domingo, 13 de diciembre de 2015


En medio de la resaca del triunfo Jesús Torrealba caminaba entre los 112 diputados de la oposición que se reunieron el viernes en Caracas. Algunos se le acercaban y le pedían fotos, otros le hacían comentarios al oído y al menos 6 periodistas trataban de robarle alguna frase, alguna pista sobre quién será el nuevo presidente de la Asamblea Nacional.
Hace poco más de un año aceptó ser el secretario ejecutivo de la Mesa de la Unidad Democrática y ya parece dominar con comodidad sus atribuciones.
El 6 de diciembre la alianza conquistó su triunfo electoral más importante al ganar la mayoría calificada del Parlamento. A cada uno de los periodistas que se le acercaban Torrealba les advertía que la paciencia es lo que ha brindado los éxitos, y esa estrategia, afirmaba, no va a cambiar. “Avanzar poco a poco” parece ser la premisa que, asevera el dirigente, la gente quiere. Cambiar el gobierno de una vez no será la primera opción.
—¿La presidencia de la nueva Asamblea Nacional será una figura rotativa? ¿Cómo se escogerá y cómo se constituirán las comisiones?
—Tenemos definida la metodología para abordar el gobierno parlamentario. El pluralismo va a caracterizar la ocupación de esas posiciones. Habrá representantes de todos los matices políticos en cada espacio y tendrá carácter rotativo. A lo largo de los cinco años de este período parlamentario estos espacios serán ejercidos por representantes de las distintas opciones.
—¿Quién será el primer presidente?
—Eso no está definido aún, pero hay un acuerdo sobre la metodología que resuelve en buena medida cualquier diferencia de fondo.
—¿El oficialismo tendrá un puesto en la directiva?
—Todo depende de la evolución que tenga el discurso oficialista de aquí a la instalación de la Asamblea. Tenemos toda la disposición del mundo de permitir que el oficialismo tenga representación en las directivas parlamentarias y con absoluta certeza la va a tener en las comisiones, pero hay un problema con las vicepresidencias. La Constitución establece que para promulgar una ley, si es objetada por el presidente de la República, es necesario que tenga la firma del presidente de la Asamblea y de los dos vicepresidentes para ser promulgada. Si el gobierno mantiene la actitud revanchista, inmadura y conflictiva quizá comprometa la posibilidad de estar en la directiva.
—Solo cuatro partidos de la alianza controlan 83% de sus diputados, ¿ellos tendrán el control?
—Esa es exactamente la visión que nosotros no tenemos y hemos superado. La fracción parlamentaria es una sola, la Unidad es una sola, no en discurso sino en hechos: todos fueron elegidos por la tarjeta de la Unidad y si no hubiesen sido postulados por la Unidad no hubieran llegado a diputados. Esa es otra enseñanza importante del 6-D: la forma en que prácticamente fueron disueltas todas las opciones terceristas. El 6-D demostró que el proyecto socialista no es viable, no es pertinente y no tiene el favor popular, pero el 6-D también demostró que dentro de la oposición ningún liderazgo es más importante que la unidad.
—La gente votó por un cambio, ¿cómo satisfacer ese deseo desde el Hemiciclo?
—Nos hemos encontrado con una actitud muy interesante en el país: la gente llama a la prudencia, al cuidado, a avanzar poco a poco. La gente entiende que empezó un proceso de cambio que no es automático. Creo que el 6-D también comprobó que el pueblo tiene más madurez que algunas supuestas vanguardias.  Gente decía: “Queda muy lejos el 2015”, “no se puede llegar”, “no habrá elecciones”, “las van a trampear”, “es imposible ganar con el voto”, pero el pueblo esperó, ejerció su opinión, votó y ganó. Hoy pasa algo similar, hay una conducta prudente del pueblo y creemos que hay una expresión chantajista, inadecuada, mentirosa del gobierno. El triple derrotado Jorge Rodríguez dijo que ya pasó el 6-D y las colas siguen. Si ellos no quieren tener la responsabilidad de ser Ejecutivo, que lo digan y nosotros lo asumimos, esa es la opción rápida para salir de esto. Desde el ámbito parlamentario vamos a impulsar la reivindicación social con un conjunto de leyes que son fundamentales para mejorar la condición de vida del venezolano; vamos a derogar leyes que han afectado al pueblo. Vamos a construir soluciones al drama económico y social. Si el gobierno sabotea, no saboteará a la Asamblea, va a enfrentarse al deseo de cambio del pueblo y a su necesidad de mejorar su condición de vida.
—Ha dicho que si el gobierno se empeña en frenar la Asamblea se impulsará un cambio constitucional. ¿La reacción del oficialismo ante la derrota no indica que vendrá un choque de poderes?
—Hay gente que en Venezuela habla del voto castigo y sí, aquí lo hubo, pero no fue convencional como cuando un ciudadano evalúa la gestión pública y castiga la ineficiencia. Hubo una situación más profunda, al pueblo se le ofreció un sueño que fue traicionado. Hubo un voto castigo a la traición. El choque de poderes no va a ser un choque de escritorios, no se trata de que el escritorio del TSJ chocará contra el de la Asamblea Nacional. Aquí si hay un choque de poderes será entre el poder del pueblo y el de la burocracia, que es menguante. La burocracia se vació de pueblo, no se puede justificar a sí misma y por eso trata de traficar con la memoria de un líder fallecido porque es lo único que le queda. No se puede ver al espejo porque es impresentable. La burocracia no tiene poder. Si pretende enfrentarse al poder del pueblo que reclama cambio, no creo que tenga ninguna posibilidad de éxito.
—En caso de que se intente boicotear a la nueva Asamblea, ¿qué mecanismo debe utilizarse para cambiar el gobierno?
—Esa no es nuestra primera opción. La decisión sobre cuál mecanismo utilizar dependerá del análisis concreto de la situación. Para mí lo ideal sería que Maduro entienda que el soberano pidió cambio y ponga a su disposición los recursos del Ejecutivo para incentivar e incluso acelerar ese cambio. La actitud hostil de Maduro es radicalmente negativa para el pueblo. Si hay conflictividad política, se deteriora la posibilidad de construir soluciones al drama económico y social. Ojalá Maduro y Cabello entiendan que el pueblo habló y deben colocarse a su disposición.
¿Diálogo o fin del chavismo?
Jesús Torrealba, secretario ejecutivo de la Mesa de la Unidad Democrática, afirma que con los resultados de las elecciones parlamentarias el país recuperó la Asamblea Nacional como espacio por excelencia para el diálogo en un momento en que se necesita tanto. 
“El Parlamento es el escenario que la República construye para que haya diálogo. Ahí están presentes todas las fuerzas y estará el oficialismo con su bancada de 55 diputados que, por cierto, es menor que la nuestra en esta legislatura. Nuestros 67 diputados fueron ninguneados por la administración del señor Cabello. Nosotros no vamos a hacer eso, vamos a ejercer democráticamente el poder en la nueva Asamblea. Será el espacio de diálogo. Cuando interpelemos a un ministro veremos ese diálogo; cuando revisemos la memoria y cuenta del presidente o pidamos cuenta a los presidentes de las empresas del Estado, haremos un ejercicio de diálogo”, expresó.
Aclaró que ese diálogo no ocurrirá en Miraflores, por simple capricho del Ejecutivo, sino que será en el Parlamento, que es donde en definitiva estarán representados todos los sectores del país.
“En un país como el nuestro, donde no hay segunda vuelta, la Presidencia de la República puede ser ejercida por un sector del país, a veces mayoritario o incluso puede ser la primera minoría, pero en el Parlamento está toda la representación nacional”, acotó.
Torrealba aseveró que si el oficialismo mantiene su actitud conflictiva, complicará su subsistencia. Admitió que el chavismo no ha llegado a su fin, que como sentimiento existe pero la “traición del diosdado-madurismo” hizo que buena parte de los chavistas votara por la Mesa de la Unidad Democrática.
alvasquez@el-nacional.com

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