AQUIESCENCIA
Ibsen Martínez
1.- Como tantas otras palabrejas que
me gusta sacar a pasear los domingos para exasperación de mis lectores,
“aquiescencia” también proviene del latín. Significa asenso, consentimiento.
"Aquiescente" trae
consigo "que consiente, que permite o autoriza." No sé si sea
apropiado decir que se trata de un sentimiento moral. En cualquier caso, la
aquiescencia es una disposición que llamaré anímica, un algo que se encuentra
muy adentro y sumamente extendido y que dificulta la acción política opositora en
Venezuela. Me la figuro como una especie de lenteja lacustre moral que asfixia
al espíritu contestatario, demócrata y liberal.
Demasiados comentaristas de
nuestras calamidades políticas proponen últimamente que un
abstencionista es más perspicaz
que toda la clase política y que, espontáneamente, ha dado con la estrategia
que acabará con Chávez para siempre: esa estrategia consiste en quedarse en
casa el 16 de diciembre.
A estas notas interesa preguntar si
cierta facción que se dice opositora sin serlo no estará imbuida de algo mucho
peor y más eficazmente catastrófico que el abstencionismo. Tengo para mí que la
mayoría opositora no es toda ella abstencionista, sino que hay un sector muy
significativo de ella que es aquiescente,
algo a todas luces peor.
En efecto, existe una parte de la
masa opositora, acaso la más vehemente, la más ferozmente antipolítica, que consiente y tolera a consciencia la satrapía de Chávez. Esta paradoja es tan
resplandeciente como desconcertante y por eso no creo que sea perder el tiempo
hurgar por un rato en la distinción que aquí hago entre abstencionismo y
aquiescencia.
Un abstencionista es alguien que
promueve, de buena fe y con los medios a su alcance, la abstención electoral
porque, con razón o sin ella, piensa que abstenerse puede tener algún efecto
político decisivo. Un aquiescente, en cambio, es alguien a quien le da igual lo
que pase o deje de pasar en diciembre pues se inclina a pensar que, apartando
la retórica clasista, antiyanqui y antiglobalizadora, los mandos chavistas son
más o menos como adecos corruptos de los tiempos de Blanca Ibáñez y Cecilia
Matos.
En consecuencia, algunos
aquiescentes preferirían que los chavistas,
con Chávez o sin él, permanecieran en el poder al menos el tiempo
suficiente para contratar con ellos
pingües negocios. No sé cuán grande pueda ser hoy día ese sector, pero está
claro que se puede ser abstencionista al mismo tiempo que aquiescente. Para ser
más precisos, se es primero aquiescente y luego, aunque no en todos los casos,
abstencionista.
En efecto, no todo abstencionismo
expresa aborrecimiento militante del gobierno autoritario, manirroto y
pendenciero de Chávez o un rechazo principista al ventajismo electoral. Sé de
muchos que se dicen abstencionistas y contratan con el mismo gobierno que en
privado llaman corrupto. Hay casos desternillantes de puro vergonzosos. Estoy
seguro de que usted, mientras lee esto, puede enumerar mentalmente al menos
tres personas o instituciones dirigidas por personas de lo más
"escuálidas", que al tiempo que contratan con el gobierno pueden
ordenar sin parpadeos un discursillo o moralina de ocasión contra la clase
política y "esta oposición que lo que da es vergüenza" y que sólo
quieren hacer de comparsas de Chávez "legitimándolo" al participar en
unas elecciones amañadas por el CNE, ectétera, etcétera.
2.- Al decir esto tengo en mente, sin
buscar más lejos, al gremio de los cineastas venezolanos. Aunque sé que hay
gremios o corporaciones más vastas (¡ y más importantes!) , el de los
cineastas criollos es un microcosmos
cuya catadura moral colectiva ilustra la distinción que quiero hacer. A los
cineastas los tengo, por razones profesionales, más a la mano y sólo por ello
los traigo aquí como ejemplo. El fenómeno de la aquiescencia se manifiesta en
todos los demás gremios y corporaciones, desde la banca privada hasta los transformistas de la avenida
Libertador.
Pues bien, difícilmente hallará
usted un cineasta venezolano que se tenga a sí mismo por chavista. La mayoría se dice opositora, pero a la hora de juzgar al
Cenac ( organismo encargado de repartir los reales con los que los cineastas criollos
ruedan sus peliculitas), el cineasta aquiescente
dirá que, créalo usted o no, el Cenac funciona
como una helvética burbuja de excelencia, como un oasis de pluralismo y
eficiencia financiado por el mismo gobierno que nos ha dado el caso Afiuni,
Pudreval y la catástrofe de Amuay. Lo más estomagante, como dirían en España, del cineasta que así se expresa es la autocomplacencia
moral y los aires de suficiencia con que el Fellini de patio de bolas te cuenta
esos prodigios que harán posible cobrar su crédito y despalillarlo en otra
película infumablemente mala.
3..- Desde luego, el abstencionismo
tiene una enorme ventaja vestimentaria por sobre la idea de participar decididamente
en las elecciones del 16 D : declararse asbtencionista permite al aquiescente
mostrarse intransigente; le presta un aire de opositor puro y duro que siempre
es de muy buen tono. Y no exige, en verdad, demasiado de él: apenas una
retórica intransigente mientras campanea un whisky.
Ni siquiera estás obligado a
explicar cómo es que dejar de votar en diciembre va a hacer que Chávez se “deslegitime
a los ojos del mundo” y abandone sus manifiesto designio de instaurar un
régimen comunista en Venezuela.
Ibsen Martinez
está en @ibsenM
No hay comentarios:
Publicar un comentario