Combatiente Nicolás, camarada Diosdado, compañerito Jorge… sin rencor ahora les digo que la vaina terminó. De pana. Bájenle dos, dejen ya la pataleta. No le hace bien a nadie, mucho menos a ustedes mismos y a su partido. Están dando un espectáculo que bien podría llamarse “Los desenchufados histéricos”. Es una puesta en escena que se acerca demasiado a una secuencia de gritos y de pastelazo, a un homenaje a Los Tres Chiflados. Yo creo que todos, dentro y fuera del país, esperábamos otra reacción. Deténganse un momento. Respiren hondo. También debe haber dignidad en las derrotas.
Chávez supo convertir algunos fracasos en victorias. Pero jamás hizo lo que ustedes están haciendo. Esto de aparecer públicamente castigando a los votantes, esto de tratar de chantajear descaradamente al pueblo, es algo imperdonable. Están negociando con la soberanía de cada ciudadano. Están proponiendo una nueva y grosera forma de servidumbre. Han convertido la revolución en una experiencia humillante. ¿Y en serio creen que, de esta manera, tendrán éxito? ¿En serio piensan que golpeando y amenazando a la gente conseguirán más amor y más lealtad?
Ahora resulta que todo lo que anunciaron que haría la oposición, en el caso de perder las elecciones, lo están haciendo ustedes. Tanto que Nicolás exigió respetar los resultados y, sin ningún pudor, ahora está hablando de un “golpe electoral”. Se trata de uno de los absurdos más descomunales de todos estos años. Con un par de palabras pretende descalificar todo el proceso de las elecciones, quiere convertir el ejercicio de la voluntad popular en un acto de traición a la patria. Tanto que Jorge Rodríguez defendió al CNE. Tanto que, con su natural talento para la sorna, se burló de aquellos que cuestionaban el sistema electoral venezolano, para terminar ahora desacreditando lo ocurrido el 6-D y tratando de deslegitimar una diferencia de ¡casi 2 millones de votos! ¿Miente el CNE? ¿Tibisay Lucena es una infiltrada de Álvaro Uribe? ¿Cómo puede aparecer ahora Rodríguez afirmando que esto “es cualquier cosa menos una democracia”? Tanto que Diosdado Cabello defendió la honorabilidad de la Asamblea Nacional, tanto que aseguró que había que respetar la conciencia del pueblo y que ellos ganarían por paliza y, sin embargo, hoy ya no recuerda nada y solo quiere hablar y promover el “parlamento comunal”. Ya no saben qué fantasía ofrecer para proteger sus intereses particulares. Perdieron por paliza y entonces, de manera instantánea, ahora la democracia les parece una farsa.
De nuevo: respiren hondo. Cuenten hasta diez. Piensen un poquito.
Así no se puede. Están equivocándose de manera estrepitosa y, encima, lo peor, creen que nadie se da cuenta. No están poniendo la torta con disimulo y con discreción. Con elegancia. Para nada. Todo lo contrario. Desde Alaska, se les ve el bojote. Cada día resultan más patéticos, más vulgares. Como no aceptan que el pueblo no votó por ustedes, han terminado creando un pueblo de ficción, que no necesita elegir representantes porque es un pueblo rojo rojito, un espejismo mediático que no apareció en las urnas el pasado 6 de diciembre.
Lanzan acusaciones sin demostrar nada, gritan, denuncian, chillan… Ahora la democracia les duele. No quieren perder sus privilegios. No quieren que nadie investigue su gestión. Están desesperados y se les nota. Están haciendo lo peor que podían hacer: inventar un pueblo. Tratar de ganar con la televisión y con la radio lo que no pudieron ganar con los votos. Están creando un pueblo de mentira que pueda justificar su irrespeto a la decisión del pueblo real, a los ciudadanos de este país.
Pero todos los estamos viendo. Les va a costar engañarnos. Combatiente Nicolás, camarada Diosdado, compañerito Jorge… Si quieren buscar culpables, vayan y siéntense frente a un espejo. En silencio. Calladitos. Y dejen quieto a quien está quieto. Dejen tranquilo al pueblo. La mayoría de los venezolanos, este diciembre, queremos comer dulce de lechosa en paz.
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