¡Qué temor inspiran las comunas! Si en las navidades los barcos no atiborrasen los puertos trayendo pinos, turrones, whisky del bueno, si los diputados chavistas se transportaran en bicicleta como los burgueses en Holanda, o combatieran de voluntarios junto a Hamás, habría que asustarse. Nuestros radicales violan la paz de alguna sinagoga para demostrar su fe en el proceso y que publiquen la noticia en Teherán. Las comunas servirán para quitarle a cualquier empresario unos cuantos millones y asustar a la población, algo que tan "útil le ha sido a Chávez" y, claro, continuar arruinando al país.
En este comunismo los obreros no cesan de protestar sin que nadie los apoye, la realidad los está desilusionando, supusieron que ellos, y no los burgueses, estaban en el poder: comprueban que nuestra nueva clase es bonchona, vividora y mentirosa, solo que por ahora disfrazan sus protestas, usando franelas rojas, pero la inflación les come el sueldo.
El Gobierno no cumple los contratos colectivos, o no los firma... Los sindicatos cierran las calles para cobrar sus utilidades o pedir que les paguen deudas de 2011. El Estado es ahora propietario de centenares de empresas donde antes trabajar era un verdadero privilegio como ocurría con Pdvsa. El Gobierno impuso una ley de trabajo inaplicable para las propias empresas estatales, las que como Corpoelec son incapaces de pagar siquiera su nómina con el dinero que reciben de los usuarios. Se multiplican los apagones, las ciudades permanecen a oscuras, se deterioran las plantas eléctricas.
Curiosamente la oposición ignora las reclamaciones de los trabajadores. Es natural que toda la labor opositora se concentre en ganar el mayor número de gobernaciones, una forma eficaz de revertir la derrota del pasado 7 de octubre, pero la política no se reduce al hecho electoral o a reclamar frente al CNE.
La reciente huelga de hambre de la alcaldesa que obligó a Pdvsa a honrar sus compromisos, contó con el respaldo de la dirigencia política. A los trabajadores tampoco hay que dejarlos solos. Esto no quiere decir quitarles la iniciativa a los trabajadores, tratar de robarse el show, pero por lo menos insistir públicamente en que el Estado cumpla con sus propias leyes, respete los contratos colectivos, 5 millones de trabajadores pesarán más en el futuro que las arbitrariedades del CNE, solo que hasta ahora los conflictos sociales estallan en un mundo ajeno al de la política, casi en un vacío.
Giordani insinúa que subirá el precio de la gasolina y que se acabará la regaladera. ¿Habla en serio? Si fuera verdad asistiremos al final del socialismo bonchón del siglo XXI. A Chávez le gusta tanto Giordani porque es el "único en el Gobierno que cree en ese socialismo albanés".
Ya se ganó la elección presidencial, adiós a la regaladera electoral. La electoral, claro, la otra, la que beneficia a los amigos, dentro y fuera de Venezuela, continuará igual.
Apretarán los cinturones de los otros, arruinarán a las empresas, les quitarán dólares a los estudiantes hasta que estalle la caldera. Paciencia. Giordani habla de austeridad después de las elecciones, claro.
Este socialismo prefiere importar turrones y pinos a medicinas, repuestos de automóviles y papel.
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