miércoles, 14 de octubre de 2015

CHINA POR FUERA DEL TPP
 
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                                Beatriz de Majo
 
Cinco años de negociaciones fue el tiempo que tomó el más amplio tratado de libre comercio que ha sido convenido en décadas. 40% de las economías del planeta llegaron hasta allí a costa de efectuar importantes concesiones ante los dos gigantes cuyo liderazgo es obvio, por lo que no puede decirse que su futuro esté garantizado.
Su aplicación está sujeta a la aprobación de todos los 12 países que lo firmaron (Estados Unidos, Japón, Australia, Canadá, Chile, México, Perú, Brunei, Nueva Zelanda, Malasia, Vietnam y Singapur). Pero, además, turbulencias presentes en el horizonte temporal cercano, como la posición ambigua del Congreso americano en torno al mismo y las elecciones presidenciales el año que viene, así como las reticencias económicas australianas, le auguran al pacto no pocos escollos.
Concebido para derribar barreras, el convenio del TPP se yergue como un gran desafío frente a Pekín, que no fue deliberadamente invitado a la fiesta integradora de los últimos años.
La razón aducida es que a este acuerdo se le define como una iniciativa de desarrollo “inclusiva y liberal” donde la competencia es la regla, mientras China sigue manteniendo un modelo controlador que no deja de ser opresor y desconsiderado con las clases menos favorecidas.
Sin embargo, Barack Obama, el gran triunfador de la jornada, no se despeinó cuando aseveró, luego de la rúbrica del instrumento que le da vida a la etapa de ratificación interna de cada país, que “cuando 95% de nuestros potenciales consumidores viven fuera de nuestras fronteras, no podemos dejar que países como China dicten las reglas de la economía mundial”. Más claro no canta un gallo. La pelea es frontal.
Japón no se quedó atrás, pero hizo gala de una prudencia y consideración verbal digna de su cultura. El país admitió por boca de su ministro de Economía, Akira Amari, que este acuerdo tiene una importancia regional “estratégica” más allá del comercio.
A pesar de haber recibido el portazo político en la nariz, China ha usado su sabiduría milenaria para no contar los pollos antes de nacer. En el Ministerio de Comercio del país comunista son conscientes de que los escollos que deberán superar al interior de cada país para la instrumentación formal del TPP son numerosos y tocan temas nada desestimables, como los farmacéuticos, en naciones como Australia, Perú y Chile.
Pero además, dentro de su trinchera, China puede mirar los toros desde la barrera, ya que se encuentra muy bien apertrechada con la primacía del comercio planetario mundial. Esta ha sido conseguida a costa de un crecimiento productivo importante y del favor de sus socios en todos los continentes, todo ello además de las medidas recientes que favorecen e impulsan sus exportaciones y la caída mundial de los precios de las materias primas.
China tampoco menciona el hecho de que tiene ya abotonados pactos comerciales formales con todos los miembros de la naciente organización transpacífica, excepción hecha de los cuatro grandes: Estados Unidos, Japón, Australia y México, sin contar con que forma parte de otras alternativas de comercio regional igualmente poderosas que abarcan la mitad del comercio mundial y 40% de la población planetaria.
Así pues, ni el TPP es para mañana ni China está huérfana de instrumentos e iniciativas para lograr que el viento sople a su favor.

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