EL VOTO SECRETO ES UNA SENSACIÓN
Gustavo Méndez Andrade
No es que NO sea secreto, es que sólo parece
que NO lo es. No es la realidad la que me perjudica, es su apariencia quien lo hace.
Es interesante. Una prominente lideresa de la Oposición, no dice que el voto no sea secreto, sino
que parece no serlo. De hacerle caso, como sucede según aquel
argumento chavista —«la inseguridad es una sensación generada por los medios»—,
luego de haber ejercido mi opción, saldré del centro de votación con la sensación de
haber sido observado; me pararé en la acera de enfrente con un estremecimiento
en el cuerpo. No hay levedad en la ‘sensación’ … no puede haberla. Me la
impuso, me convenció de ella gente tan seria como CARLOS PEÑALOZA, que no en
vano es General de la República … y otros así. Es claro y convincente: no es
JORGE RODRÍGUEZ o alguna de las ‘Luisas’ quien trata de confundirme; quien me
lo dice un hombre de Oposición, nada menos que un General de la República
precedente: tengo la impresión que
estoy obligado a creerle … ¿o no?
¿Quién elabora tan metódicamente la sensación
de que el sentido de mi voto será conocido? ¿La Sala Situacional de Miraflores?
= No, porque por lo mucho que desconfío de ellos, no me podrán convencer = ¿Sus altavoces en la Oposición? ¿Se han
sentado las 'viudas de la abstención' a discutir hacia dónde nos conduce su
campaña? ¿Creen de verdad que pueden convencer de lo que dicen a los factores
dirigentes de la Unidad, o la prédica constante solo podría desprestigiarlos,
en el mejor de los casos?
Por tanto, como no puedo convencer a CAPRILES de la realidad (¿sensación?)
del REP intoxicado; ni de la existencia
del cable submarino que llevará a Cuba la noche del 7-0 nuestros votos azules y
los devolverá pigmentados de rojo; ni de la sensación de susto de las
captahuellas, haciéndoles el caso que se
merecen los prominentes ciudadanos, el 7-0, convenientemente, no concurriré a
mi mesa de votación porque el Maléfico sabría por quién votaría y —no siendo
por él— tomaría sus represalias. Con lo que resuelvo una parte del asunto. Pero
me queda otra, no por privada e íntima, menos importante. Ya en la noche,
mientras TIBISAY se toma la necesaria pausa para dar los resultados en unas
elecciones muy reñidas, entre sábanas calenturientas, todavía me preguntaré: Y
si el Maligno puede saber por quien voto ¿no sabrá también lo que pienso?
La situación es doblemente grave porque alguno de ellos dice que “esa
captahuella no sirve para nada … sólo está diseñada para amenazar al elector
…”, con lo que refuerza la idea de que es una sensación y que todo se mueve en el campo de la más profunda
subjetividad.
En el 2006, el patético Subcomandante MARCOS afirmaba que «las elecciones
son una farsa burguesa», para despecho
de LÓPEZ OBRADOR, el candidato afín a sus inquietudes, a quien le hicieron
falta algunos voticos.
Puede ser que vivamos en una novela de
Orwell y no lo sepamos.
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