viernes, 30 de octubre de 2015

LA ESTRATEGIA ELECTORAL OFICIALISTA

ISMAEL PEREZ VIGIL

No estamos frente a nada nuevo, simplemente se afina la estrategia del Gobierno de cara a las elecciones del 6D. Es la misma estrategia que desarrollaba Hugo Chávez Frías, en todas sus campañas, con una mezcla de soberbia y autosuficiencia: la intimidación del adversario. Solo que esta vez, los números y las encuestas no los favorecen, de allí que en el fondo se les nota un gran temor.
Esta estrategia es una “sabia” mezcla de los “laboratorios de guerra sucia” oficiales. El Gobierno adopta medidas de corte populista y efectista, se esparcen rumores que tenga signos de credibilidad, que se “recogen” en actos de campaña y oficiales, en los cuales se profieren todo tipo de amenazas al adversario y advertencias amedrentadoras a los seguidores dudosos o a los “indecisos”.
Veamos un desarrollo claro de esto, tomando como ejemplo lo ocurrido en los últimos días.
El Presidente de la República y algunos de los miembros de su gabinete, con posterioridad, anuncian medidas económicas. La más “efectista” de todas, el aumento del 30% del salario mínimo, a los maestros y otros empleados públicos, el incremento del “ticket de alimentación” y la regulación de los precios y ajustes en la tasa de ganancia de comercializadores e importadores. Todos sabemos, hasta el Gobierno, que la medida de incremento de sueldos es apenas un paliativo menor frente a la crisis que sufrimos los venezolanos; y la medida de ajustes de regulación de precios y regulación de los beneficios, sin otras medidas que propicien un incremento de la producción no harán más que incrementar la escasez, terminando de arruinar, de paso, a muchas pequeñas y medianas empresas que a duras penas sobreviven.
Simultáneamente se dejan correr rumores, como una pinza, para apretar por ambos lados. Por ejemplo, un supuesto “alzamiento” militar en Carabobo de algunos oficiales que desconocen una cierta “orden” de arremeter y reprimir al pueblo el 6D. Es el clásico rumor que nadie puede verificar nunca, pero que siembra temor en unos y falsas esperanzas en otros, que se desmoronan cuando se descubre la verdad –o la falsedad– del rumor. Igualmente se corre el rumor de la “grave enfermedad” de algún alto funcionario, en este caso la Presidenta del CNE, que debe ser internada en un hospital, incluso en el exterior del país. Se agudizan los temores en algunos de una posible suspensión del proceso electoral –conveniente globo de ensayo para el Gobierno– o se estimula la imaginación de otros que ya “ven” disputas internas para remplazar el cargo.
Para “recoger” los rumores, el Presidente, en una fecha que no tiene que ver con nada, aparece en una especie de desfile o acto militar “juramentando” comandos que deben proteger “aéreas de defensa integral” del país, amenazando y reafirmando así su absoluto control y dominio del tema militar. A los pocos días, en otro acto público, que luego es transmitido en cadena nacional, aparece en el CNE, con su Presidenta, muy sonreída está, dando un mensaje doble al país: que nada grave está ocurriendo con la alta funcionaria y que el CNE y el Ejecutivo siguen actuando, como siempre, al unísono.
Mientras discurren estos acontecimientos, se van desarrollando otros que no son nada simbólicos, sino muy concretos en el contenido de sus amenazas. La televisora del Estado y los programas de televisión afectos al régimen, difunden sutiles o abiertas amenazas de lo que pasaría en el país de perder el Gobierno las elecciones del 6D. Así en el canal oficial aparecen propagandas en las que se ven grupos de motorizados, en sus “caballos de hierro”, anunciando lo “bastantes” que ellos son o pueden ser y lo dispuestos que están a movilizar votantes el 6D, “como sea”. También se pueden ver en los programas afectos al Gobierno, en televisoras privadas, algunos personajes a los que tratan de revestir de autoridad académica o “científica”, explicando las estrategias de intimidación que utiliza ¡la oposición! o como en encuestas que solo ellos manejan se demuestra la inevitable derrota de la oposición y la nueva y aplastante victoria del Gobierno.
Por su parte, el Presidente emite mensajes, que son obviamente retransmitidos por cadena nacional, en supuestos “noticieros de paz” y que no son más que mensajes con violencia, insultos y amenazas a todos aquellos que difieran del pensamiento oficial. De diversas maneras se repite el mensaje de que un triunfo opositor será evitado “como sea”, porque “la derecha… –y todos los que se oponen al régimen, lo son– no se está preparando para unas elecciones sino para un golpe”, motivo suficiente para que la “revolución” se declare en emergencia anti golpista y advertía nuevamente que en el oficialismo están “resteados para garantizar la victoria como sea”. El Presidente no escatima en mensajes de intimidación, ¿Cómo puede ser interpretada sino lo de lograr una “victoria como sea”, proviniendo de tan alta figura oficial, que además dispone de las armas de la nación? Todos esos mensajes no son más que una variedad de aquellos “rodilla en tierra”, “los volveremos polvo cósmico” o “revolución pacífica, pero armada” de Hugo Chávez Frías.
En su intervención en el CNE, el Presidente deja anunciada una nueva “jugada”, un “acto de masas”: el documento firmado por el PSUV y el Gobierno, en presencia del CNE, será supuestamente expuesto en plazas públicas, para que “el pueblo también lo firme”. Ocurrirá, ya sabemos, lo mismo que ocurrió con las firmas que se recogieron contra el Presidente de los Estados Unidos: nadie las verá, nadie vera tampoco “largas colas” de firmantes en ninguna plaza –las únicas largas colas que seguiremos viendo serán las de los venezolanos en búsqueda infructuosa de comida–, pero al final, como por obra de magia, aparecerán millones de firmas “respaldando” ese documento.
Pero las medidas “económicas” adoptadas por el Gobierno, no nos engañemos, tendrán algunos efectos en la población favorables al Gobierno, porque qué duda cabe que un incremento salarial por efímero y volátil que sea y una regulación de precios que no tendrá ningún impacto real, para los venezolanos empobrecidos significara un cierto alivio ante el inmenso incremento de la inflación. De nada servirán, en el mediano y largo plazo, pues en poco tiempo serán absorbidas por la carestía de todo, pero mientras tanto van jugando su papel de sembrar dudas y una cierta esperanza.
Todas esto que está ocurriendo –las “medidas económicas”, las cadenas de rumores, las amenazas e intimidaciones, los “actos de masas” engañosos– tienen un doble fin; por una parte, huir hacia adelante y advertir a los propios, y entre ellos a los más radicales, que el Gobierno tiene el “control y dominio” de la situación, por lo que el triunfo está asegurado; por el otro lado, intimidar a los opositores e indecisos para que se desmoralicen y se “abstengan” de participar en el proceso electoral.
Como se puede ver, no es una estrategia simple, está bien armada y orquestada y ha sido eficiente en el pasado (ojalá el Gobierno fuera tan diligente y hábil para arreglar los problemas del país, pues recursos no le han faltado), ¿Qué tan eficiente vaya a ser la estrategia ahora?, está por verse y al tenor de las encuestas y la rabia popular que se manifiesta en las “sabrosas colas” de la Ministra J. Farías, parece que esta vez no será tan efectiva. Pero en mucho dependerá de lo que haga la oposición.
Esta estrategia y sus tácticas requieren de ser políticamente explicadas al pueblo por parte del sector opositor, para contrarrestar sus efectos y que sean debidamente comprendidos como actos desesperados de un régimen que, al no estar ya en capacidad de movilizar, recurre a la ficción. Contando el Gobierno con todos los medios de comunicación, unos por temor y otros porque los posee, ¿Quién, sino es la oposición, puede hacer el esfuerzo y el trabajo político de explicar y desenmascarar públicamente la estrategia oficialista?
Politólogo

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