sábado, 24 de noviembre de 2012

EL FACTOR MIEDO


     RAMÓN GUILLERMO AVELEDO


El pasado 7 de octubre los venezolanos celebramos una elección presidencial. El conocido analista de la opinión pública Alfredo Keller, en estudio presentado en septiembre, consideró que esa cita comicial era “Unas elecciones marcadas por el Factor Miedo”. La mitad de los encuestados opinaba que los seguidores del actual Presidente provocarían la violencia en el caso de un triunfo de su competidor y que los militares son partidarios del actual Presidente, y uno de cada cinco pensaba que éstos no reconocerían una victoria del candidato de la Unidad. Más de la mitad pensaba que el CNE estaba parcializado a favor del oficialismo y casi cuatro de cada diez no confiaba en su transparencia. Uno de cada tres que el actual Presidente no aceptaría una derrota electoral y la misma proporción creían que el voto no era secreto. Cuatro de cada diez pensaba que de ganar el postulado de la Unidad, las misiones serían eliminadas.
El día martes de esta misma semana, la UCAB reunía un panel de expertos para el foro “La Política Venezolana y la Construcción de Mayorías”. El título y el párrafo de abrir la información de El Universal se refiere a que la propuesta de la oposición “no ha logrado que los ciudadanos superen sus temores”.
A lo largo de la campaña escuchamos y vimos distintas formas de infundir temor.
Que el voto no es secreto. Que los funcionarios públicos perderían su empleo, bien por despidos masivos en caso de cambio de gobierno o como represalia por el voto. Que se eliminarían las misiones. Que igual suerte correrían las pensiones para los adultos mayores y, al efecto, se distribuyeron volantes en las colas de los pensionados a las puertas de las oficinas bancarias el último de septiembre. Que el gobierno era invencible. Que habría fraude.
Que un eventual triunfo de la candidatura alternativa traería una crisis o podría llegar a provocar una guerra civil, puesto que “el programa oculto” de la MUD era un “paquetazo neoliberal”. Al respecto se publicaron libros y volantes con versiones adulteradas del programa y se esgrimió ante los medios un documento apócrifo en prueba de las alegaciones.
En ese contexto, ¿Cómo no pensar que tenían intenciones de propaganda para reforzar esa percepción, las acciones violentas concretas de grupos organizados e identificados en algunos sectores de Caracas, como La Vega o Cotiza, contra actividades de campaña del candidato de la Unidad?
Se difundió que la Fuerza Armada no reconocería a otro comandante en jefe que el actual, así lo declararon algunos oficiales generales de la más alta jerarquía, empezando por el Ministro –hoy candidato del Psuv a la gobernación de Trujillo- pero también que en caso de un triunfo del candidato de la Unidad se desatarían persecuciones a los militares.
En la frontera apureña con Colombia, se distribuyó material de propaganda con el logo de la campaña de Capriles ensangrentado y una moto sierra con sus iniciales y su consigna, también mojada en sangre y la leyenda: “Vuelve la moto sierra” en alusión al uso de este aparato por parte de los paramilitares para cercenar manos y pies a guerrilleros o sospechosos de serlo.
Que todo eso haya ocurrido puede ser visto por algunos como propio de la campaña electoral, excesos indeseables, excepciones y no regla. Pero es difícil creer que esa sea la verdad.
Sobre todo, me preocupa, ¿Por qué se formularon esas amenazas diversas? ¿Por qué algún estratega electoral pensó que podrían ser eficaces? ¿Cómo es que han llegado a parecer creíbles a una parte de los venezolanos?
Creo imperativo mirar cara a cara ese tema.
El 16 podemos, por miedo, no votar. Y perdemos. O votar con miedo, y que el miedo nos marque el voto y el destino. O votar contra el miedo, y ganar.

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