GESTIÓN Y TRANSICIÓN
DIEGO BAUTISTA URBANEJA |
EL UNIVERSAL
Diversos comentaristas políticos han planteado la idea de que un eventual gobierno de Henrique Capriles tendría que ser concebido como un gobierno de transición. Otros han formulado la idea de que, sin necesidad de llamarlo con ese nombre, el futuro gobierno de Capriles va a tener que llevar a cabo una transición.
El planteamiento responde a la idea de que el presidente Capriles tendría que cambiar las situaciones que se va a encontrar en varias instituciones fundamentales del país, como Pdvsa, la FAN, los poderes del Estado, porque de otro modo "tendrá el gobierno, pero no el poder", como gustan decir los más sólidos exponentes de la tesis que comentamos.
La intuición básica que está detrás de la propuesta es válida. Se trata de que instituciones como las mencionadas están tan amoldadas al proyecto político de Chávez y a su designio de perpetuarse en el poder, que sólo una transformación profunda de ellas puede ponerlas al servicio de un proyecto cuyo eje sea el de resolver los grandes problemas que el país ha acumulado y ponerlo en la senda del bienestar colectivo.
Pero, a pesar de ese punto de validez, la tesis de la transición me luce desafortunada en las palabras con las cuales se formula y falla en varios y decisivos puntos de fondo.
En cuanto a las palabras con las que se formula, la expresión "transición" da una idea de provisionalidad, de fragilidad, de cosa pasajera, que no me parece corresponder a lo que debe caracterizar a un futuro gobierno de Capriles, y menos a la impresión que debe transmitirse en metros finales de la campaña y en los primeros momentos de ese futuro gobierno.
Pero, más de fondo es el otro punto de desacuerdo que tengo con la tesis y su expresión. Un futuro gobierno de Capriles tiene que enfrentar desde el primer día los graves problemas que va a heredar. Lo tiene que empezar a hacer con el aparato gubernamental que encuentre a su disposición. Tiene que producir la convicción de que es un gobierno que viene a gobernar, sin buscar excusas de que "con un ministerio en tal estado, es poco lo que se puede hacer, así que primero hay que arreglar esa herramienta".
Más aún: ya que es cierto que el aparato gubernamental no está en condiciones de resolver problemas, es la decisión de enfrentar con lo que se encuentre a mano los problemas reales de la colectividad, lo que va a obligar a que el aparato de gobierno y las instituciones del Estado se amolden para servir eficazmente a esas tareas.
La transición, si queremos seguir usando la palabra, no es entonces un paso previo sin el cual no es posible dar ningún otro dirigido a resolver los problemas del país, sino el producto de la decisión de atacarlos, en vista del hecho de que con la situación a que han llegado las instituciones no es posible resolver problema alguno.
Capriles se resiste a la fórmula de que el suyo va a ser un gobierno de transición. Prefiere hablar de un gobierno de gestión. Me parece una postura correcta. La transición de la cual algunos hablan vendrá con la gestión eficaz, porque esta hará necesaria la llamada transición.
La tesis aquí sostenida no resuelve todos los puntos. Por ejemplo, el tema de la composición de los poderes públicos requiere otro enfoque diferente al expuesto aquí. Allí hay que hacer un lugar más amplio al juego político, que permita la coexistencia de poderes controlados por fuerzas políticas diferentes.
En general, al suponer el triunfo de Capriles, estamos suponiendo que el país entrará en una situación política cualitativamente diferente a la que se ha vivido en todos estos años. Lo que habrá cambiado es nada menos que el respaldo mayoritario habrá cambiado de manos. En un contexto que ha sufrido una variación de esa magnitud, la dinámica política adquiere un cariz que ofrece a la política oportunidades cuya perfil exacto es imposible de predecir, pero que es seguro que serán sumamente amplias.
Terminemos volviendo a la idea que hemos querido adelantar. El eje de una nueva situación y de buena parte de las transiciones que habrá que llevar a cabo en instituciones fundamentales, es la determinación de atacar desde el primer día los problemas que aquejan a los venezolanos. Que los venezolanos vean de modo inequívoco que Capriles vino a eso, que no hay excusas que valgan, y que si los instrumentos de gobierno con los que se cuenta no están en el estado necesario, será la decisión de que sirvan para aquello en lo que se los quiere emplear, la que forzará los cambios que en ellos haya que hacer.
dburbaneja@gmail.com
El planteamiento responde a la idea de que el presidente Capriles tendría que cambiar las situaciones que se va a encontrar en varias instituciones fundamentales del país, como Pdvsa, la FAN, los poderes del Estado, porque de otro modo "tendrá el gobierno, pero no el poder", como gustan decir los más sólidos exponentes de la tesis que comentamos.
La intuición básica que está detrás de la propuesta es válida. Se trata de que instituciones como las mencionadas están tan amoldadas al proyecto político de Chávez y a su designio de perpetuarse en el poder, que sólo una transformación profunda de ellas puede ponerlas al servicio de un proyecto cuyo eje sea el de resolver los grandes problemas que el país ha acumulado y ponerlo en la senda del bienestar colectivo.
Pero, a pesar de ese punto de validez, la tesis de la transición me luce desafortunada en las palabras con las cuales se formula y falla en varios y decisivos puntos de fondo.
En cuanto a las palabras con las que se formula, la expresión "transición" da una idea de provisionalidad, de fragilidad, de cosa pasajera, que no me parece corresponder a lo que debe caracterizar a un futuro gobierno de Capriles, y menos a la impresión que debe transmitirse en metros finales de la campaña y en los primeros momentos de ese futuro gobierno.
Pero, más de fondo es el otro punto de desacuerdo que tengo con la tesis y su expresión. Un futuro gobierno de Capriles tiene que enfrentar desde el primer día los graves problemas que va a heredar. Lo tiene que empezar a hacer con el aparato gubernamental que encuentre a su disposición. Tiene que producir la convicción de que es un gobierno que viene a gobernar, sin buscar excusas de que "con un ministerio en tal estado, es poco lo que se puede hacer, así que primero hay que arreglar esa herramienta".
Más aún: ya que es cierto que el aparato gubernamental no está en condiciones de resolver problemas, es la decisión de enfrentar con lo que se encuentre a mano los problemas reales de la colectividad, lo que va a obligar a que el aparato de gobierno y las instituciones del Estado se amolden para servir eficazmente a esas tareas.
La transición, si queremos seguir usando la palabra, no es entonces un paso previo sin el cual no es posible dar ningún otro dirigido a resolver los problemas del país, sino el producto de la decisión de atacarlos, en vista del hecho de que con la situación a que han llegado las instituciones no es posible resolver problema alguno.
Capriles se resiste a la fórmula de que el suyo va a ser un gobierno de transición. Prefiere hablar de un gobierno de gestión. Me parece una postura correcta. La transición de la cual algunos hablan vendrá con la gestión eficaz, porque esta hará necesaria la llamada transición.
La tesis aquí sostenida no resuelve todos los puntos. Por ejemplo, el tema de la composición de los poderes públicos requiere otro enfoque diferente al expuesto aquí. Allí hay que hacer un lugar más amplio al juego político, que permita la coexistencia de poderes controlados por fuerzas políticas diferentes.
En general, al suponer el triunfo de Capriles, estamos suponiendo que el país entrará en una situación política cualitativamente diferente a la que se ha vivido en todos estos años. Lo que habrá cambiado es nada menos que el respaldo mayoritario habrá cambiado de manos. En un contexto que ha sufrido una variación de esa magnitud, la dinámica política adquiere un cariz que ofrece a la política oportunidades cuya perfil exacto es imposible de predecir, pero que es seguro que serán sumamente amplias.
Terminemos volviendo a la idea que hemos querido adelantar. El eje de una nueva situación y de buena parte de las transiciones que habrá que llevar a cabo en instituciones fundamentales, es la determinación de atacar desde el primer día los problemas que aquejan a los venezolanos. Que los venezolanos vean de modo inequívoco que Capriles vino a eso, que no hay excusas que valgan, y que si los instrumentos de gobierno con los que se cuenta no están en el estado necesario, será la decisión de que sirvan para aquello en lo que se los quiere emplear, la que forzará los cambios que en ellos haya que hacer.
dburbaneja@gmail.com
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