Momento crucial para América Latina
La crisis que está viviendo Venezuela debe ser resuelta por los venezolanos. En ello hay que coincidir con el gobierno. No obstante, para que ello sea posible, en el gobierno deben entender que la democracia no son sólo elecciones y que ésta empieza precisamente por reconocer que él que piensa distinto también tiene un punto de vista válido. En tal sentido, preocupa mucho que desde el gobierno se consideren dueños absolutos de la verdad y hagan uso del aparato comunicacional del Estado para tratar de vender esa idea al país y el resto del mundo. Así, nunca podrá concretarse un diálogo fructífero para la paz en Venezuela.
La ruptura de relaciones diplomáticas con Panamá, ante la simple convocatoria de dicho Estado a una reunión en la OEA para intercambiar opiniones e información sobre lo que está sucediendo en Venezuela, fue una clara indicación de que el gobierno también trata de imponer su visión en el foro internacional. La decisión, tomada por Nicolás Maduro, revela claramente que para este gobierno (tanto en el ámbito interno como en el internacional) una simple crítica no es válida y todo aquél que lo haga está sujeto a ser atacado o sancionado.
Precisamente, en donde puede colaborar la comunidad internacional es en promover y facilitar un diálogo entre todos los actores relevantes del país, una conversación que no pasa por la salida de Maduro de la presidencia, sino que más bien requiere que se restituya la democracia en Venezuela. Esto empieza por el reconocimiento del adversario político, pero se concreta con el respeto a los derechos humanos, el ejercicio del poder con sujeción estricta a la Constitución y las leyes y una verdadera separación e independencia en los poderes públicos.
Dicho eso, cabe destacar que la esperanza es lo último que se pierde, pero cada día que pasa los hechos parecieran ratificar que la estrategia del gobierno no pasa por la restitución de la democracia y la concreción de un diálogo verdadero, sino por la imposición a la fuerza de su proyecto político, valiéndose de una supuesta mayoría para desconocer cualquier disidencia de una supuesta minoría. Lamentablemente, ello ya está llevando a un enfrentamiento directo entre venezolanos, con un desenlace no sólo preocupante sino muy triste para la historia del país.
Vista la situación, está llegando un momento crucial para América Latina. La región deberá decidir si permanece impávida ante la consolidación definitiva de una dictadura en un país de tradición democrática o si levanta la voz para hacer entrar en razón al gobierno y hacerle entender que por el bien de su continuidad y para beneficio de todos los venezolanos, es necesario restituir las características esenciales de la democracia. El gobierno debe entender que los que disentimos de su proyecto político también tenemos derecho a hacer nuestra vida en el país.
La "pataleta" ante Panamá y los reiterados ataques sin pruebas a Estados Unidos lo único que logran es ridiculizar al régimen a nivel internacional y restarle credibilidad. En las cancillerías de la región saben que una discusión en la OEA de la situación en un Estado Miembro no es una "acción injerencista" y el hecho de que Panamá haya realizado la convocatoria no era razón para romper relaciones diplomáticas y congelar las relaciones comerciales.
Por ende, conforme pasan los días, surgen más argumentos para que incluso gobiernos que se han considerado tradicionalmente como cercanos al régimen actual, comiencen a dejar entrever que la situación actual es insostenible y por ende, por el bien de la estabilidad en la región, más vale que se creen condiciones verdaderas para el diálogo antes que la situación se agrave de tal manera que no haya vuelta atrás. Lo que suceda, determinará el futuro de la democracia en la región.
@marianodealba
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