La maldición del diablo, este “excremento del diablo”
Desde hace semanas, la comunidad de estados occidentales está ocupada con la situación en Ucrania. No se vislumbra ninguna solución a la crisis. Al contrario, la situación se complica cada vez más. Lo que Ucrania es para el occidente, lo es Venezuela para América Latina.
A un año de la muerte de Hugo Chávez, su sucesor Nicolás Maduro ya no maneja la situación. Justamente este fin de semana el país vivió nuevamente grandes manifestaciones. De hecho no se podía haber esperado otra cosa, porque de su antecesor heredó un país con una economía arruinada que políticamente está totalmente dividido.
Chávez montó a Maduro como su sucesor porque estaba seguro de que continuaría su modelo del “Socialismo del siglo 21”.
Dicho sea de paso, el joven Maduro fue adiestrado en Cuba. Es uno de los sostenes del eje La Habana – Caracas creado por Chávez.
En el trasfondo está Cuba - el hermano menor.
Chávez diseñó este eje a su vez no solamente porque veneraba a Fidel Castro sino, desconfiando de su propio pueblo, quiso resguardar su modelo chavista en todos los niveles a través de “cooperantes” cubanos. Desde hace mucho tiempo los cubanos ya mantienen ocupadas todas las funciones clave de importancia estratégica de Venezuela.
Y de esta manera no solo contribuyen a mantener el poder de Maduro sino también al ulterior financiamiento del régimen cubano con petrodólares venezolanos. María Corina Machado, una de las adversarias más valientes al régimen chavista resumió la crítica de muchos venezolanos: “La gente sale a la calle porque está harta de este régimen Castro-Chávez teledirigido desde Cuba.”
De buena gana los admiradores occidentales de Hugo Chávez – y de ellos hubo y sigue habiendo muchos – se han referido una y otra vez a su lucha contra la pobreza. En su primera entrevista con CNN, Maduro afirmó hace pocos días que gracias a esta lucha ahora millones de venezolanos viven mejor que antes.
Eso puede ser cierto y explica el apoyo por parte de los sectores más pobres. Sin embargo, Chávez no creó ninguna riqueza nueva en Venezuela sino solo repartió de manera diferente la riqueza existente. Gastó miles de millones en el consumo, en el armamento de sus fuerzas armadas y en la creación de las “milicias bolivarianas.”
Incluso se tiene que importar hasta el papel higiénico.
Y de esa manera, el país con las mayores reservas de petróleo y gas de América Latina está al borde de la ruina económica. Se sigue explotando petróleo con una técnica completamente anticuada, pero es cada vez menos.
El mayor comprador del petróleo siguen siendo los Estados Unidos. Solo en este país se puede procesar el crudo venezolano que es muy sulfuroso. Chávez no construyó nuevas refinerías. Fuera de eso, el país ya no fabrica nada y se tiene que importar hasta el papel higiénico.
Es el descontento creciente frente a las condiciones concretas de vida lo que desde hace tiempo está empujando a mucha gente a salir a la calle. Sobre todo la juventud de las universidades se está rebelando, exigiendo más libertad y sobre todo nuevas perspectivas para el futuro.
El régimen tilda rotundamente al sector de los descontentos de “fascistas ansiosos de dar un golpe”. Pero, ¿para cuánto tiempo más alcanza todavía esta consigna? ¿Cuándo va a estallar la caldera venezolana?
Lavado de cerebro al estilo chavista.
Es lamentable que el presidente Maduro haya rechazado en la entrevista con CNN la necesidad de una mediación neutral. Pero, ¿quién se prestaría para una tal operación suicida?
Bajo Chávez todos los puestos importantes del Estado y la administración nacional fueron ocupados por sus partidarios. Ya no hay una justicia neutral. Los medios fueron sincronizados sistemáticamente y para los comicios estuvieron solamente a la disposición de los candidatos del régimen, y ahora lo están exclusivamente para Maduro.
No obstante, y pese a este lavado de cerebro al estilo chavista, en las últimas elecciones presidenciales poco menos de la mitad de la población se pronunció en favor de Enrique Capriles, el candidato de los partidos unidos de la oposición. Hubo pruebas masivas de fraude electoral. Tampoco se llevó a cabo la repetición exigida de la elección bajo condiciones correctas y leales.
¿Cómo reacciona la región a la crisis en Venezuela? Con un sano y comprensible orgullo se llama la atención en América Latina al hecho de que
los tiempos de las dictaduras
militares pertenecen al pasado.
Todo el continente está dividido.
En
efecto, en los últimos años se ha ido consolidando un nuevo tipo de régimen que aspira hábilmente a
mantener la fachada democrática pero que en los hechos gobierna de manera
dictatorial.
Se trata de los países de
la “Alianza Bolivariana” forjada por Chávez, de la cual forman parte, fuera de Venezuela y Cuba, también Bolivia,
Ecuador, Nicaragua y Argentina. En el
lado opuesto están los Estados de la “Alianza del Pacífico” con México,
Chile, Perú y Colombia, países
que mantienen el modelo de la democracia occidental y que han constituido una unión de libre comercio.
Empero, ¿dónde está ubicado
Brasil? El país que de buena gana
quiere verse encarnando el rol de
una potencia líder regional, se
encuentra en alguna posición intermedia, y más bien sigue ocupado por último de sí mismo. Esto es una
tragedia para América Latina. Brasilia no es capaz de asumir una verdadera
mediación y eso involucra
siempre una mediación neutral.
El Partido de los
Trabajadores (PT) que es partido de
gobierno desde 2003 no ha entendido equilibrar las tensiones regionales
entre los diferentes países y bloques. En
cambio, fomenta las inversiones brasileras en Venezuela y Cuba, cuestión que a causa de la seguridad
insuficiente de las inversiones hasta ahora solo ha costado dinero.
El petróleo, este “excremento del diablo”.
Brasilia no ha diseñado un
concepto global regional sostenible para América Latina. Al contrario, en el campo de la política exterior se ha
dejado instrumentalizar una y otra vez por Cuba y Venezuela, por
ejemplo, al dar su consentimiento a la formación de una nueva unión de Estados,
UNASUR, una unión exclusivamente latinoamericana
en la cual no es Brasilia que marca
las pautas, sino lo son los países bolivarianos.
En el diario “Welt am
Sonntag”, Henry Kissinger reclamó un estado de un “descontento balanceado” como
base para solucionar la crisis en Ucrania. El eximio artista de las negociaciones sabe que en caso de un
conflicto habría que incluir a todas las partes.
La oposición venezolana, o
sea la mitad del país, ha tenido que
presenciar hasta ahora el hecho de que la mayoría de los países de la
región ha ignorado sus
reivindicaciones legítimas, como gozar de una mejor seguridad, o luchar
contra la inflación galopante e incluso
se le ha denegado su puesto en la mesa de las negociaciones.
La riqueza - no solo puede
ser una bendición, sino también una maldición. Por tal razón, el político venezolano Juan Pablo Pérez Alfonso habló
hace casi medio siglo atrás del petróleo tildándolo como “el excremento del
diablo” y no dejó ninguna duda de que éste no le ha traído a su país ningún
tipo de suerte. Hasta ahora sus
palabras lamentablemente siguen teniendo validez.
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