jueves, 9 de agosto de 2012

EL PUÑO Y LA MANO


DIEGO BAUTISTA URBANEJA |  El Universal


La campaña electoral requiere a veces que se produzca una imagen que sintetice de una forma simple y gráfica lo que las opciones en pugna representan. Al mismo tiempo se ubican esas imágenes en un nivel más elevado del que ocupan las cosas que más frecuentemente figuran en las campañas de los candidatos: ofertas de solucionar problemas de la gente, ataques mutuos, jugadas electorales más o menos afortunadas, todo el arsenal convencional de una contienda electoral. 

Henrique Capriles ha formulado una imagen de ese tipo. En alguna de sus comparecencias públicas ha propuesto contrastar el puño con la mano abierta y extendida. El primero representa la concepción política de Hugo Chávez, la segunda representa la idea de la política de Capriles. Chávez es el puño, Henrique es la mano. 

El puño 

Vamos primero con el puño. No debería Chávez sentirse incómodo con la imagen, por más que la haya propuesto su contendor. Es una imagen muy apropiada para quien diga estar haciendo una revolución, por muy entre comillas que haya que poner esa palabra. El puño golpea, destruye, tumba, desafía. Por ser tan apropiada, el mismo Chávez ha blandido su puño públicamente innumerables veces, y en consecuencia ha sido mostrado con orgullo por muchos de los seguidores del comandante, como expresión natural de la naturaleza política del proyecto político de su líder. Además, es lo que les han indicado de deben hacer: golpear la mano con el puño, como lo hace su máximo dirigente. 

Sobre todo, el puño se cierra, está cerrado. No acepta a nada que ya no esté encerrado dentro de él, ni que nada de lo allí encerrado se le salga. El puño no espera nada de nadie, no necesita nada de nadie que no sea él. Se basta a sí mismo, le es suficiente su propio poder de golpear. Los puños no dialogan. 

La mano 

Luego está la mano abierta. Es todo lo contrario. Ni golpea, ni destruye ni tumba ni desafía. Al contrario, lo que busca en entrelazarse con lo que no es ella. Sobre todo, con otras manos. Sabe que sola no puede, que sola no es nada, pues no hay cosa más absurda que una mano abierta y extendida que no encuentre otra que la estreche. 

He allí entonces dos síntesis de dos formas de hacer y de concebir la política. La una centrada en la confrontación, la rigidez, la dureza frente a todo lo que no se deja encerrar en ese puño. La otra diseñada para el encuentro, la cooperación, la convivencia, la confluencia, la apertura. 

De puño cerrado hemos tenido mucho estos catorce años. Los venezolanos lo sabemos. Ya es hora de optar por la mano abierta. 

Hay un contraste adicional entre las dos imágenes. Habíamos dicho, y es lo que vemos hacer a los más fanáticos seguidores de Chávez, que el puño golpea la mano. No es sólo que el puño se cierra, sino que quiere acabar con cualquier otra forma de entender la política, y en especial con la representada por la mano abierta. Pero así como es natural que el puño golpee la mano abierta, es absurdo imaginar que la mano golpee al puño. Hay en esto de enfrentar al otro una asimetría fundamental entre el puño y la mano. 

Semejanzas 

Pero al lado de ese contraste, hay semejanzas que se pueden señalar. Lo que el puño quisiera es que la mano se cerrara y se convirtiera en puño a su vez, a ver cuál de los dos golpea al otro más duro. No le es posible entender la política de otra forma: sólo uno ha de quedar en pie. Ahora bien, del mismo modo que el puño quisiera que la mano se transformara en puño, asimismo la mano abierta quisiera que el puño se transformara en mano abierta, ante la cual no hay mutua destrucción posible. Y aquí viene una segunda semejanza. La mano no está dispuesta a transformarse en puño, como este querría que lo hiciera. Del mismo modo, nos tememos que ese puño no querrá abrirse y transformarse en mano abierta. Pero habrá que insistir. 

Así, pues, más allá de las ofertas electorales de uno y otro candidato, más allá de las maneras de enfrentarse que cada uno tiene, más allá de comparaciones específicas que puedan hacerse entre las características de ambos competidores, los venezolanos estamos ante la escogencia de eso que he venido diciendo: la escogencia entre un puño y una mano abierta. No deberá ser necesario añadir nada más. Con el puño nadie ha construido nada. Es la mano lo que sirve para eso. 

dburbaneja@gmail.com

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