sábado, 17 de octubre de 2015

NO JURAR EN LA VÍSPERA

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                           ELIAS PINO I.

Mientras la mayoría de las encuestas pronostican una victoria abrumadora de la oposición en las elecciones parlamentarias, el gobierno se empeña en la suscripción de un compromiso que obligue a los contendores al respeto de los resultados. Lo que salga de las urnas el 6-D se debe considerar como santa palabra, sin vacilaciones ni objeciones, piden desde ahora el presidente Maduro y los voceros del PSUV. Sin embargo, y pese a que todos los vaticinios le son favorables, los destinatarios de la solicitud se resisten a aceptar la invitación. La MUD prefiere esperar la cuenta de los sufragios, sin arrojarse de madrugada en el regazo de la confianza solicitada por quienes deben pensar en carrera empinada cuando ponen las esperanzas en diciembre. Seguramente coincidirá el lector con el opinador en la sensación de que tales conductas no reflejan sensatez, cuando se les echa un primer vistazo.
Se necesita ser idiota para pedir el apoyo de una paliza que ya se siente en las costillas y que parece inevitable. Quiero que apoyen mi cantada derrota antes de que suceda, proponen los señores del gobierno. No sean malos, no se hagan rogar, tengan por lo menos la gentileza de vestirse de medio luto mientras organizamos el viaje que haremos finalmente hasta el cementerio, sugieren los voceros del régimen. Preferimos esperar, contestan los de la otra orilla, solo formaremos parte del fúnebre cortejo cuando el CNE haga la autopsia del cadáver. Pareciera que anhelaran la mejoría del enfermo que sale sentenciado de todos los consultorios y de los primeros quirófanos, no creen en la defunción anunciada de un paciente en estado terminal. ¿Se volvieron locos todos?
La oposición viene de una experiencia de tres lustros que la obliga a la desconfianza. Aun en el caso de que su triunfo se avizore con márgenes de diferencia que parecen insuperables a estas alturas, es comprensible su resistencia a sacar el lápiz para avalar de antemano la decisión del CNE. Sin soportes en el organismo electoral, curtidos por el zarpazo de la inhabilitación de algunos de sus nominados más prometedores, con apenas un par de ojos en el directorio frente a ocho que simpatizan fervorosamente con la “revolución”, pendientes de cómo quedarán por fin las circunscripciones de votantes, prefieren esperar que los pollos rompan el cascarón sin suscribir con anterioridad su partida de nacimiento. En la medida en que la opinión concede con mayor énfasis su favor a los candidatos de la unidad, la memoria del pasado reciente y la obligación de imaginar la conducta futura de quienes les ofrecen desde ahora un fraternal abrazo, hace a los líderes de la MUD más cautelosos y concienzudos.
Los heraldos de la palma de oliva advierten un apocalipsis si ganan los candidatos de la MUD, y adelantan que la “revolución” cambiará su derrotero después de las elecciones si no sale con fortuna del desfiladero. También hacen llamados a su militancia, que parecen convocatorias bélicas. También abusan de los medios del Estado y de los recursos del erario para apoyar sus postulaciones, sin que el CNE se despeine ante las arbitrariedades. También prohíben la presencia de los observadores imparciales del extranjero solicitados por la oposición para la vigilancia del proceso. También hacen alardes militares en las fronteras, que producen alarma en lugar de confianza, silencio en vez de deliberación cívica. Curiosa manera de animar la alternativa de firmar un acuerdo pre electoral.
¿Estamos ante manifestaciones de equilibrio, ante señales dignas de crédito a través de las cuales se avale una propuesta como la que se viene comentando? Una madeja de contradicciones ensombrece la idea de una inoportuna concertación inexplicable. Las dudas se imponen frente a las certezas, si se mira el asunto con calma. La oscuridad empaña los espacios del cheque solicitado sin las cantidades exactas, sin los números precisos de un negocio esencial. Algo apesta en la intención de los que quieren adelantar un avenimiento sin pies ni cabeza. Hay cosas que no cuadran, asuntos traídos por los cabellos, pasos que no están ni deben estar en el programa. La espera será cada vez más tensa, por lo tanto, y exigente de mayores prevenciones.

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