubio y alto con pinta de vaquero de propaganda, anda preguntando por los lados
de Ciudad Bolívar dónde se come pastel de morrocoy.
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