sábado, 22 de marzo de 2014

LAS INSTITUCIONES

GUSTAVO LINARES BENZO |  

EL UNIVERSAL
Confiar en abogados y jueces siempre ha sido arriesgado, incluso ingenuo. Los primeros tienen que ser muy leales y cercanos, algo así como el mecánico o el médico de la familia. El primum non nocere de los médicos debe aplicarse a todas las profesiones, al menos no me traiciones. Y los segundos son como los cirujanos, mejor es resolver las cosas con pastillitas y dietas, el quirófano asusta y los tribunales también, cualquier cosa puede pasar.

En el caso de los jueces el elemento básico es la imparcialidad, no inclinarse por una parte. Esto se prueba científicamente con sus decisiones, con las estadísticas de sus sentencias, no con declaraciones más o menos cursis o juramentos despechados sobre la probidad y el respeto a la ley. En otras palabras, si un juez penal condena siempre a los acusados, por años y años, está parcializado por la represión y el castigo. Si los absuelve siempre, por años y años, se parcializa por el crimen. Obviamente, los reos saben de antemano ante jueces así cuál será su suerte, no se hacen esperanzas o cuentan de antemano con su libertad.
Maduro y los demás funcionarios del gobierno repiten sin cesar que todos los presos son de los tribunales y no objeto de persecuciones políticas. Comprobemos esos asertos con el método científico. Muy sencillo: hay que encontrar un caso, uno solito, en que un tribunal penal haya sentencia-do en contra de los intereses del gobierno. (Aquí se quisiera insertar el circulito que aparece en pantalla cuando las computadoras piensan. En la búsqueda de sentencias contra el gobierno, pasan los minutos y las horas y sigue girando y girando). No hay, nunca jamás los tribunales venezolanos sentenciaron en contra de los deseos o caprichos del Gigante Eterno. Salvo una vez y la juez fue destituida, amenazada en cadena nacional con treinta años de cárcel, hecha presa y sometida a todas las vejaciones. Claro mensaje para cualquier juez que se crea esa tontería de la imparcialidad. (Este lugar agradecería que mejores analistas mencionaran otros casos a favor del gobierno, el método científico sobre todo).

Fuera del campo penal hay otro caso contra Chávez, la sentencia de la corte plena sobre los hechos del 11 de abril, la "plasta" según el líder, que provocó la definitiva conquista del TSJ por el chavismo. Desde entonces, nunca jamás el régimen ha sido contrariado ni mínimamente, ni con el pétalo de una rosa, por el TSJ. Veamos el caso de los diputados despojados de su inmunidad, tan clamoroso estos días por el caso de la diputada Machado. Como lo de usar los tribunales con fines políticos es tan viejo como Artajerjes, las constituciones exigen mayorías calificadas de los propios diputados para autorizar los juicios a sus miembros, eso es lo de levantar la inmunidad. La Constitución vigente exige los dos tercios, pero a la Asamblea le pareció que bastaba la mitad, y así fue. Mardo despojado. Los tribunales, bien gracias. Luego, cuadrando los votos de la ley habilitante, el TSJ declaró que había méritos para juzgar a una diputada, luego de dos años de que había empezado el proceso. Qué oportuno. 

Veamos un poco más lo de la ley habilitante. Para que los presidentes no se conviertan en reyes fácilmente, para otorgar una ley habilitante hacen falta tres quintas partes de los diputados. Esa súper mayoría sólo tiene sentido si el número de diputados es más o menos proporcional a los votos del electorado. Bueno, gracias a otra sentencia del TSJ, el caso de las morochas, luego a la ley de procesos electorales y después a las imparcialísimas circunscripciones diseñadas por el CNE, al mejor estilo del Tea Party, el sistema intergaláctico electoral venezolano logró que el empate, en el mejor de los casos para el gobierno, de las elecciones parlamentarias del 2010, produjera que el chavismo tuviera ¡tres quintos de los diputados! Todavía se recuerda la rabieta gigante que agarró el presidente Chávez cuando una corresponsal internacional le preguntó sobre ese milagro electoral.
Conclusión científica, irrefragable: no se espere jamás una victoria contra el gobierno en los tribunales venezolanos. Sería una ingenuidad de venado, de Bambi recién nacido, pensar que alguna institución venezolana puede morigerar el poder del gobierno. Hoy por hoy, sólo hay política salvaje, poder puro.



Por supuesto, hay que intentar cuantos recursos jurídicos existan. Primero, porque esos expedientes serán los libros de historia de mañana, depositarios de toda la hez de estos años. Y luego, porque en esta lucha entre civilización y barbarie, es deber seguir el camino de la civilidad, pase lo que pase.

@glinaresbenzo

No hay comentarios:

Publicar un comentario