martes, 25 de marzo de 2014

VENEZUELA, SEGÚN CHINA

Ariel Armony

El País



“En la era Chávez, el péndulo se colocó en un extremo y ahora se quiere colocar en la posición correcta”. Esta fue la respuesta de un colega chino cuando le pregunté su opinión sobre la crisis en Venezuela. Nada más.
Si aprendí algo durante el tiempo que viví en China fue a no darme por vencido con las frases que parecen impenetrables. Un primer elemento importante para tener en cuenta es que, en China, casi no se utiliza el término “crisis” para definir la situación actual en Venezuela. La perspectiva desde la cual se leen los eventos en Venezuela no es coyuntural. Cuando el sector público chino habla de Venezuela como un “aliado estratégico” está pensando en una relación que se construye sedimentariamente a través del tiempo.
La perspectiva china armoniza con una lectura de la situación venezolana que ve al país sudamericano inmerso en una crisis de gobernabilidad que no se solucionaría simplemente con un cambio de gobierno. China enfatiza una visión de largo plazo, la cual se enmarca en una filosofía con miras al futuro. Esta perspectiva es coherente con la estrategia china de inversión en Venezuela, concentrada en el sector petrolero. La relación energética de China con Venezuela ha logrado un profundo grado de madurez. Se basa en un modelo que, usando la cooperación energética como eje, se extiende a infraestructura, tecnología de punta, agricultura y otros sectores, bajo un marco de cooperación altamente institucionalizado. China es el segundo socio comercial de Venezuela y tiene un fuerte programa de préstamos que se pagan con petróleo. Si bien algunos comentaristas mencionan que los socios chinos se han mostrado reacios a prestar el dinero que Nicolás Maduro les pidió durante su visita a Beijing en septiembre de 2013, la realidad es que a fines del año pasado Caracas recibió un crédito por $5.000 millones. El flujo de dinero no se ha detenido.
No cabe duda de que las compañías petroleras chinas están preocupadas por sus inversiones en Venezuela, especialmente con respecto a la seguridad pública y jurídica. Pero esta preocupación está presente desde que la salud de Hugo Chávez comenzó a deteriorarse. Altos ejecutivos de las compañías petroleras estatales chinas vienen confesando en privado su inquietud por el futuro en la región, no sólo en función de la situación en Venezuela sino también por los nuevos rumbos geopolíticos que un fuerte cambio de timón en Caracas pudiera generar. Juzgando por las preguntas que he recibido en las últimas semanas por parte de revistas de negocios en China, existe un palpable interés por parte del sector empresarial en comprender la naturaleza de la convulsión social y las serias dificultades económicas en Venezuela. En particular, se procura entender cómo China puede ayudar a Venezuela y, a su vez, proteger sus intereses en aquel país.
Pese a estos nerviosismos, es necesario mencionar que la presencia china en Venezuela se caracteriza por una diversidad de estructuras contractuales, desde la exploración y el desarrollo de yacimientos a contratos de servicios e importación de petróleo crudo. Esta variedad protege los intereses chinos. Según uno de los investigadores que más conoce la relación entre China y Venezuela, Sun Hongbo de la Academia China de Ciencias Sociales, las compañías chinas no sólo continuarán sino que profundizarán su cooperación con Venezuela. No olvidemos que un importante proverbio chino hace hincapié en que los verdaderos amigos se conocen en la adversidad.
Una mirada a la cobertura sobre Venezuela en los principales portales chinos revela algunas tendencias interesantes. No se especula sobre un posible cambio de régimen. Existe un consenso sobre la capacidad del gobierno de Maduro de mantenerse en el poder, no sólo porque controla los recursos del Estado y tiene el sostén de las fuerzas armadas, sino también porque cuenta con el apoyo de una parte significativa de la población. Por otra parte, se enfatiza la debilidad y fragmentación de la oposición y se habla de su oportunismo, especialmente por parte de líderes como Leopoldo López. Los términos más usados para definir la situación social son “protestas”, “disturbios políticos” y, en algunos casos, se habla de “golpe de Estado”. Desde una mirada que parece hablar de las disyuntivas que enfrenta el gobierno chino con respecto a la protesta social, algunos ponen el acento en el dilema que la movilización ciudadana presenta al gobierno del PSUV, ya que una acción firme podría resultar en más protestas y una respuesta débil debilitaría el poder del Presidente Maduro.
China comparte con Brasil y otros países latinoamericanos la posición que defiende la no injerencia en los asuntos internos de Venezuela. El principio del respeto a la soberanía es un componente central de la política exterior china, o al menos de su retórica en el plano internacional. Aquellos que piensan que una mayor presencia china en Venezuela enfurecería a Estados Unidos, pecan de ingenuos. La diplomacia china siempre tiene en cuenta el factor norteamericano en sus decisiones, pero entiende muy bien que la estabilidad política venezolana puede beneficiar a todas las partes. Por eso Beijing sabe que el apoyo económico chino a Venezuela es en el interés estratégico de los Estados Unidos. A nadie le conviene, empezando por Estados Unidos y China, que la situación venezolana empeore y se torne inmanejable.
Ariel Armony es Director del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Miami. Twitter @arielarmony

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