OPOSICIÓN,
COMUNICACIÓN,
INCOMUNICACIÓN
Ivan Feo
No hubo Campaña Comunicacional
Nacional de la oposición venezolana para las Elecciones Municipales 2013 en
Venezuela. No hubo campaña comunicacional
nacional por parte de la MUD. No
hubo campaña comunicacional nacional
de los distintos partidos que apoyaron a sus candidatos. No me refiero a las
campañas particulares que hicieron, apoyados por los (sus) partidos u
organizaciones civiles, los distintos candidatos a alcaldes y concejales, en
donde vendieron sus atributos y capacidades para ejercer los cargos a los
cuales aspiraban. Tampoco me refiero a Henrique, figura incansable, levantando
brazos de aspirantes por toda Venezuela.
No hubo campaña comunicacional
nacional que apoyara el pretendido, el declarado plebiscito entre el mundo
democrático y el totalitario. Documentos ciertamente importantes como el “Compromiso gestión municipal para el pueblo
y el progreso” de la MUD, no tuvieron la difusión mínima, elemental,
imprescindible, a través de piezas apropiadas que explicaran, clarificaran,
“convencieran” por qué se debía votar no sólo por los mejores candidatos sino
por aquellos que “representaran, significaran” torcerle el camino al disparate
que vivimos.
No hubo campaña comunicacional
nacional que se interrumpiera, respondiera y siguiera su ruta trazada, frente a lo que fue la ingeniosa y trágica
misión: “coge tu electrodoméstico barato
y vota”, misión tan audaz como la Misión Vivienda y casi tan imaginativa como
Barrio Adentro, ya que se produjo con dinero ajeno.
Numerosos buenos artículos y mejores declaraciones de periodistas,
intelectuales o políticos inteligentes –¡y mira que los hubo! - no sustituyen a
una campaña comunicacional nacional
cuya finalidad fundamental ha debido ser convertir aquellos buenos mensajes en
comunicación popular, masiva, que se utilizara en otros medios, distintos y más
apropiados.
Una campaña comunicacional
nacional podía, debía partir de un núcleo de opiniones de alguna gente
estupenda, sin otra relación entre sí que la de ser demócratas y talentosos, como
Milagros Socorro, Alberto Barrera Tyszka, Ibsen Martínez, Thaís Peñalver,
Alonso Moleiro, Marcos Villasmil, Luis García Mora, Tulio Hernández (aquí meto al mismo Ramón Guillermo Aveledo)
y otros cuyo juicio suele ser -además de atinado- atractivo y “canibalizable”,
propicio para cualquier plan de comunicación efectivo. Pero una ristra de
buenos artículos, opiniones e ideas no sustituye a una campaña comunicacional nacional que debía tener objetivos políticos
y hacerse de objetivos comunicacionales diferenciados, separación de grupos de
receptores (por edades, sexo, intereses) metas parciales, escalonadas,
progresivas… Y, por sobre todo: mensajes generales y particulares que se
compadecieran en secuencia con aquellos objetivos claramente distinguidos.
Se sabe que los recursos son escasos, y que ahora no tenemos televisión
y otras razones. No es eso de lo que hablamos. Con cuatro lochas, organización,
planificación, trabajo e imaginación se hace lo que se puede hacer, se hace lo
que se tiene que hacer.
Hasta el domingo 8 vivimos inmersos en el centro de una nube
epiléptica, dislocada, absurda a veces, de mensajes producidos en lo que llaman
redes de medios alternativos. Y habrá quien diga que esa es la naturaleza de
esos medios y es probable que así sea. Sólo afirmo que allí dentro o allá
arriba, en medio de esa maraña de mensajes desarticulados y poco racionales, ha
podido, ha debido estar, orientando con esfuerzo dentro del caos, la voz de las
fuerzas opositoras en la figura de una campaña
comunicacional nacional. Lo visible fue la ausencia de rectoría, de voz
cantante, de talento encausador.
Creo que este lamento o reclamo en voz alta es otra señal, otra
consecuencia, de la ya comentada exigencia a que la MUD “cambie”, se convierta y
evolucione en otra cosa. O que tiene que surgir otra maquinaria, paralela, que
sea como un partido político. O que aparezca otro partido político. Pero algo
tiene que pasar.
Comenzaron los análisis, optimistas necesariamente, acerca de cuál es
el alcance y la significación de las cifras obtenidas. Por ejemplo, que la
gente votó más que en las regionales (donde por la abstención dejaron de
obtenerse 10 gobernaciones, mínimo). Yo mismo tengo por ahí la alegría de un
par de victorias.
Ahora viene el 2014 con una paradoja.
Si algo mueve a la gente… sí, dije a la gente, es el ambiente electoral,
el bullicio gregario al que se pliega, el hombro con hombro de una
concentración o una marcha. Y allí es donde se pone una gorra, o una escarapela
o reparte unos volantes que le han dado. Por fuera del carnavalito electoral,
la gente no se identifica como opositora, no reparte volantes, no se pone la
bendita escarapela. Le huye a la política en general, vive su vida.
Esa vida contenida en el Plan de
la Patria, ahora hecho ley.
En el 2014 no hay elecciones. Es todo un largo año. Y no hay Aló ciudadano para verlo a las cinco de
la tarde. ¿Qué vamos a hacer, queridos amigos? ¿Nos cruzaremos de brazos a
esperar la próxima elección para improvisar un espíritu apasionado, militante?
La respuesta, la salida, la salvación –sin dramatismos- se roza en
estas últimas líneas anteriores. Dije volantes, dije escarapelas, dije no
esperar hasta otro evento eleccionario. Quiero decir hacer política, quiero
decir, con militancia o no, hacer política. Ocuparse de lo público, no tener
miedo a conversar. Desde la mañana con el café y la niña que nos sirve el
cachito, hacer política. Cuando se paga la fotocopia o se va en el metro o el
taxi. En cada relación personal fortuita hacer política. Hacer política no es
otra cosa que conversar y convencer, poner de este lado, crear complicidad,
hacer nuevos amigos, crear barra. Activar en uno lo social y sentirlo personal.
¡Qué ladilla, ¿no?! Pero no hay otra. Somos opositores. Hay que hacerlo. Somos o-po-si-to-res.
Que lo sepan
Accionando. Movilizándonos, buscando todos los días en cuál palo va uno
a ahorcarse, haciendo cosas entre dos o entre cuatro, dentro de la comunidad,
buscando calle. Así influenciaremos a la dirigencia de oposición que existe, presionaremos,
cambiaremos, nos inscribiremos, nos saldremos, crearemos nueva dirigencia. Así
arribaremos al próximo proceso eleccionario (si es que va a haberlo) en el que
seguro (esa vez sí) habrá una muy buena y muy grande Campaña de Comunicación Nacional.
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