ARGELIA RÍOS
EL UNIVERSAL
El 2014 será el año de la redefinición de los procesos unitarios dentro de la oposición y del Gobierno. El oficialismo experimentará un barajo inexorable, en el cual entrarán en juego asuntos de todo orden, incluyendo los ideológicos, que seguramente derivarán en la configuración de nuevas realidades hacia el interior del PSUV. La MUD, por su parte, también encarará un duro debate en el que no habrá temas ausentes: el liderazgo de la plataforma y la estrategia que ella deberá seguir en adelante estarán en la agenda, donde también tendrá un espacio privilegiado la discusión en torno al método de escogencia de quienes asistirán en plan de candidatos a las elecciones parlamentarias de finales de 2015.
Aunque todavía falta mucho tiempo para esa medición, sus trámites preliminares ya se han iniciado y las señales indican que presenciaremos episodios muy ajetreados, tanto en el polo patriótico como en el de la alternativa democrática. Todo cuanto ocurra en el transcurso de estos próximos doce meses sumará o restará a las aspiraciones de los grupos que, en el campo revolucionario y en el de la MUD, continuarán bregando para consolidarse como los de mayor peso e influencia dentro de cada terreno.
El reacomodo que se inició tras la muerte del comandante fundador entrará en una fase decisiva, cuyo corolario estará inevitablemente influido por la crisis económica que se anuncia y, desde luego, por el modo como Maduro y su equipo sorteen lo que habrá de venir en esa materia. Si bien "la sucesión" superó con bien la difícil prueba de 2013, la historia aún está lejos de tener un final: las municipales del 8-D dibujaron un cuadro de poder endógeno compartido, en el que Diosdado Cabello despuntó como un jefe partidista de singular relevancia, imposible de ser desestimado por un Maduro cada vez más afanado en la labor de convertirse, como el fundador, en el hegemón irrefutable del "chavismo sin Chávez".
También en el campo opositor se vislumbran tiempos duros que, como en el oficialismo, impactarán la obligante meta unitaria: el enfrentamiento entre viejos y nuevos factores de la política será la moneda de uso más corriente dentro de la MUD, donde revivirán los desencuentros que fueron silenciados por los convincentes resultados de las primarias de 2011 y que, ahora, tendrán su segundo capítulo: uno, sin duda, más corrompido y enviciado, tejido a la sazón de la abierta injerencia que la revolución tratará de tener en los desarrollos de las cuitas de sus adversarios. El objetivo del Gobierno es estimular hostilidades que lucirán como parte rutinaria del "debate democrático", pero que, en realidad, serán expresiones de desacuerdos más hondos que los referidos a la hoja de ruta y a su propósito último... En cada lado, el reencuadre de la unidad será un parto doloroso.
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