lunes, 9 de diciembre de 2013

OPOSICIÓN,
COMUNICACIÓN,
INCOMUNICACIÓN

Ivan Feo

No hubo Campaña Comunicacional Nacional de la oposición venezolana para las Elecciones Municipales 2013 en Venezuela. No hubo campaña comunicacional nacional  por parte de la MUD. No hubo campaña comunicacional nacional de los distintos partidos que apoyaron a sus candidatos. No me refiero a las campañas particulares que hicieron, apoyados por los (sus) partidos u organizaciones civiles, los distintos candidatos a alcaldes y concejales, en donde vendieron sus atributos y capacidades para ejercer los cargos a los cuales aspiraban. Tampoco me refiero a Henrique, figura incansable, levantando brazos de aspirantes por toda Venezuela.
No hubo campaña comunicacional nacional que apoyara el pretendido, el declarado plebiscito entre el mundo democrático y el totalitario. Documentos ciertamente importantes como el “Compromiso gestión municipal para el pueblo y el progreso” de la MUD, no tuvieron la difusión mínima, elemental, imprescindible, a través de piezas apropiadas que explicaran, clarificaran, “convencieran” por qué se debía votar no sólo por los mejores candidatos sino por aquellos que “representaran, significaran” torcerle el camino al disparate que vivimos.
No hubo campaña comunicacional nacional que se interrumpiera, respondiera y siguiera su ruta trazada,  frente a lo que fue la ingeniosa y trágica misión:  “coge tu electrodoméstico barato y vota”, misión tan audaz como la Misión Vivienda y casi tan imaginativa como Barrio Adentro, ya que se produjo con dinero ajeno.
Numerosos buenos artículos y mejores declaraciones de periodistas, intelectuales o políticos inteligentes –¡y mira que los hubo! - no sustituyen a una campaña comunicacional nacional cuya finalidad fundamental ha debido ser convertir aquellos buenos mensajes en comunicación popular, masiva, que se utilizara en otros medios, distintos y más apropiados.
Una campaña comunicacional nacional podía, debía partir de un núcleo de opiniones de alguna gente estupenda, sin otra relación entre sí que la de ser demócratas y talentosos, como Milagros Socorro, Alberto Barrera Tyszka, Ibsen Martínez, Thaís Peñalver, Alonso Moleiro, Marcos Villasmil, Luis García Mora, Tulio Hernández  (aquí meto al mismo Ramón Guillermo Aveledo) y otros cuyo juicio suele ser -además de atinado- atractivo y “canibalizable”, propicio para cualquier plan de comunicación efectivo. Pero una ristra de buenos artículos, opiniones e ideas no sustituye a una campaña comunicacional nacional que debía tener objetivos políticos y hacerse de objetivos comunicacionales diferenciados, separación de grupos de receptores (por edades, sexo, intereses) metas parciales, escalonadas, progresivas… Y, por sobre todo: mensajes generales y particulares que se compadecieran en secuencia con aquellos objetivos claramente distinguidos.
Se sabe que los recursos son escasos, y que ahora no tenemos televisión y otras razones. No es eso de lo que hablamos. Con cuatro lochas, organización, planificación, trabajo e imaginación se hace lo que se puede hacer, se hace lo que se tiene que hacer.
Hasta el domingo 8 vivimos inmersos en el centro de una nube epiléptica, dislocada, absurda a veces, de mensajes producidos en lo que llaman redes de medios alternativos. Y habrá quien diga que esa es la naturaleza de esos medios y es probable que así sea. Sólo afirmo que allí dentro o allá arriba, en medio de esa maraña de mensajes desarticulados y poco racionales, ha podido, ha debido estar, orientando con esfuerzo dentro del caos, la voz de las fuerzas opositoras en la figura de una campaña comunicacional nacional. Lo visible fue la ausencia de rectoría, de voz cantante, de talento encausador.
Creo que este lamento o reclamo en voz alta es otra señal, otra consecuencia, de la ya comentada exigencia a que la MUD “cambie”, se convierta y evolucione en otra cosa. O que tiene que surgir otra maquinaria, paralela, que sea como un partido político. O que aparezca otro partido político. Pero algo tiene que pasar.
Comenzaron los análisis, optimistas necesariamente, acerca de cuál es el alcance y la significación de las cifras obtenidas. Por ejemplo, que la gente votó más que en las regionales (donde por la abstención dejaron de obtenerse 10 gobernaciones, mínimo). Yo mismo tengo por ahí la alegría de un par de victorias.
Ahora viene el 2014 con una paradoja.  Si algo mueve a la gente… sí, dije a la gente, es el ambiente electoral, el bullicio gregario al que se pliega, el hombro con hombro de una concentración o una marcha. Y allí es donde se pone una gorra, o una escarapela o reparte unos volantes que le han dado. Por fuera del carnavalito electoral, la gente no se identifica como opositora, no reparte volantes, no se pone la bendita escarapela. Le huye a la política en general, vive su vida.
Esa vida contenida en el Plan de la Patria, ahora hecho ley.
En el 2014 no hay elecciones. Es todo un largo año. Y no hay Aló ciudadano para verlo a las cinco de la tarde. ¿Qué vamos a hacer, queridos amigos? ¿Nos cruzaremos de brazos a esperar la próxima elección para improvisar un espíritu apasionado, militante?
La respuesta, la salida, la salvación –sin dramatismos- se roza en estas últimas líneas anteriores. Dije volantes, dije escarapelas, dije no esperar hasta otro evento eleccionario. Quiero decir hacer política, quiero decir, con militancia o no, hacer política. Ocuparse de lo público, no tener miedo a conversar. Desde la mañana con el café y la niña que nos sirve el cachito, hacer política. Cuando se paga la fotocopia o se va en el metro o el taxi. En cada relación personal fortuita hacer política. Hacer política no es otra cosa que conversar y convencer, poner de este lado, crear complicidad, hacer nuevos amigos, crear barra. Activar en uno lo social y sentirlo personal. ¡Qué ladilla, ¿no?! Pero no hay otra. Somos opositores. Hay que hacerlo. Somos o-po-si-to-res. Que lo sepan

Accionando. Movilizándonos, buscando todos los días en cuál palo va uno a ahorcarse, haciendo cosas entre dos o entre cuatro, dentro de la comunidad, buscando calle. Así influenciaremos a la dirigencia de oposición que existe, presionaremos, cambiaremos, nos inscribiremos, nos saldremos, crearemos nueva dirigencia. Así arribaremos al próximo proceso eleccionario (si es que va a haberlo) en el que seguro (esa vez sí) habrá una muy buena y muy grande Campaña de Comunicación Nacional.

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