martes, 7 de agosto de 2012


Jamás Venezuela apoyó crímenes como los de Bashar Al-Assad

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Thaelman Urgelles
Los abominables crímenes del sátrapa sirio Bashar Al-Assad, que por estos días llenan de vergüenza y estupor a todo el mundo decente, han convertido a Venezuela, por primera vez en su historia, en cómplice de las peores causas de la humanidad.
Nuestro país siempre se distinguió universalmente por su apego a los buenos propósitos de toda índole. Habitantes de un territorio de modestas proporciones geográficas, demográficas y económicas, desde siempre fuimos conocidos como productores de libertad y jamás negadores de ella, como hospederos de los perseguidos y humillados de todo el planeta y como fuente de apoyo para toda idea o proyecto positivo para otros pueblos. De hecho, uno de nuestros más caros orgullos es que los ejércitos de Venezuela sólo salieron de aquí a luchar por la independencia y libertad de otras naciones, nunca para invadirlas con fines de dominación.
Desde nuestra independencia, hemos sido el refugio de todos cuantos sufrieron persecuciones a causa de sus ideas, proyectos libertarios y hasta por sus razas. Aquí vino Martí en busca de apoyo para su causa cubana, y lo encontró; en el siglo 19, decenas de miles de europeos arrojados fuera de sus naciones a causa de las guerras, la intolerancia o el hambre encontraron aquí una tierra de promisión para reiniciar sus vidas en paz; aquí vinieron a dar armenios huyendo de la exterminación a la que fueron sometidos a principios del siglo 20 y árabes refugiados por el horror del hambre y la primera guerra; tras la segunda guerra, los trashumantes judíos que no encontraban un puerto que les permitiera desembarcar fueron recibidos generosamente por nuestra patria; por esos años, nuestro país fue parte de la alianza democrática mundial contra el nazismo y el fascismo; miles de españoles recibieron refugio tras la tragedia de su guerra civil; y otros tantos compatriotas del Sur de nuestra América encontraron un hogar amigo cuando las dictaduras sanguinarias de los años 70 asesinaban, torturaban y desaperecían por millares a sus mejores jóvenes.
Por eso nos produce tanto oprobio y vergüenza que el gobierno que hoy tenemos apoye con especial descaro al mayor crimen humanitario que ha conocido el mundo en los últimos 25 años. No dudo en afirmar que de todos los desmanes que Hugo Chávez y su pandilla han cometido durante estos 14 años, no hay uno peor y más dañino para nuestra historia que el apoyo dado al régimen asesino de Bashar Al-Assad. Enfocados en la campaña electoral, no alcanzamos a percibir la gravedad de esa conducta.
Nuestro próximo presidente Henrique Capriles y su diplomacia tendrán que esmerarse para lavar ese deshonor, junto con los demás entuertos y barbaridades internacionales en las que el país ha sido puesto a tomar parte, la mayoría de ellos aun desconocidos.

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