¡QUE TIEMBLE MERCOSUR¡
Emilio Nouel V.
¿Acaso Chávez, con ingresar a Venezuela a Mercosur, se
convirtió al libre comercio y el mercado
capitalista? ¿Lo atestigua el hecho de
haber llamado a los sectores industriales privados con capacidad exportadora,
para que se incorporen a enfrentar tal reto?
¿Qué nos traerá esta adhesión a un proceso integracionista en
franca decadencia, carcomido por el proteccionismo en ascenso, los reiterados
incumplimientos y las contramarchas frecuentes?
¿Tenemos algo que exportar a esos mercados en las
circunstancias lamentables bajo las que operan nuestras empresas?
A la hora actual, es legítimo para cualquier venezolano que
le interese el tema, hacerse estas y otras interrogantes, sobre todo, cuando
leemos declaraciones insólitas y descaminadas, como las del señor Roy Daza, diputado
del Parlatino, que, así, sin ningún rubor, afirma: “Los industriales tienen que pensar en Mercosur para superar el
capitalismo”. ¿Tiene idea este señor de la filosofía económica que anima el
Mercosur o nos está tomando el pelo?
Soy de los que cree que el gobierno venezolano tiene poca
idea –si es que la tiene- de lo que significa, desde el punto de vista
económico-comercial, el Mercosur. Basta oír unos minutos a los funcionarios
gubernamentales, para percatarse de la profunda ignorancia que tienen sobre los
mecanismos, regulaciones e implicaciones de ese proceso integracionista.
Está claro que para Chávez siempre fue un asunto político y/o
geopolítico, y lo sustantivo de él (lo comercial) estuvo en el último lugar de
sus preocupaciones. Es por eso que ahora el ingreso abrupto lo agarra
desprevenido, y lo tiene dando carreras.
La opción Mercosur no fue consultada a nadie en Venezuela porque
no interesaba hacerlo. No fue la concreción de una política de Estado, sino la de
una individualidad que persigue mantenerse en el poder y promover un modelo político-económico
absurdo y fracasado.
Ciertamente, Chávez no se ha convertido a las tesis del
mercado capitalista, a pesar de que los nuevos socios mercosurianos están muy
claros al respecto. Mercosur no es su camino a Damasco.
Chávez demuestra –una vez más- su inconsistencia, la cual en
el fondo es mera apariencia para sobrevivir
a punta de petrodólares.
Es casi un consenso en los especialistas, que en lugar de
fortalecerse Mercosur, éste acelerará su decadencia, visto lo visto en los
últimos años. Porque el último desaguisado (la violación abierta de los tratados)
viene a sumarse al rosario de incumplimientos y contramarchas que han
desnaturalizado la visión y conducta iniciales, y que tantos beneficios trajo
al bloque comercial. La distorsión de lo político-ideológico ha afectado la
marcha del proceso integracionista, y es de esperarse que eso lo llevará al
despeñadero, tarde o temprano.
En las condiciones actuales de Venezuela, nuestros sectores económicos
tienen todas las de perder. Obviamente, políticas gubernamentales distintas
podrían darnos más fortalezas para competir con las economías de Mercosur. Pero
¿valdrá la pena apostar por un proceso en declive, incluso con un gobierno
diferente? ¿No será preferible insertarnos en la globalidad sin estar amarrados
a esquemas de integración menguados y con un futuro dudoso? El nuevo gobierno
tendrá la palabra.
En los últimos días hemos visto qué interesa de Venezuela a
los nuevos socios mercosurianos. Descaradamente lo han declarado altos
funcionarios de esos países; para ellos, somos un receptáculo de consumidores
de lo que ellos producen, no se les ha oído decir lo que nos comprarán. El Ministro de Industria de Uruguay, ante el
impedimento de entrada de sus vehículos automotores a Argentina, su socio y
obligado por Mercosur a no obstaculizar tal ingreso, dice muy orondo, palabras
más, palabras menos: enviemos esos carros a Venezuela, no se preocupen, ahí tienen
la petrochequera para comprarlos.
El ministro de Industria de Brasil, también sin ninguna delicadeza,
señala: “Venezuela tiene dinero del
petróleo y una estructura que importa mucho porque no tiene industrias, podemos
crecer hacia allá”.
Sabemos que lo natural en las relaciones internacionales es
ver los asuntos de esa manera. Pero no dejan de ser chocantes, incluso
humillantes, para los venezolanos, tales expresiones desconsideradas.
Afortunadamente tenemos un gobierno revolucionario, que ya
formuló la debida advertencia en este momento histórico-universal. Que se vayan
preparando los mercosurianos. La potencia económica y alta competitividad que
ha alcanzado el socialismo del siglo XXI les hará morder el polvo. Ha amenazado
con invadir esos mercados con panelas de San Joaquin, pitahayas y los productos
de los gallineros verticales y cultivos organopónicos. Que la tecnología de
punta y la agroindustria brasileña tiemblen. ¡A por ellos¡
EMILIO NOUEL V.
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