LAS ENSEÑANZAS DE DON
POMPEYO
Hace un tiempo, -¿uno, dos años?-
asistimos a una reunión organizada por el sociólogo venezolano Carlos Raúl
Hernández, en la que Pompeyo Márquez era el ponente.
El “viejo” nos iba a hablar de las
lecciones que había sacado de su larga y azarosa vida consagrada a la política.
Nadie mejor que él para conversar
sobre las vicisitudes de ese oficio, que según -dicen- decía Gonzalo Barrios,
no es un trabajo, pero cómo cansa.
La “ponencia” presentada por Pompeyo
fue enriquecedora e inspiradora. También los comentarios de la modesta pero
selecta audiencia.
En momentos en que terca y
absurdamente algunos venezolanos se empeñan aún en reeditar conductas que van a
contravía de lo que debe hacerse en política para frenar la deriva totalitaria
del gobierno de Chávez, preservar y ganar espacios institucionales, acopiar
fuerzas y reafirmar, a pesar de las condiciones adversas, la voluntad
democrática mediante el voto, resulta oportuno evocar las enseñanzas vertidas
aquel día por Pompeyo.
De mis notas de esa reunión -quizás
se me haya escapado alguna idea- extraigo el siguiente decálogo resumido:
Realismo: Las realidades no
pueden desconocerse o despreciarse, y no se puede actuar sobre ellas sin
tomarlas en cuenta al hacer política.
Antidogmatismo: la inmutabilidad de los dogmas no nos permite comprender el mundo cambiante. Los dogmas no sirven para la acción política.
No al fanatismo
ideológico: Los fanatismos son perversos, intolerantes, excluyentes, son
antidemocráticos.
Firmeza en los
principios y capacidad inagotable de diálogo: Los principios son la guía de
acción del político y sin diálogo sincero, abierto y plural es imposible
avanzar con pie firme hacia lo que aspiramos como sociedad democrática.
La amistad, la
solidaridad y sentido del humor: la amistad y la solidaridad son
bienes preciados incluso entre adversarios ideológicos; el político debe tener
buen sentido del humor siempre.
Estudio, análisis
concreto del momento concreto y rodearse de gente que sepa más que uno: el político debe
ser un estudioso de su realidad social, de las situaciones concretas
que enfrenta, y mantenerse actualizado, leer mucho y estar muy informado.
Nadie tiene el
monopolio del patriotismo.
Concentrarse en el
adversario: el político debe conocer a su oponente tanto o mejor que a sí mismo.
Para vencer, no se debe olvidar quién es el objetivo. El político no debe
distraerse en lo subalterno.
Amplitud y Unidad: en la lucha
política, se debe estar abierto a todos los que comparten objetivos y
estrategias; en la suma mayor de fuerzas diversas convergentes, en la Unidad,
siempre está la clave del triunfo.
Capacidad para
soñar: el político no puede renunciar a sus sueños de vivir en un mundo
mejor.
Estas son las que he llamado las
enseñanzas de Pompeyo; y el político o aspirante a tal que tenga ojos y oídos,
que vea y oiga; sobre todo, el de las nuevas generaciones que tiene sobre sus
hombros la responsabilidad de recuperar la democracia y poner las bases para una
Venezuela cónsona con la contemporaneidad.
Mencioné más arriba una supuesta
frase de Gonzalo Barrios, que si no es cierta, un hombre ocurrente y de aguda
inteligencia como fue la de él, pudo haberla pronunciado. Y ciertamente, la
política es una actividad tan ardua y extenuante como necesaria en toda
sociedad.
Sin embargo, a los 90, Pompeyo no se
rinde, ni se ha empantuflado, todo lo contrario, sigue activo luchando por la
democracia y la libertad de su país, amenazado hoy por unos tiranos demenciales.
En el momento que estoy ordenando estas líneas, nos enteramos que como
demócrata que es a carta cabal y no ajeno a los asuntos importantes que lo
rodean, está ejerciendo su derecho al voto en las elecciones del Colegio de
Periodistas. Bravo, querido amigo¡
Sabemos que contamos contigo y que el
16D estarás de primero en la fila de tu centro de votación, consecuente con tus
principios y sueños.
EMILIO NOUEL V.
@ENouelV
emilio.nouel@gmail.com
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